Daniel Niño Columna Semana

Opinión

Entusiasmo versus realidad

Un estudio estimó que ya la burbuja de la inteligencia artificial es diecisiete veces el tamaño de la burbuja puntocom.

Daniel Niño Tarazona
15 de noviembre de 2025

La comparación entre la era puntocom, el auge de internet y la industria de las tecnologías de la información, así como la era de la inteligencia artificial, vienen siendo objeto de creciente debate y estudio.

Sobre todo porque la era puntocom generó una burbuja en el mercado de valores que al explotar supuso una caída del índice Nasdaq del 78 por ciento entre su máximo valor en el año 2000 y el mínimo valor alcanzado en 2002, al tiempo que dicho índice tardó quince años en recuperar su nivel de 2000.

Existe una alta relación entre nuevas tecnologías que emergen y la formación de burbujas especulativas en las bolsas de valores. Significa que, producto del grandísimo entusiasmo que generan los cambios tecnológicos, se anticipan los múltiples efectos económicos que dicho cambio generará en el mundo económico y empresarial, pero que en muchos casos no se materializan o se materializan después de muchos años bajo modelos de negocios que se transformaron y se distanciaron sustancialmente de lo que eran los modelos iniciales.

En ese sentido, las nuevas tecnologías introducen nuevos modelos de negocios que amenazan a los ya existentes, pero muchas de esas nuevas estrategias tampoco sobrevivirán a nuevas estructuras más disruptivas basadas en el potencial que traen los propios cambios tecnológicos.

Si bien las nuevas tecnologías sofistican la competitividad, potencian la productividad, aceleran las ventas y multiplican las ganancias asociadas a las nuevas tecnologías, no siempre las expectativas que generan son lógicas o están bien fundamentadas. Por tanto, se tiende a aceptar y a apostar por grandes valoraciones de las empresas que están en el centro de esas nuevas tecnologías, sin que siempre estas se materialicen. Muchas valoraciones terminan siendo injustificadas, por lo que se considera que eran castillos en el aire.

Sin embargo, no todo cambio tecnológico es una burbuja y no toda burbuja se crea por un cambio tecnológico. Aun así, un estudio basado en los últimos dos siglos encontró que cerca del setenta y cinco por ciento de las veces, los cambios tecnológicos inspiraron y desarrollaron burbujas especulativas en los mercados de valores.

El presidente de BlackRock, Larry Flint, ha reconocido que es propio del capitalismo la destrucción creativa y que los procesos de cambios tecnológicos traen consigo grandes ganadores y perdedores, por lo que la única forma realista para proteger a los inversionistas es la diversificación de sus inversiones y evitar la concentración de estas.

Entonces, ¿cuál es el reparo en el debate actual sobre si se está gestando una burbuja alrededor de la inteligencia artificial? El más importante reparo es que la inteligencia artificial, a través de ‘las magníficas siete’ (Apple, Microsoft, Amazon, Alphabet Google, Meta Platforms, Tesla y Nvidia), ha venido aumentando de manera sustancial la concentración del riesgo.

El peso de las siete compañías en el índice accionario –producto de su enorme valorización en los últimos diez años en comparación con la del mercado– supone una sobreconcentración para quienes invierten en índices del mercado accionario. Por lo anterior, una caída del 40 por ciento en el valor de estas acciones arrastraría a todo el índice de las quinientas empresas más grandes de Estados Unidos a una pérdida superior al 15 por ciento de su valor.

Esto, sumado a una red de negocios e inversiones cruzadas con 1,4 millones de millones de dólares en data centers, eleva esa concentración del riesgo.

Y es un riesgo que parece muy real, pues las perspectivas de beneficios o ganancias que se monetizan permanecen muy bajas. De ahí que se encienden las alertas de un creciente abismo entre inversión e ingresos. Nadie duda de las crecientes inversiones que exige la inteligencia artificial, pero muchos cuestionan que aún no están impactando los ingresos y las utilidades.

Mientras el entrenamiento para la versión 3 de ChatGPT costó hasta 12 millones de dólares, se estima que para la versión 5 el monto ascendería a 2.500 millones de dólares.

Finalmente, todo lo anterior se complementa con otros elementos perturbadores. La promesa actual es desregular al máximo o del todo la inteligencia artificial. Al tiempo, más financiación de la inteligencia artificial se está dando a través de vehículos más opacos, menos transparentes y con poca rendición de cuentas.

Y un reciente estudio señala que ya hay al menos 1.300 startups basadas en inteligencia artificial valoradas en más de 100 millones de dólares cada una y casi 500 unicornios o empresas valoradas en más de mil millones de dólares cada una.

Muchos de los más reconocidos inversionistas aún no creen que haya una burbuja en la inteligencia artificial, pero MacroStrategy Partnership reveló que su estudio estima que la burbuja de la inteligencia artificial es diecisiete veces el tamaño de la burbuja puntocom.

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