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ESTE SERA MI VOTO

Semana
11 de julio de 1994

ENCUESTAS DADAS A CONOCER EN las últimas horas por los medios de comunicación indican que Ernesto Samper arranca el conteo regresivo de su campaña con una desventaja en la intención de voto de los colombianos frente a su rival, Andrés Pastrana.

Jamás he creído en la objetividad de un columnista. Mientras un periodista debe aplicarle toda la objetividad a la información que suministra, un columnista debe aplicarle a sus opiniones toda su subjetividad. Creo que, sin excepción, todos los columnistas llevamos, en el fondo de nuestro corazón, a un candidato preferido, que se mantiene oculto, o no, dependiendo de las circunstancias. A mí, personalmente, me gusta revelar por quién voy a votar. Me parece honesto con el lector. Lo hice hace cuatro años, y tengo la intención de hacerlo en esta columna porque me parece que la función de los columnistas es la de orientar a la opinión, y una forma de hacerlo es, precisamente, decir por quién se va a votar y por qué.

Me costó trabajo tomar la decisión. En la política contemporánea, ejemplo impuesto por Ronald Reagan, son casi o tan importantes como las calidades intelectuales y morales de un presidente, las del equipo que lo rodea. Por eso examiné primero la clase de gente que asesora a uno y otro candidato. Allí no encontré ventajas significativas que pudieran inclinar mi decisión de voto. Tengo en ambos equipos amigos entrañables, como Fernando Botero o Luis Alberto Moreno, ambos incuestionables cerebros que serìan piezas de gran valor en cualquier gobierno. Los vicepresidentes tanto De la Calle como Ramírez, tienen calidades públicamente reconocidas que no hacen temer por la eventual falta temporal o absoluta del titular de la Presidencia. También figuran personas que cualquier presidente se raparía para tener a su lado en el difícil devenir de un gobierno, como Rodrigo Pardo, asesor samperista, cuyo equilibrio y discreción me sorprenden más cada día, o como Jaime Ruiz Llano, asesor pastranista, a quien conocí recientemente y en quien pude captar otra inteligencia hasta ahora solo invertida en el sector privado. En fin, hay mucha gente, en ambos equipos, que merecería llegar al gobierno. Por eso no es ahí donde está la diferencia.

Pero, desde luego, el que un equipo de gobierno sea excelente no exime al presidente de turno de ciertas cualidades que deben tener los que mandan. La primera de ellas es esa: mandar. Y mandar tiene muchos matices. Puede manifestarse a través de un liderazgo, de un carisma, de una experiencia, de un mayor dominio de los temas que le incumben al país. Si algo puede decirse del presidente Gaviria es eso. Es un hombre que manda. Sus ministros no solo le obedecen por su ascendiente jerárquico, sino que lo respetan y a veces hasta le temen. Se comenta que en los consejos de ministros el Presidente suele interrumpir con una frase que hace temblar al ministro que lleva la palabra: "Con tu perdón, fulanito, pero eso no es asì". Se ha institucionalizado tanto el temor ante esta frase presidencial, que en el gobierno ha surgido un modismo desconocido en la Academia de la Lengua. Ahora se dice, cuando Gaviria regaña a uno de sus ministros, que lo "contuperdoneó". Y es evidente que un presidente incapaz de "contuperdonear" a su equipo de gobierno carece de una cualidad fundamental para serlo.

Gaviria también ha mandado, y cómo, sobre el Congreso, y ese manejo ha sido otro de los elementos claves en los aspectos más positivos de su gobierno. Durante estos cuatro años la mayoría liberal en el Congreso le ha marchado al Presidente de su mismo partido, pero temo, de veras, lo que puede pasar con un presidente de otra filiación ante un Congreso dispuesto a chantajearlo.

Frente a estos dos temas, encuentro que Pastrana tiene una desventaja de no poca monta frente a Samper. Puede que el primero tenga más carisma que el segundo, pero el segundo tiene todos los otros componentes de lo que significa "mandar". Liderazgo, experiencia y mayor conocimiento de los temas nacionales, como quedó demostrado en dos debates distintos ganados indudablemente por el candidato liberal.

Observando de cerca las relaciones de los candidatos con sus equipos, encontré confirmadas mis anteriores percepciones, hasta un punto que terminó influyendo fundamentalmente sobre mi decisión de voto. La percepción de que Samper tiene mayor ascendiente sobre su equipo de asesores, mientras que en el otro caso, el equipo de asesores tiene un mayor ascendiente sobre Pastrana. Para ponerlo en términos más concretos, el primero manda más de lo que lo mandan, mientras al segundo lo mandan más de lo que manda. En este punto está la clave del asunto.

La explicación no es la de que Pastrana sea un hombre que no merezca la Presidencia de Colombia. Sino la de que Samper es un hombre maduro para gobernar, mientras Pastrana está biche. De esta forma resolví mi dilema.

La lógica más sencilla le indicaría a un votante cómo resolver el suyo. Yo resolví el mío así: hay que salir del maduro y dejar madurar al biche.

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