Francisco José Mejía columna Semana

Opinión

Petro: ¿emancipador o tirano?

Nunca ha sido un oprimido, siempre ha sido un opresor, por eso hoy se pone del lado del dictador más brutal que ha habido en Latinoamérica.

Francisco Mejía
12 de enero de 2025

Los fundadores del M-19 siempre quisieron representar el arquetipo del revolucionario que se rebela ante una tiranía para recobrar la libertad de su pueblo. Pero a falta de tiranía, cabalgaron sobre el relato del fraude electoral de 1970 y, a partir de ahí, negaron la democracia colombiana como una cómoda fórmula para justificar el baño de sangre al que sometieron al país. La verdad es que siempre fueron un grupo de marxistas radicales tratando de hacer una revolución en Colombia, no para liberarla, sino para ponerle las mismas cadenas con las que ya su patrocinador Fidel Castro había sometido al pueblo cubano. De ahí viene Petro, quizás el mas radical y dogmático de todos.

Los tiranos no se vuelven así el día que tienen el poder absoluto, ellos actúan como tal con el poder que tengan. Petro era un tirano desde que estaba en el M-19: lo fue cuando le puso una pistola en el cuello a un periodista en Ibagué para que no revelara el paradero de su compañera sentimental, también guerrillera en ese entonces; o cuando le reventó la cara a cachazos a un capitán del Ejército antes de accionar el arma que milagrosamente se trabó, y eso le salvó la vida. Así actuaba con el pequeño poder que le daba empuñar un arma. Ambos hechos han sido denunciados valientemente por sus víctimas. También fue un tirano en la Alcaldía de Bogotá cuando, contra todas las recomendaciones técnicas, ejerció su poder para colapsar el sistema de recolección de basuras en su afán estatizante, con un prejuicio económico altísimo para la ciudad. Y fue un tirano como líder de la oposición cuando utilizó su poder político para movilizar a una fuerza violenta que estaba a su servicio denominada primera línea, dejando mucho dolor y muerte a su paso. Hoy, con el poder presidencial sigue siendo un tirano; sólo alguien así es capaz de poner en ejecución un plan macabro para destruir el sistema de salud y de esa manera implantar uno que se acomoda a su ideología extrema, lo cual es un caso de manual de ingeniería social típico de un déspota, que dejará más muertos que todos los actos tiránicos que ha efectuado en el pasado: las víctimas crecen en proporción directa al poder del tirano.

Ahora, para desgracia de Petro, aparece el verdadero arquetipo que él siempre ha pretendido usurpar, ese del héroe que lucha por liberar a su pueblo, y lo hace encarnado en una mujer, en María Corina Machado. ¿Y qué hace Petro? Corre a apoyar al tirano. Sabe que Maduro se robó las elecciones, que está asesinando a opositores políticos, que tiene presos en las mazmorras del régimen a menores de edad, que es el líder de un cartel del narcotráfico que operan sus generales, y que millones de venezolanos han huido de la crisis humanitaria. Y aún así manda a su embajador en Caracas para que, junto con otros sátrapas de la región como Ortega y Diaz-Canel, felicite a Maduro en su espuria posesión.

La empatía de Petro con Maduro es un acto de espíritu de cuerpo. Hoy por ti, mañana por mí. Él no se identifica con María Corina porque es un impostor, su verdadera identidad es la de tirano. Nunca ha sido un oprimido, siempre ha sido un opresor, por eso hoy se pone del lado del dictador más brutal que ha habido en Latinoamérica.

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