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¡Al agua, patos!

Por fin se abre el debate sobre la regulación del uso recreativo de la marihuana. Aunque es probable que la iniciativa no prospere en el Congreso, se está dando un paso en la dirección correcta de replantear el enfoque de la política de drogas.

Lucas Pombo, Lucas Pombo
19 de septiembre de 2019

No nos digamos mentiras, el proyecto que abre la puerta al consumo recreativo de marihuana no va a prosperar en el Congreso de la República. Estamos en un país mayoritariamente conservador reflejado en un Congreso con esa misma característica; sin embargo, la iniciativa de un grupo de congresistas, liderado por el senador Gustavo Bolívar, por fin abre un debate que estábamos en mora de dar y que hoy ha llevado a un cambio de paradigma en muchos países del mundo. En Colombia, la discusión sobre la regulación de las drogas había estado vedada en medio de una cruzada, azuzada desde los Estados Unidos, contra el consumo de estupefacientes. Cualquier insinuación sobre un cambio en el enfoque de la política contra las drogas era vista como una herejía que iba en contravía de un esfuerzo nacional, liderado desde las Fuerzas Armadas, contra el narcotráfico; cambiar la estrategia era perder.

De acuerdo con un informe de la Coalición Acciones por el Cambio, presentado a la Comisión de Estupefacientes, entre 1995 y 2010, el gobierno colombiano ha invertido cerca de $20 billones en la política de drogas, enfocada principalmente en la oferta. Ese mismo estudio señala, con base en cifras del Ministerio de Salud, que la prevalencia del consumo de sustancias ilegales aumentó de 1,6% en 1996 a 3,6% en 2013; ese año, 11,5% de los encuestados, en el marco del Estudio Nacional de Consumo, admitió haber consumido marihuana. Esa política de drogas también ha llevado a que, a 31 de julio de 2018, 24.954 hubieran sido recluidas por tráfico de estupefacientes. Cárceles llenas, billones de pesos invertidos, miles de muertos y el negocio sigue.

Es difícil insistir en una política de bicicleta estática, como la ha llamado el expresidente Juan Manuel Santos, cuando el mundo tiende hacia un enfoque de regulación de la marihuana. En Uruguay y Canadá, la comercialización y consumo recreativo de marihuana es legal; en Estados Unidos, que ha sido la punta de lanza de la guerra contra las drogas, 11 estados han dado el mismo paso.  En Colombia,  la Corte Constitucional ha reconocido el consumo de drogas como una expresión de la personalidad; no obstante, parecemos retroceder en la discusión, planteando nuevamente el decomiso de la dosis mínima en el espacio público, remando contra la corriente.

Los expresidentes Samper, Gaviria y Santos, estos dos últimos desde la Comisión Global de Políticas de Drogas, pusieron el tema de la regulación de las drogas en la agenda nacional; sin embargo, sólo hasta ahora el debate deja de ser abstracto y llega al Congreso donde, por primera vez, veremos cuánto apoyo tiene en el país ese enfoque que toma cada vez más fuerza en el mundo.

Repito, las mayorías no van a alcanzar, en un año no veremos “coffee shops” en las calles de las ciudades colombianas ni daremos un giro inmediato de 180 grados en la política de drogas. Este es el comienzo de un proceso importante, una oportunidad para empezar a derrumbar mitos y prejuicios que durante décadas nos han presentado como verdades reveladas. Ojalá este camino nos lleve a un cambio de paradigma y ojalá los socios que nos tendieron la mano en tiempos de guerra, nos acompañaran en esta nueva etapa.

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