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Negociar con Nicolás Maduro

A diferencia de los otros presidentes colombianos que han tenido que lidiar con Chávez y Maduro desde 1999, el presidente Iván Duque es el primero que arranca dándole la espalda al “régimen de la ocupación” desde el primer día de mandato.

Daniel Mauricio Rico, Daniel Mauricio Rico
2 de septiembre de 2019

Tarde o temprano el Gobierno de Iván Duque deberá replantear su estrategia diplomática con el régimen de Nicolás Maduro y sentarse a negociar sobre algunos mínimos en las relaciones binacionales. Entre más pronto se dé este diálogo, más probabilidades para que la estructura criminal de Márquez y Santrich se asfixie, se alivie en algo el padecimiento de los millones de migrantes venezolanos y se reactive, o al menos no empeore, la colapsada economía fronteriza.

A diferencia de los otros presidentes colombianos que han tenido que lidiar con Chávez y Maduro desde 1999, el presidente Iván Duque es el primero que arranca dándole la espalda al “régimen de la ocupación” desde el primer día de mandato. Entre Pastrana y Chávez las relaciones fueron fluidas y sin rupturas, en sus primeros años de presidente el coronel golpista posaba con éxito como demócrata y no había desmembrado la Constitución para atornillarse en Miraflores, Pastrana no tuvo motivos para carearlo ni tampoco la intuición para anticipar lo que venía.

Las buenas relaciones se mantuvieron con Uribe hasta el sexto año de su gobierno, cuando Chávez pateó el tablero diplomático al darle el estatus de beligerancia a las Farc. Es decir, que  durante tres cuartas partes de su mandato el presidente Uribe mantuvo un canal diplomático y político bastante sólido con Caracas (pero con patadas de lado y lado bajo la mesa), el estruendo de la ruptura en los últimos meses hace olvidar las mieles del buen trato que marcó la mayor parte de la relación Uribe-Chávez. Una muestra muy criolla de ese buen trato es el video de la canciller Conchi Araújo bailando con Chávez en unas escaleras al término de una cumbre binacional.

Con Santos en la Presidencia las relaciones con Venezuela tuvieron un pragmatismo sin precedentes, pasó en poco tiempo de ministro de Defensa enemigo a presidente aliado, desde la posesión presidencial lo graduó de nuevo mejor amigo y lo mantuvo así durante todo el primer mandato, logró sumar primero a Chávez y después a Maduro a la negociación con las Farc y que estos forzaran a la guerrilla para aceptar la salida negociada. Ya cuando la firma de la paz era irreversible y las Farc estaban preparándose para entrar a la política sin armas, vino la desmarcada frente al régimen y se quedó Santos con ambos premios políticos, el apoyo venezolano al proceso de paz y presentarse como defensor de la democracia venezolana. 

Hasta ahora Duque no ha tenido un solo día de tregua con Maduro, eso sí, ha logrado desescalar con éxito las insinuaciones de una intervención militar en Venezuela y del otro lado han respondido con reciprocidad, punto a favor. Pero el envión para tumbar a Maduro respaldando a Guaidó tuvo un muy mal cálculo estratégico, Duque se jugó una de las mejores cartas de presión al convocar al grupo de Lima para llevar ayudas humanitarias (que eran más demagogia que realidad) y apostarle su capital diplomático a una transición que por ahora no tiene ni forma ni fondo.

Con las declaraciones de la semana pasada de Iván Márquez donde abandona para siempre la paz territorial, privilegia su posición de narcotraficante y da delirantes lecciones de historia para justificar su avaricia, su cobardía y la retoma de las armas desde Venezuela. El presidente Duque tiene una opción dorada de diálogo con Maduro y los miembros del consejo de seguridad de Naciones Unidas (donde Maduro mantiene todavía dos respaldos importantes). Se abre por consecuencia de esta crisis, la opción de un canal de diálogo estratégico que se necesita con urgencia, diálogo que no se hace a punta de micrófono en plaza pública ni con amenazas, el Gobierno sabe que negociar con Maduro no es grato para ningún demócrata (y todos nuestros presidentes lo han sido) pero es en este caso necesario y urgente.

Tal vez Duque sea el primer presidente colombiano que termine su mandato con mejores relaciones con Venezuela que como las comenzó.

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Anticipo: las declaraciones del Gobierno nacional de privilegiar la implementación de los programas de sustitución de cultivos ilícitos por medio de convenios con los gremios nacionales de la agroindustria y quitarle ese monopolio a las Naciones Unidas, es la mejor noticia que se le ha dado a la paz este año.

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