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Alberto Donadio  Columna

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Inquebrantable amor por la verdad

Presentar a Palacino como un gran corrupto fue un servicio que se prestó a quienes se apoderaron de Saludcoop bajo pretextos falsos para lucrarse y quebrar esa EPS.

Alberto Donadio
19 de agosto de 2023

El abogado romano Marco Tulio Cicerón enseñaba que todo acusador debe tener un inquebrantable amor por la verdad. Lo tenía don Guillermo Cano, el gran fiscalizador de la sociedad colombiana de la segunda mitad del siglo XX. A don Guillermo Cano y a otros periodistas que emularon su ejemplo los mataron por decir la verdad. Es el sacrificio de colombianos insignes como ellos lo que me obliga repetidamente a señalar que se irrespeta su memoria cuando otro periodista distorsiona la realidad y defiende la impostura.

En Los Danieles escribió Daniel Coronell en enero de 2023: “La juez 49 penal del circuito de Bogotá encontró evidencias de que (Carlos) Palacino se apropió de dineros públicos que debían estar destinados a tratamientos médicos de los afiliados a Saludcoop. Con esa plata compró propiedades en Colombia y en el exterior, hizo préstamos a socios y adquirió vehículos de alta gama”. El periodista no ha mostrado fotografías de las propiedades, no ha indicado las direcciones donde se encuentran, no ha revelado las matrículas inmobiliarias. No ha señalado los nombres de los socios a los cuales se les hicieron préstamos con dineros de la salud, ni ha detallado los montos de los préstamos. No ha identificado los vehículos de alta gama. Lanzó todas estas acusaciones sin sustento probatorio.

El periodista escribió en 2017: “Usando los dineros públicos de la salud y dilatando los pagos a terceros, Palacino se daba vida de magnate”. No especificó la cuantía de los dineros públicos utilizados. Tampoco precisó en qué consistía la vida de magnate. Lo afirmó de manera genérica, sin suministrar pruebas.

Hace poco, el periodista manifestó: “Jamás señalé que Villa Valeria fuera construida con recursos de la salud. Lo que dije y sostengo fue algo más grave: proveedores de Saludcoop fueron presionados a comprar suites o casas en Villa Valeria”. El periodista no demostró la presión, no indicó quiénes fueron presionados ni en dónde consta el testimonio de los presionados o la investigación oficial que hubiera demostrado la existencia de la presión. El periodista nuevamente acusó, pero no probó nada. Adicionalmente, hay que recordar que no escribió nunca sobre Villa Valeria para exculpar a Palacino, sino para acusarlo. Ahora se retracta.

La intervención de Saludcoop fue fraudulenta. Se basó en la “inminente afectación” de la prestación del servicio de salud a los usuarios de la EPS y la decretó en 2011 Conrado Adolfo Gómez Vélez, superintendente nacional de Salud. Él se retractó el año pasado bajo juramento y afirmó que nunca estuvo en riesgo el servicio de salud. Cuando Coronell cita investigaciones que se derivan de la intervención, oculta que la toma de control de una empresa privada como era Saludcoop se hizo empleando falsos motivos. Es un engaño contra la opinión pública enarbolar decisiones bastardas de Contraloría, Procuraduría, Fiscalía y justicia penal, pues se derivan de un pecado original, la arbitraria e ilegítima intervención.Frente al libro Palacino es inocente, Coronell lanza una cortina de humo, apela a sofismas de distracción, menciona un expariente y publica fotografías de mis Crocs. Al no poder refutar el contenido de este libro, recurre a ataques personales.

Presentar a Palacino como un gran corrupto fue un servicio que se prestó a quienes se apoderaron de Saludcoop bajo pretextos falsos para lucrarse y quebrar esa EPS. Escribió don Guillermo Cano en 1985: “La única potencia moral que le va quedando a Colombia es la prensa. Y en ella y con ella sus operarios calificados. En medio del torbellino de corrupción, los órganos responsables de información y de opinión han montado guardia al pie de los supremos ideales de la patria”. Por eso es tan grave el engaño del periodista a la opinión pública sobre el falso positivo llamado Saludcoop.

También en 1985 escribió don Guillermo Cano que los periodistas somos como los demás colombianos, con el mismo sentido de patriotismo, “el de que queremos y buscamos lo que es bueno para el país”. Y continuó diciendo: “Por eso las excepciones, las que por flaqueza moral, por sometimiento a inconfesables intereses o por una visión distorsionada o sensacionalista de lo que pasa actúan en forma contraria, deben separarse para que ellas y solo ellas carguen con su culpa”.

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