Petro = tsunami para Bogotá

El Presidente Gustavo Petro y el ministro de Transporte, Guillermo Reyes, amenazan, extorsionan y chantajean los proyectos de infraestructura social de Bogotá. El Gobierno exige, de manera dictatorial, que se hagan cambios a la obra de infraestructura más importante que se está adelantando en Colombia: la primera línea del Metro de la capital. Para satisfacer su capricho, están dispuestos a detener nueve proyectos que cofinancian en la ciudad (TransMilenio, Cables, Regiotram, vías, entre otros.) y pasan por alto los adelantos que cada uno tiene, sin importar los millonarios sobrecostos.

Sabotear el Metro y utilizar la posición de poder de manera autoritaria para que el Distrito corra tras sus pretensiones demuestra el afán, angustia y desesperación del primer mandatario por hacer subterráneo el trazado de la Avenida Caracas, desde la calle primera hasta la 72. Amenazan a los bogotanos al señalar que “si no se acepta, como se ha venido diciendo, que se hagan las modificaciones propuestas dentro del marco jurídico, (...) el Gobierno (...), en la medida en que financia el 70 % de los otros proyectos, (...) esos otros proyectos se van a tener que parar”.

Las obras a las que se refieren son: los Regiotram de Occidente y del Norte; los cables de San Cristóbal, Reencuentro Monserrate y Ciudad Bolívar; la segunda línea del Metro bajo tierra que conectará el occidente con el centro de la ciudad; la troncal Calle 13; y los accesos norte y la ALO Sur, que se adelantaron en la administración de Enrique Peñalosa. Obras que avanzan en estructuración, contratación y/o ejecución y suman un total de 65 billones de pesos. Además, afectarían la recuperación del Río Bogotá por las posibles demoras en la construcción de la PTAR Canoas, que requiere una garantía de la Nación que respalde los créditos.

El tirano constreñimiento pone en riesgo el transporte público multimodal que necesitan con urgencia los bogotanos y evidencia el talante antidemocrático del “Gobierno del Cambio”. Una administración que desconoce el progreso de la ciudad en la adecuación del patio taller (68 %), corazón del Metro de Bogotá y el Traslado Anticipado de Redes (95 %), obras que evidencian que el Metro elevado está en ejecución. El presidente Petro ha decidido echar bajo tierra los logros en infraestructura víal de los expresidentes Juan Manuel Santos e Iván Duque, y se ha despojado de su autoridad como presidente para actuar como emperador de una república bananera, desconociendo la autoridad de la alcaldesa elegida democráticamente y, de paso, poniendo en jaque la descentralización y la autonomía territorial, haciendo de Colombia un país mucho más presidencialista que en los tiempos de Rafael Nuñez. La dictadura de su pensamiento se desborda a metros.

Probogota, la Procuradora General, Margarita Cabello; las Contralorías General y Distrital, el Comité Intergremial de Bogotá y Cundinamarca son voces que han manifestado su preocupación por la modificación del trazado, sobrecostos de la obra, futuro de los predios adquiridos y el eventual detrimento patrimonial. Cada entidad señala que los perjudicados con la paralización de las obras serán los más de siete millones de bogotanos que se beneficiarían con la infraestructura social.

La coacción del primer mandatario vulnera la movilidad de la ciudad y planea utilizar 17 billones de pesos de la Nación para satisfacer su ego. Continuaré defendiendo -en cualquier instancia- el Metro de los bogotanos. Ojalá el presidente entienda lo que le dicen las encuestas, que lo muestran en caída libre. Colombia es un país democrático donde la institucionalidad es fuerte y los instintos autoritarios de sus líderes se estrellan contra la voluntad del pueblo, que esta vez no será inferior al reto que le están planteando desde la Casa de Nariño, donde la arrogancia crece todos los días varios kilómetros.