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Espíritu de perversión

Democracia pervertida aquella en que las FFAA cuentan con el respaldo ciego de una ciudadanía atrapada por el miedo.

15 de septiembre de 2020

Álvaro Jiménez

Hay conversaciones que ilustran de manera nítida lo construido por el liderazgo del Centro Democrático, de sus liderazgos y de buena parte de su gobierno en la mentalidad de muchos colombianos. Me estrellé de frente con ello, al conversar con una persona cercana luego de los violentos, criminales y dolorosos hechos ocurridos en Bogotá las noches del 9 y 10 de septiembre pasados.

Fue así:

Interlocutor 1 (I1) / ¿Como has estado?

Interlocutor 2 (I2) /La verdad, regular, con todo lo que ha pasado.

I1/ ¿Qué?

I2/ Los jóvenes asesinados y heridos por la policía.

I1 Ah, ¿y eso qué? Los que asesinaron en la escuela de cadetes fueron 22…

(Fin de la conversación).

¿En qué puede soportarse esta lógica?, ¿cómo se llegan a justificar los asesinatos de unos jóvenes en medio de protestas, como respuesta a la acción criminal cometida por el ELN, contra la escuela de policía hace cerca de dos años?

Esa concepción de la venganza como norma es el valor propuesto.

La jauría desatada debe controlar y aniquilar al agresor. No hay espacio para la reflexión o la duda. Se defienden contra el agresor como uno solo.

Este sentido se interpreta como espíritu de cuerpo, concepto bárbaro que destruyó moralmente dos ejes de la institucionalidad colombiana. Por un lado, a los partidos y liderazgos políticos y por otro, a quienes portan las armas en nombre de la nación.

Los ejemplos se repiten todo el tiempo.

En el liderazgo político, lo más visible es la conducta de manada que se adopta para defender al líder. Se usan las herramientas que haya a mano. No importa si son del Estado, de un gremio empresarial o de carácter individual. Así se acrecentaron las violencias ya estudiadas y así se mantienen e incentivan las actuales.

Para el Gobierno, la oposición merece el repudio incluso, a algunos se les desea la desaparición. Basta ver las redes y los medios impresos. Los liderazgos opositores con excepción de los llamados de centro han sido convertidos en responsables de los males del país, del apresamiento de Uribe, de las violencias urbanas, del descredito internacional de este gobierno etc.

Basta escuchar las declaraciones del candidato Carlos Holmes Trujillo, -ministro de la defensa en campaña-, aplicando su lógica de combate al enemigo interno al tiempo que defiende lo indefendible.

Iván Duque a quien muchos creían un gordito simpático, buena persona a pesar de ser uribista, sabe que solo la continuidad en el poder lo salvará para la historia. Con base en el miedo y la lógica del enemigo interno ha convencido a sus partidarios y votantes que el riesgo se acrecienta para el país si la oposición llega al poder y aún en medio de la pandemia preserva la lógica de excluir del debate nacional la opinión de sus contradictores.

Es exitoso en dicho empeño, pues ha logrado cerrar el paso a criterios y tareas de unidad nacional.

Iván Duque y su gobierno convencieron a sus seguidores de que los opositores no son colombianos, o bien son apátridas idiotas útiles de los violentos y bien agentes de Venezuela, traidores a la patria, que difunden el castrochavismo como fórmula para Colombia, país que según su entender es el faro y piedra angular de la democracia y la libertad en América Latina.

Los seguidores de Uribe y los apoyos de Iván Duque, hablan de violación al honor policial en el asesinato de Javier Ordoñez después de la evidencia repetida en medios.

Los asesinatos del 9 y 10, los adjudican a una conspiración internacional, al ELN, a las disidencias de las FARC. Ocurrió lo de siempre. Un muerto se tapó con otros más. Así ha sido la historia de Colombia.

Habrá proceso judicial sin abordar la responsabilidad política de los hechos y menos el problema estructural de una policía que solo se obedece a sí misma en lo fundamental, que responde a la lógica del enemigo interno y que ve en los opositores y en los jóvenes que protestan, al enemigo de la sociedad.

Democracia pervertida aquella en que las FFAA cuentan con el respaldo ciego de una ciudadanía atrapada por el miedo.

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