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La semana de los propietarios

Hemos avanzado mucho como país, para silenciarnos ante problemas de hondo calado, como el derecho a la vida y la confianza sobre las FFAA.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
3 de junio de 2019

El equipo de trabajo y los periodistas de la revista SEMANA merecen el reconocimiento del país. Sin su trabajo comprometido y serio no sería posible conocer muchas de las investigaciones que han mejorado la sociedad y el debate público colombiano.

Escribir en Semana.com es una oportunidad que me ha dado este portal para hacerlo libremente. Nunca he sentido asomo de censura.

A lo largo de estos casi cuatro años en los que he escrito cada martes, solo en una ocasión, un directivo de una de las grandes empresas del país aludida en una columna me llamó para expresar su objeción a la mención de la empresa, darme a conocer su respeto por la revista y el aprecio que tenía por el director, a quien dijo conocer.

Nunca cumplió la cita que le puse para conversar personalmente sobre su objeción a lo publicado. ¿Se arrepintió? No supe.

Por eso extrañó y dolió el trino de Daniel Coronell donde contó que lo habían llamado para terminar su relación como columnista de la edición impresa.

Sorprendió porque expulsar un columnista estrella, comprometido con la verdad e investigador serio, va en contra del sentido de respeto a la opinión de quien interroga y difiere en su casa.

Más sorpresivo aún fue el hecho de que esa decisión la tomara el dueño de la revista. Y sorprende porque SEMANA como empresa ha establecido una relación casi de familia con los lectores y esta decisión hizo que muchos sintiéramos el hecho como una agresión.

Esta manera de ejercer el poder grafica lo que distancia a buena parte de la sociedad con la dirigencia en ámbitos económicos, políticos, periodísticos, religiosos y sociales etc.

Silenciar a quien controvierte, a quien disiente no es un acto de democracia. Hace poco criticamos a las autoridades del fútbol por una conducta semejante frente a las jugadoras de la selección colombiana de futbol femenino, para mencionar un ejemplo.

Los colombianos hemos padecido una élite que en muchos casos abusa del poder con finos ademanes, líderes que en múltiples ocasiones han sido indolentes cuando del interés nacional se ha tratado.

Hemos podido leer el editorial de la revista, también la entrevista en El Tiempo a Felipe López. Ambos textos están bien escritos, pero no dicen lo esencial.

Hace falta, y ojalá pudiese haber marcha atrás, con un “nos equivocamos e invitamos a Daniel para que continúe”.

Por ahora no aparece lo que llamamos voluntad de enmienda.

¿Por qué será difícil? ¿Qué habrá detrás de este asunto que impide corregir? ¿Honor, orgullo? No sé.

Las preguntas flotan y lo que parecen ser declaraciones de cierre para pasar la página, continúan inquietando a la opinión, hasta la siguiente conmoción, en este país de atravesados.

Lo positivo es que por estos tiempos los lectores no se conforman solo con recibir información.

No. Ahora controvierten, critican, promueven acciones y causan efectos.

SEMANA, hay que repetirlo, es en tiempos recientes y pasados, uno de los valores para la libertad, en un país antidemocrático. Ha abierto puertas y facilitado que la voz de expresiones diversas y disímiles refresque la democracia colombiana.

Hemos avanzado mucho, para silenciarnos ante problemas de hondo calado, como el derecho a la vida, la confianza sobre las FFAA y el futuro del país.  Han retornado las dudas y deben enfrentarse llamando las cosas por su nombre.

Es cierto que no hubo censura porque la columna de Daniel Coronell se publicó, pero se castigó a los lectores y al columnista, para que no ose más poner en duda la credibilidad de la revista, que es todo.

La afirmación del propietario en su entrevista es clara. No permitirá que se cuestione la revista desde la revista misma. Esa es su línea roja.

¿En la familia periodística son inaceptables los disensos respetuosos?

Cuando algo empieza mal, termina mal, dicen algunas mamás, en sus acostumbradas sentencias.  He visto que en muchas ocasiones eso no es cierto y espero que esta sea una de ellas.

No creo que corresponda a los columnistas, a los propietarios, ni a la revista misma el final de este episodio.

El punto final lo darán los lectores y la audiencia en general.

Adenda: En La política de las armas III, daré continuidad al tema que venía desarrollando en las columnas anteriores. Disculpas por la interrupción, pero los sucesos relacionados ameritaban una reflexión.

@alvarojimenezmi

ajimillan@gmail.com

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