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Fernando Ruiz Gómez  Columna Semana

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Jóvenes sin futuro

Colombia está en alto riesgo de perder, en una generación, una de las pocas ventajas comparativas en la región, dado el número y capacidades de los profesionales colombianos.

Fernando Ruiz
20 de mayo de 2024

La excelente biografía de Martin Luther King Jr. (King: A Life. Farrar Strauss and Giroux, premio Pulitzer 2024) registró su contundente respuesta a Samuel Yorty, alcalde de Los Ángeles, en la controversia suscitada en medio de la intensidad de la protesta, frente a la pobreza y la exclusión de la población negra que condujo a fuertes levantamientos sociales: “La justicia siempre será más importante que la política”. Esa frase aplica contundentemente a la situación actual y, en especial, al futuro de los jóvenes colombianos.

Los protagonistas de las protestas sociales -que empujaron a la izquierda al poder- hoy están en una orfandad patente frente al proyecto político que apoyaron. Las encuestas reflejan ese desencanto y ese abandono del respaldo al Gobierno reflejado en los 23 meses de gobierno. No puede ser más explícito el mensaje de los jóvenes esta semana: “Nos hemos mantenido en un discurso populista, no podemos seguir en lo mismo…”.

Y es que la situación de ellos es realmente crítica. De acuerdo con el estudio -recién publicado por el Dane-, con base en la Encuesta Integrada de Hogares, la tasa de desempleo de la población juvenil llegó al 20 % y aumentó 1 % frente al último año. Si analizamos, esta tasa es casi el doble de la población general. Se registró una reducción sostenida en la tasa global de participación laboral de los jóvenes, entre los 15 y 28 años, que es un indicador de la dimensión de la pérdida de oportunidades en el mercado laboral.

Pero el informe del Dane presentó otro indicador que ubicó la situación de los jóvenes colombianos en una condición desesperada: tres millones de jóvenes entre los 15 y 28 años no estudian ni trabajan. Esto es aún más preocupante en este rango etario porque 1.900.000 pertenecen a las mujeres (65 %). Esa inequidad de género refleja la vulnerabilidad diferencial que conducirá a muchas de ellas a una condición de desigualdad y sin futuro. Ellas son sujeto de riesgos y condicionantes que finalmente determinan cursos de vida cargados de exclusión, maternidad prematura y pobreza: un círculo vicioso que, al final, consumirá a toda la sociedad.

El gran cambio de una Consejería de Juventud al Ministerio de la Igualdad resultó siendo un tremendo sofisma. Es realmente inoperante y, tan solo con un 1 % de ejecución, refleja la ausencia de políticas sociales y programas que permitan dar algún futuro a los jóvenes colombianos. La carencia de una respuesta se traduce también en altísima deserción escolar y universitaria.

Hoy, muchos jóvenes ni siquiera se plantean la opción de ingresar a la universidad. No quieren enfrentar un panorama de costos altos de la educación, inversión familiar y esfuerzo personal, para lograr un título e ingresar a un mercado laboral que claramente los discrimina. El fiasco y demagogia de la respuesta del Icetex, en que al final no hubo una solución de fondo, sino una pasada de pelota del problema a las universidades privadas, contribuyó para agravar la deserción y la no inserción educativa.

Colombia está en alto riesgo de perder, en una generación, una de las pocas ventajas comparativas en la región, dado en el número y capacidades de los profesionales colombianos. Y estamos haciendo el diagnóstico equivocado cuando atribuimos las decisiones de los jóvenes a cambios intergeneracionales en el comportamiento y las prioridades de vida. La verdad es que millones de jóvenes se encuentran en su casa haciendo prácticamente nada. Eso sí, alimentando su frustración y desesperanza. Será muy difícil exigirles después una participación informada y constructiva en la sociedad.

La respuesta de este gobierno ha sido equivocada, por decir lo menos. Han pretendido manejar la situación de los jóvenes colombianos como un asunto político, con la vana expectativa de reeditar los levantamientos de 2022. Estrategia errónea, como muchos lo han expresado en entrevistas durante la semana: están “mamados del activismo”, quieren respuestas y acciones de un gobierno que adquirió con ellos tremendo compromiso que ni siquiera han cumplido.

En síntesis, una falta absoluta de justicia, en especial de justicia social, como lo expresó Martin Luther King Jr. en uno de sus momentos de mayor lucidez intelectual.

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