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Julio Londoño Paredes

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¿Estamos acabando con “nuestro lindo país colombiano”?

La lucha contra las drogas ha fracasado en Colombia y en el mundo. La angustia es que la producción de cocaína está acabando con nuestros bosques y no se percibe un alivio a corto plazo ni se vislumbra una solución para la minería ilegal.

10 de marzo de 2023

Colombia durante un dilatado período hasta 1886 tuvo una tendencia federalista. La constitución de 1858 dio inicio al sistema federal que se consolidó en la constitución de Rionegro de 1863, según la cual, cada uno de los nueve estados que formaban la nación, serían casi que independientes. Tenían su propia constitución y ejército. Además, podían declararle la guerra a otros Estados. Era una tendencia, como dice el investigador Miguel Borja, “para tratar de debilitar militar y económicamente al gobierno central, así como la existencia de la nación y del nacionalismo”

Un siglo después, surgieron las llamadas “repúblicas independientes” que estaban bajo el control absoluto de la guerrilla: Marquetalia, Riochiquito, el Pato y el Guayabero. Su terminación no trajo el fin de los grupos armados, sino su proliferación.

Tiempo después cuando las FARC se apoderaron del suroeste de Colombia, no faltaron algunos que consideraron que podría ser reconocido como nación independiente por algunos estados.

Pero las cosas cambiaron. Vinieron los carteles de la droga, que comenzaron a controlar, ya no algunas zonas, sino buena parte del país, incluyendo importantes ciudades. Su compleja neutralización sirvió para multiplicarlos.

Ahora, ya no siguiendo el sistema federalista de las constituciones de la segunda mitad del siglo XIX, ni el de las “Repúblicas Independientes”, grupos armados de diferente origen, llamados “Guardias Campesinas”, “Guardias Indígenas”, “Autodefensas campesinas” o de cualquier otro modo, controlan zonas del país y sectores de ciudades grandes e intermedias y se han constituido en los agentes “del orden”. Mientras los bloqueos por grupos de 3 o más personas en carreteras y ciudades, con cualquier propósito están a la orden del día.

Sin contar con que, aunque no está establecido en la constitución, varios grupos frecuentemente se declaran la guerra. Parece que sin darnos cuenta poco a poco asistiéramos al fraccionamiento del país, no ya con los nueve Estados Soberanos del Federalismo, sino con una multiplicidad de feudos que debilitan institucionalmente a la nación.

Entre tanto, como primeros productores de cocaína del mundo y con la ayuda de las series de televisión, seguimos siendo “el país de Pablo Escobar”. Habría que preguntarse cuál es el porcentaje de los turistas extranjeros que entran a nuestro país, que vienen más bien en busca de cocaína y no propiamente a conocer el Salto del Tequendama o la Laguna de Guatavita.

La lucha contra las drogas ha fracasado en Colombia y en el mundo. La angustia es que la producción de cocaína está acabando con nuestros bosques y no se percibe un alivio a corto plazo ni se vislumbra una solución para la minería ilegal. No obstante que una y otra sirven para alimentar a los grupos armados que han afectado gravemente la seguridad urbana y rural.

Pero eso no importa, porque nos han enseñado que tenemos una gran riqueza hídrica, aunque los ríos se estén volviendo alcantarillas entre otras cosas por la minería ilegal. Igualmente, que poseemos una enorme biodiversidad, no obstante que cada día se pierden millares de hectáreas de bosques por cuenta del narcotráfico.

¿Será que estamos acabando con “nuestro lindo país colombiano”?

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