JUAN MANUEL CHARRY

Opinión

Golpes de Estado en Colombia

Los devaneos constituyentes del actual presidente Gustavo Petro parecen aproximarse a los golpes de Estado propinados por presidentes en pleno ejercicio de sus atribuciones.

Juan Manuel Charry Urueña
6 de junio de 2024

El Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, de Rufino José Cuervo, define golpe de Estado como una “medida grave y violenta que toma uno de los poderes del Estado, usurpando las atribuciones de otro”.

Antonio Álvarez Restrepo, en Los golpes de estado en Colombia, contabiliza ocho, 1828 hasta 1982, dados por: primero. Libertador Simón Bolívar, 27 de agosto de 1828, después del fracaso de la Convención de Ocaña. Segundo. General Rafael Urdaneta, 10 de enero de 1831, después del retiro de Bolívar. Tercero. General José María Melo, 17 de abril de 1854, a su amigo José María Obando. Cuarto. Facción del Partido Liberal que apresó al general Tomás Cipriano de Mosquera después de haber roto relaciones con el Congreso y proclamarse dictador, 23 de mayo de 1867. Quinto. Rafael Núñez, que desde el balcón del Palacio de San Carlos, declaró: “La Constitución de 1863 ha dejado de existir”, 10 de septiembre de 1885. Sexto. José Manuel Marroquín, vicepresidente, ordenó poner preso a Manuel Antonio Sanclemente, presidente, 31 de julio de 1900. Séptimo. Rafael Reyes, quien decidió gobernar por decretos y extender su periodo presidencial, 13 de diciembre de 1904. Y octavo. General Gustavo Rojas Pinilla, 13 de junio de 1953.

Álvarez Restrepo clasifica los golpes de Estado en dos: aquellos dados contra el Gobierno por quienes no tienen ningún título, y los otros dados desde el Gobierno por personas que tienen autoridad o títulos para ejercerla.

En el primer grupo están los de José María Melo y Gustavo Rojas, ambos comandantes del Ejército; en el segundo, los de Santos Acosta y José Manuel Marroquín. Sin embargo, Álvarez Restrepo considera un tercer grupo, los presidentes en pleno ejercicio que pusieron de lado la Constitución y las leyes y –casi en forma inmediata– convocaron asambleas constituyentes o al Congreso, se trata de Simón Bolívar, Rafael Reyes y Rafael Núñez. No sobra mencionar, aunque diferente, que Gustavo Rojas encontró instalada la asamblea convocada bajo el gobierno de Laureano Gómez.

Todos los golpes de Estado han sido dados por miembros de la Fuerza Pública o con su apoyo, casi todos dados desde el Gobierno y la mayoría ha sido de breve duración.

Los devaneos constituyentes del actual presidente Gustavo Petro parecen aproximarse a los golpes de Estado propinados por presidentes en pleno ejercicio de sus atribuciones. Los tres casos son considerados por Álvarez Restrepo como momentos de grandes transformaciones.

Sin embargo, los casos anteriores se diferencian del actual gobierno en que no estuvieron precedidos por precaria gestión gubernamental, graves escándalos de corrupción, infracción directa a la Constitución, como sería la violación de los topes de la campaña presidencial; bajísimos índices de aceptación, otrora inexistentes, y ausencia de apoyo de la Fuerza Pública.

Sería absurdo pensar en la expedición de un decreto de cierre del Congreso, no se puede dictar siquiera en estados de excepción, sería objeto de excepción, de inconstitucionalidad y posterior anulación por la jurisdicción administrativa. Ni hablar de la posibilidad de cerrar la Corte Constitucional.

Más absurdo, por no decir torpe y delirante, convocar a la primera línea y a la guardia indígena para impedir el funcionamiento de algunas de las ramas del poder público para provocar un enfrentamiento con las fuerzas del orden, en innecesario derramamiento de sangre, en últimas, para tapar los escándalos de corrupción o no responder por la financiación de la campaña electoral.

Las Fuerzas Militares tienen como finalidad primordial la defensa de la soberanía que reside en el pueblo y se manifiesta en los términos de la Constitución, la independencia que nos separa de los grupos ideológicos regionales, la integridad del territorio amenazada por vecinos gobernados por dictadores, y el orden constitucional que garantiza el régimen de pesos y contrapesos.

La posibilidad de convertir la paz total en revueltas y violencias, la potencia de la vida en más muertes y masacres, la igualdad con mayores oportunidades en el arrasamiento de las instituciones y la demolición de la República es simplemente DEMENTE.

Cita de la semana: “Para el estadista, la negociación es un mecanismo de estabilidad; para el profeta, puede ser un medio para convertir o desmoralizar a los adversarios”. Liderazgo, Henry Kissinger, 2022.

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