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No solo de pan vive el hombre

El ingreso es, sin duda, un coadyuvante del bienestar; pero ni lo garantiza, ni es su único determinante.

Esteban Piedrahita, Esteban Piedrahita
29 de abril de 2018

Por ello, diseñar indicadores que partan de una noción más integral del bienestar que el mero PIB por habitante, y que brinden pistas útiles para la formulación de mejores políticas públicas, ha sido una preocupación central de muchos economistas, incluyendo Premios Nobel como Amartya Sen y Angus Deaton.

Desde los años 80, entidades como Naciones Unidas y Cepal introdujeron medidas como el Índice de Desarrollo Humano y el de Necesidades Básicas Insatisfechas, que buscaban arrojar nuevas luces sobre las condiciones de vida de los hogares según su acceso a servicios básicos y sus capacidades. El Índice de Pobreza Multidimensional, también adoptado por la ONU y que se aplica en Colombia, es una evolución de estas medidas y un complemento al análisis de pobreza monetaria o basada exclusivamente en ingresos.

Recientemente se ha venido dando mucho énfasis al bienestar subjetivo; a la evaluación que hace cada persona u hogar de su propia condición. La ONU produce el Informe Mundial de la Felicidad, la Ocde el Índice para una Vida Mejor y varios países desarrollan sus propios sondeos. Desde 2015, Planeación Nacional incorpora un módulo sobre satisfacción en su Encuesta de Percepción Ciudadana (lo propio hace en Cali el Observatorio POLIS de Icesi con su encuesta CaliBRANDO).

En ambas mediciones, los colombianos reportan un alto nivel de satisfacción con sus vidas: 8,4 sobre 10 (contra un 6,5 en promedio de los países de la Ocde). Este no parece estar muy relacionado con el ciclo económico (solo ha bajado 2 décimas desde el primer semestre de 2015 cuando la economía marchaba mucho mejor) y es consistente en todo el territorio (en la medición del DNP la cifra para Cali es 8,4 y en la de POLIS 8,5). Donde sí hay una clara disonancia es en que mientras 8 de cada 10 colombianos reportan que su vida va bien, una misma proporción reporta que el país va mal.

La relación entre satisfacción y nivel de ingreso es compleja. El ingreso absoluto no parece ser un gran determinante de la satisfacción. Aunque inicialmente el nivel de satisfacción sube moderadamente con el ingreso, alcanza un pico en torno a los 5 millones de pesos al mes y luego comienza a descender (esto es consistente con lo observado en otros países). El resultado es que mientras el ingreso está muy mal distribuido en Colombia (GINI del 0,52), la satisfacción parece estarlo en forma mucho más equitativa (GINI del 0,11). Cuando se trata de dinero, a partir de cierto punto, tener más no es mejor.

Sin embargo, el ingreso relativo al de los vecinos o pares más próximos sí pareciera importar. Mientras quienes dicen estar en peor situación económica que sus vecinos reportan una satisfacción de 7, quienes dicen estar mejor que sus vecinos reportan una del 8,8. Otro factor que juega un rol es la edad. Los niveles de satisfacción más altos se dan antes de los 30 años y después de los 70, que normalmente no son las épocas de mayor capacidad productiva (esto también coincide con lo observado en otras partes). Pero de lejos el que pareciera tener mayor impacto en la satisfacción con la vida es la salud. Los que indican tener muy mala o mala salud, reportan niveles de satisfacción de 7,4-7,5; los que la reportan buena o muy buena califican su satisfacción en 8,6-9.

Tener herramientas que permitan evaluar, desde diferentes perspectivas, el bienestar de los ciudadanos no solo enriquece las políticas públicas, sino que nos ayuda a entendernos mejor a nosotros mismos y a aproximarnos a un mayor conocimiento de la condición humana.

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