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Los planes de desarrollo y nuestros hijos

La covid-19 y sus efectos nos ponen frente al reto en el planteamiento de programas y la asignación de recursos. Por ello es preciso avanzar a partir de lo que ya sabemos, hemos ganado y lo que tiene más rédito social y económico.

Gonzalo Restrepo, Gonzalo Restrepo
14 de mayo de 2020

En el retorno progresivo de actividades, como sociedad, tenemos el inmenso reto de la reinvención. En este momento existe una oportunidad maravillosa para que los derechos de los niños tengan el tratamiento añorado por años. Lo contrario sería seguir como veníamos, es decir, una terrible anormalidad.

La suerte está en manos de concejales y diputados que tienen la responsabilidad de aprobar los planes de desarrollo territoriales presentados por las administraciones municipales y departamentales. Me asalta el temor de que en la mayoría de estos planes, los derechos de la primera infancia sigan aislados de las metas y los presupuestos que garantizan que queden incluidos en la gestión gubernamental de los próximos cuatro años.  

Resultan abrumadoras las necesidades que se han evidenciado con la emergencia sanitaria, muchas de ellas por rezagos en la garantía de derechos fundamentales como la salud y la seguridad alimentaria de la población, en especial de la infantil. Por eso es preciso que el Estado continúe sopesando la inversión en relación con el cuidado de la vida y el bienestar, y en este ejercicio los representantes de esta población infantil son los gobernantes, concejales y diputados quienes deben darle orden lógico a las prioridades en sus regiones.

No hay capital para todo. ¿Qué es entonces lo primordial? ¿Qué es lo último que se debe recortar?

La covid-19 y sus efectos nos ponen frente al reto en el planteamiento de programas y la asignación de recursos. Por ello es preciso avanzar a partir de lo que ya sabemos, hemos ganado y lo que tiene más rédito social y económico.

Nuestro urgente llamado se basa en que solo una minoría de territorios incluyó los derechos de la primera infancia, la infancia y la adolescencia en sus programas de desarrollo. Incluso hay un caso en que las metas en indicadores sensibles como la prevalencia del bajo peso al nacer que está en 10%, quedó formulado para que al 2024 sea del 15%. Es inadmisible que planeemos  involucionar, o incluso  pretender seguir igual. Tenemos que acoger lo que hemos construido con esfuerzo y proyectarnos con visión y valentía hacia un escenario aún mejor.

En algunas regiones los funcionarios encargados de tomar decisiones con respecto de los planes de desarrollo recibieron información valiosa para apoyar este proceso. Desde los observatorios Cómo Vamos se hizo un ejercicio riguroso y constructivo basado en seguimientos y análisis estadísticos para facilitar el conocimiento y actualización que las administraciones de Bogotá, Medellín, Cali y Manizales necesitan para establecer prioridades frente al desarrollo integral de la primera infancia, con énfasis en salud y nutrición.

Por su parte, la coalición NiñezYa, que suma la experiencia de más de 100 organizaciones que por años han trabajado por los derechos de la niñez y la adolescencia, ha reforzado el llamado pedagógico e ilustrativo sintetizado en los 10 “Ya” o impostergables que afectarán en los siguientes 4 años el desarrollo de 15 millones de nuestros niños y niñas.

Ambos ejemplos son valiosos aportes que se han entregado a los gobernantes, a sus equipos técnicos, y ahora a los concejales y diputados como insumos de alto valor para priorizar, en caso de dudas, la cobertura y el acceso a los servicios de salud maternoinfantil, la lactancia materna y la nutrición en el inicio de la vida.

También se han entregado argumentos para incluir en los planes de desarrollo la disminución de las tasas de desnutrición gestacional y de bajo peso al nacer y otros aspectos claves para el desarrollo integral de los niños como lo son el juego y la música, a la vez que se les han proporcionado estadísticas y conclusiones ilustradas para ayudar a proteger a las familias ante asuntos críticos como el maltrato. Aspectos todos que no dan más espera, pues las niñas y niños son nuestro futuro. El de Colombia toda.

Pero preocupa enormemente que estos elementos concretos que traducen formas de garantizar derechos con protección constitucional, no se vean reflejados en la mayoría de las versiones preliminares de los planes de desarrollo territoriales. Tenemos la esperanza de que nuestros concejales y diputados acogerán este llamado para su revisión e inclusión. Nuestros pequeños los necesitan con urgencia.

Si no es así, ¿cómo podríamos impedir que se prolongue por cuatro años más el aislamiento de las soluciones para el presente y el futuro de millones de niños y niñas colombianos?

(*) Presidente Junta Directiva Fundación Exito

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