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Ay Nicaragua Nicaragüita

Nicaragua está incendiada y nadie garantiza que el fuego se aplaque, no solo por la violencia desatada en la represión de las protestas, sino por las características del pueblo, conocedor como pocos del significado de las palabras resistencia y revolución.

Ana María Ruiz Perea, Ana María Ruiz Perea
29 de abril de 2018

Como tomando las banderas de sus padres y abuelos heroícos que tumbaron a un dictador, los estudiantes prendieron la mecha el 17 de abril cuando acordaron irse a las calles para protestar en contra de los recortes a la seguridad social anunciados por el gobierno. Oficialmente se reconoce la muerte de 10 personas como consecuencia del “choque con los violentos manifestantes vándalos”; el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos habla de 34 muertes confirmadas, la Comisión Permanente de Derechos Humanos habla de 63 y la gente en redes no duda que los muertos lleguen a la centena por la cantidad de desaparecidos y de malheridos que hay en los hospitales. Pero a pesar de la fiereza de los antimotines, la gente no ha dejado de salir a las calles a protestar, aunque el gobierno haya echado para atrás su decisión de los recortes; al fin y al cabo, esa razón no es más que la gota que rebosó la copa del aguante a los abusos de un régimen autoritario, corrupto y nepotista.

En estos días vi en una nota de televisión una escena conmovedora. Iba una marcha multitudinaria por la calle, cuando empezó a sonar por unos parlantes la canción que fuera himno de la revolución sandinista: “Ay Nicaragua, Nicaragüita / la flor más linda de mi querer…” comenzaron a cantar los manifestantes a una sola voz, desde los más jóvenes hasta los adultos mayores que reclamaban por su pensión, y a algunos les corrían lágrimas por sus rostros en pie de lucha.

Es una paradoja, pensé, o una demostración del poder de la música para trascender democracias y dictaduras. O ambas. Es revelador que esta canción de Carlos Mejía Godoy, el cantor de la revolución sandinista, sea entonada por el pueblo que se levanta en contra de Daniel Ortega, el líder del movimiento que acabó con la dictadura de Anastasio Somoza. En el coro de esta protesta, ese canto de amor a una patria liberada se volvió un lamento, como un reclamo triste a la traición. “Ay Nicaragua, Nicaragüita sos más dulcita / que la mielita de Tamagás / pero ahora que ya sos libre, Nicaragüita / yo te quiero mucho más…”

Ahora que ya sos libre, cantaban en los años 80 después de derrocar a una tiranía de medio siglo de generaciones de Somozas esquilmando el poder. Ahora que ya sos libre le cantaban en las narices a la contra que intentaba derrocar al sandinismo en el poder, armada hasta los dientes por los Estados Unidos. Ahora que ya sos libre, cantaron en 1990 cuando se inició el período democrático, de relevos presidenciales cada 5 años. Siendo libre, Nicaragüita eligió en 2006 a Daniel Ortega quien arañando el escrutinio logró la presidencia en el nombre espurio de una revolución, y él y su esposa Rosario Murillo se atornillaron al poder aliados hasta con el diablo, incluidas todas las iglesias, para adelantar una agenda de restricción de derechos individuales, usando un estilo de gobierno con fuerte énfasis cristiano-esotérico y altos niveles de corrupción que les han permitido cooptar al congreso y a las cortes. Ortega y Murillo, en su tercer período de gobierno, intentan erigir sus figuras como el padre y la madre de un país donde oficialmente no gobierna un presidente sino una pareja presidencial, y su foto es omnipresente desde las portadas de los libros de texto escolares, hasta las oficinas, las plazas y las calles.

Para que esta pareja haya durado 12 años en el poder en el segundo país más pobre de América Latina, hay que saber que Hugo Chávez les mandaba chorros de billete (no al gobierno, no al banco central, no a los ministerios. A ellos) y con ese dinero hicieron barrios, abrieron trochas y dieron subsidios en el nombre del Poder Popular. Cerrado el chorro de los petrodólares, el sostenimiento del Estado hace agua, y como en toda dictadura no queda más alternativa que joder al pueblo exprimiéndoles sus recursos de donde no los tienen.

Hasta este abril, cuando el pueblo se levantó y la pareja presidencial reprimió. Ahora el gobierno está llamando a un diálogo nacional. “¿De qué diálogo hablan? ¡Si son unos asesinos!” responde la gente que convoca por redes a no cesar la presión y advierte que no cederá hasta tanto se convoquen elecciones anticipadas.

Imposible predecir lo que va a suceder en Nicaragua, pero todos los analistas coinciden en que después de esta masacre ya nada será igual. Los estudiantes hoy, en resistencia, están escribiendo su propia gesta revolucionaria.

@anaruizpe

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