Espero verte grande, respetada y libre

Se conoce que la política es impredecible, especialmente cuando se hacen alianzas con el diablo, como lo hizo Santos para ganar en segunda vuelta el período 2014 a 2018, o como está sucediendo actualmente con quienes -ejerciendo la vergonzosa trashumancia política- se adhieren al candidato mitómano de los Ferragamo, tratando de lograr el poder que siempre le ha sido y le seguirá siendo esquivo a la izquierda en nuestra patria.

Estamos a escasas semanas de sellar la suerte de nuestro país, el futuro de nuestros hijos y el destino de lo que se ha logrado con el trabajo honrado; los colombianos elegiremos un nuevo presidente de la República, bien sea buscando mantener la democracia y la libertad de la que hasta ahora hemos disfrutado o entregando la patria al doblegarnos ante el totalitarismo del comunismo internacional que quiere recuperar el espacio perdido en América Latina.

Los medios de comunicación han sido muy claros en mostrar al mundo la realidad de lo que es el fallido comunismo, tendencia ideológica que siempre buscará imponer su dictadura para agrandar el imperio del terror y la barbarie, como sucede actualmente con Ucrania, heroico país que a pesar de la cruel y despiadada invasión que está viviendo, no se ha doblegado ante las pretensiones de la “madre Rusia”, como la califican los soñadores de la antigua URSS.

Colombia ha sufrido durante más de medio siglo la guerra irregular alimentada por el comunismo internacional, llámese Rusia, China o Cuba, países que en su momento apoyaron a los delincuentes de las Farc, ELN, EPL y demás facinerosos que querían implantar esta ideología política en el país, y ahora se ha corroborado este apoyo con la presencia de elementos rusos que patrocinan el pillaje y la destrucción durante las famosas marchas del año anterior. ¿Eso es lo que quieren los colombianos? ¿Ser humillados? ¿Ser asesinados? ¿Ser atropellados por unos bandidos? ¿Ser doblegados por el comunismo?

Coincido con muchas apreciaciones de analistas responsables sobre el peligro que representa para la sociedad y para la seguridad del país el discurso incendiario del principal representante de la izquierda, pues lo que busca es generar una insurrección generalizada para posiblemente aprovechar la oportunidad y dar un golpe de estado, causando más dolor y sangre en Colombia; este nefasto personaje ya ha manifestado públicamente que desconoce la elección del presidente Duque y ha llamado “a la desobediencia civil”; aunque aplaudo la libertad de expresión de nuestra Constitución, no se puede permitir lo que es contrario a la ley. ¿Qué esperan de él algunos colombianos?

Petro no será vencedor en las próximas elecciones, no solo por el prontuario de aberrantes decisiones, probablemente ilegales, que cometió cuando era alcalde de Bogotá, sino por todas las actividades al margen de la ley que ha cometido a lo largo de su vida, las cuales parece que por extrañas circunstancias nunca han sido castigadas por la ley. Pero, además, por las propuestas absurdas que está haciendo de acabar con la industria de los hidrocarburos, condonar las deudas del Icetex, acabar con sectores económicos, destrozar los fondos de pensiones y el tren elevado entre Buenaventura y Cartagena, las cuales solo generan aversión y rechazo en la población trabajadora.

Tampoco es de gran ayuda el discurso patético de su fórmula vicepresidencial, que haciendo afirmaciones como: “Estado asesino de niños” o “policías entrenados para sacar ojos de nuestros jóvenes”, o atropellando el idioma e inclusive la reciente denuncia del presidente del Congreso sobre el apoyo que le ofrecen el ELN y las disidencias de las Farc a esta candidata, genera un manto de duda sobre ella y deja muy mal parada a la izquierda.

Los colombianos no pueden caer en las redes del populismo y la polarización que está promoviendo Petro. Este personaje aplica el precepto de “divide y vencerás”; está generando la lucha de clases, enfrentando a la población y prometiendo robar a quien tiene algo para entregarlo a quien no lo ha trabajado, acabando con la propiedad privada, desmotivando la iniciativa y el trabajo, pateando lo más valioso del hombre: la libertad.

Los jóvenes y los indiferentes tienen en sus manos la suerte de Colombia; pensemos en el futuro y veamos a Colombia grande, respetada y libre, como reza la Oración Patria. Defendamos nuestra democracia.