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Alejandra Carvajal Reyes Columna Semana

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Gustavo Petro: ¿aliado de Hezbolá y de Hamás?

El presidente ha demostrado estar del lado del terrorismo islámico.

Alejandra Carvajal
1 de octubre de 2024

Hassan Nasrallah era considerado por varios expertos en Medio Oriente como un individuo más peligroso que Osama Bin Laden. Nasrallah, fue la columna vertebral de Hezbolá durante décadas, haciendo de este movimiento una de las organizaciones terroristas más peligrosas de la región.

El modelo operativo e ideológico que Nasrallah creó para Hezbolá fue rápidamente calcado, si no en todo, sí en parte por otros movimientos terroristas como Al Qaeda y el Estado Islámico, muy especialmente en lo relativo a la fusión entre acción militar, legitimidad política y movilización de masas.

Su respaldo a la dictadura de Siria es algo inolvidable para los árabes del mundo, muy especialmente los suníes, quienes lo ven con gran resentimiento. Barack Obama públicamente manifestaría: “Cada país que respeta la justicia debe llamar a Hezbolá como lo que realmente es: una organización terrorista. El mundo no puede tolerar una organización que mata civiles inocentes, dispara cohetes contra ciudades y apoya la matanza de hombres, mujeres y niños en Siria”.

En América Latina, Hezbolá fue responsable del carro bomba puesto a la Amia (Asociación Mutual Israelita Argentina), atentado en el que fallecieron 85 personas y más de 300 resultaron heridas, siendo este el acto terrorista de mayores dimensiones que se haya presentado en la historia de ese país. También este grupo terrorista es responsable de la muerte de 22 personas y las lesiones de otras 242 que resultaron heridas luego de que explotara un vehículo en la embajada de Israel en Argentina.

En América Latina, las dictaduras amigas de Nasrallah son las únicas que han manifestado su muerte. Cuba y Venezuela lloran a uno de sus héroes caídos. Gustavo Petro, siempre tan afín y leal a sus amigos castrochavistas, no podía quedarse atrás e indignado repudió también a través de su cuenta de X el asesinato del líder de Hezbolá.

Este fin se semana, tuve la oportunidad de ver una entrevista que concedía Gustavo Bolívar, famoso libretista que hoy hace parte del gobierno de Gustavo Petro, a un medio de comunicación colombiano, en el que contaba una anécdota. Dijo Bolívar que en una visita realizada este año a Washington, el canciller Murillo le había comentado que se le había acercado un empresario musulmán de Chicago que pondría un millón de dólares a la ONG que el presidente Petro dijera si se tomaba una foto con su hija, pues por sus posturas frente a Hezbolá y Hamás es ídolo de varios de sus militantes que —como podemos ver— tienen un alcance importante a nivel internacional.

De esta “anécdota” nacen varias preguntas, siendo la primera de ellas: ¿a cuantas ONG están enviando organizaciones terroristas dinero porque personas como Gustavo Petro se lo dicen? ¿Espera Petro el respaldo de Irán y sus grupos terroristas en un futuro, y por qué no decirlo, ahora? ¿El Departamento de Estado de los Estados Unidos no hará ni dirá nada frente a las más recientes afirmaciones de nuestro “líder mundial”? ¿Tampoco la Unión Europea?

Gustavo Petro es un antisemita, incluso Deborah Lipstadt, enviada especial del Gobierno de Estados Unidos para combatir el antisemitismo, ha tenido que decirle al presidente que deje de normalizarlo.

El presidente Petro, al ideologizar a personas como Hassan Nasrallah, incurre en un delito contemplado en el Código Penal Colombiano, como lo es la apología al terrorismo. Esta es una conducta típica, antijurídica y culpable que merece cárcel.

Petro le está dando juego al terrorismo internacional, y también al nacional, pues la paz total ha sido —desde sus inicios— una burla para todo el pueblo colombiano, ya que a estas alturas es claro que no es nada distinto que la consolidación del Pacto de La Picota.

Hassan Nasrallah era un terrorista internacional, el mundo es un lugar más seguro sin personas como él. Sólo espero que el presidente Petro no decida aliarse con el terrorismo islámico. Las consecuencias para Colombia serían nefastas.

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