EL RETIRO DE LOPEZ Y EL FONDO DEL POZO PROFUNDO
El retiro del ex presidente López de la dirección del Partido Liberal constituye el hecho político más significativo para esa colectividad política desde que Belisario ganó la presidencia.
Primero candidato y después como jefe único, el ex presidente, vilipendiado, admirado o temido, sólo había estado demorando un proceso veloz y corrosivo que ya se habia iniciado en el seno del liberalismo cuando Turbay era candidato a la presidencia; ya en esa época, desde todos los flancos posibles, amigos o enemigos, se le advertía enfáticamente al Partido Liberal que cuidara su escandaloso desengranaje ideológico, que diera la voz de alarma que el slogan aquél de "liberal vota liberal" implantado por el ex presidente Alberto Lleras solo evidenciaba una disciplina hueca, una ausencia de liderazgo estructurado, una debacle que se le venía encima a la colectividad política sin que fueran claras las formas existentes para frenarla.
"Calumnias de la oposición", afirmaron en aquella época los liberales. "Cosas de godos, que son tan intelectualmente retorcidos". Pero el futuro, a muy corto plazo, habría de evidenciar el agotamiento ideológico del liberalismo y sus efectos obligados sobre las posibilidades de liderazgo de la colectividad. Por quinta vez, en 1982, Belisario Betancur era candidato a la presidencia y por primera vez, después de esos cuatro fallidos intentos, se enfrentaba con unas mayorías liberales vulnerables, desconcertadas, acéfalas, incrédulas.
Se recurrió a López Michelsen como una tabla de salvación. Si él no lograba retener el poder, nadie lo lograría. Pero el remedio que intentó administrarsele al Partido era totalmente artificial, la decadencia ideológica ya había dividido irremediablemente al Partido y agrietado además, sus distintas disidencias, y la presencia de López en la jefatura del liberalismo sólo lograría aplazar temporalmente lo que ya era cuestión de meses: el acabose liberal representado en la elección de una Comisión Política Central en la que no tuvieron participación el galanismo, ni el santofimismo, pero sobre todo, en la que está representado el Congreso con todos sus vicios y salvedades morales. Una comisión que de hoy en adelante constituirá el dudoso cerebro del liberalismo, su conciencia, su alter-ego. Una comisión, en fin, que ha sido integrada en el fondo de ese ancho pozo vacío con el objeto de que reciba al Partido en las profundidades de su descenso hacia la decadencia, a donde la presencia de López Michelsen le venía heróicamente impidiendo llegar.
Todo lo decadente estuvo presente en la ceremonia de relevo del ex presidente. Las mujeres pidieron su cuota como mujeres y no como personas; se defendió una representatividad del liberalismo en el actual momento político acorde con su "pasado histórico" y no con su presente ideológico, se rechazó una propuesta de respaldo político al actual gobierno, que en las circunstancias de crisis actuales hubiera sido equivalente a un respaldo político al país; se denunció una supuesta persecución contra el liberalismo, porque afortunadamente la burocracia nacional no da abasto para emplear a todos los aspirantes liberales. Pero no se expuso una sola idea útil, no se tejió una sola propuesta inteligente capaz de llevar al actual gobierno a reflexionar frente a la seriedad ideológica de la oposición.
Melancólica, pobre, vacía, la nueva Comisión Política Central sólo cumplió con el único destino posible: haberse hecho presente en el fondo del oscuro pozo de la decadencia ideológica del Partido para recibirlo con los brazos abiertos, para que el liberalismo terminara de descalabrarse intelectualmente sobre una mullida pero peligrosa almohada de plumas.