Home

Opinión

Artículo

Jorge Gabriel Taboada

Re-elecciones y paz

La participación de EE.UU. en nuestro proceso de paz se explica por su rol de país consumidor de narcóticos, y la de Venezuela por la fuerte influencia personal que Hugo Chávez ejerce sobre la guerrilla .

Dinero
26 de septiembre de 2012

Así como Estados Unidos y Venezuela han sido partes importantísimas en nuestro conflicto armado, hoy sus presidentes son actores fundamentales en nuestro incipiente proceso de paz. Por esto vale la pena preguntarse sobre lo que pasaría si el presidente Chávez o el presidente Obama no resultaran reelegidos en las elecciones presidenciales que vienen en Venezuela el 7 de octubre próximo y en Estados Unidos el próximo 6 de noviembre.

Basta con repasar los pasos de baile cuidadosamente coreografiados que han dado tanto Chávez como Obama al presentar al mundo nuestro proceso de paz para constatar que ellos mismos –como personas– están jugando un papel fundamental en la búsqueda de la paz colombiana.

Obama dio el primer paso visible el pasado 15 de marzo en el discurso que pronunció en Cartagena con ocasión de la Cumbre de las Américas, en el que se refirió dos veces a un inédito proceso de paz “justo y duradero” al que entraría Colombia después de la firma del TLC, gracias al cual, en sus palabras, se consolidarían los importantes avances conseguidos por nuestro país y se destrabaría nuestro “increíble potencial”.

La coreografía se hizo evidente el pasado 4 de septiembre cuando, después de que se hicieron públicas las pre-conversaciones de paz entre el Gobierno y las Farc, se pronunciaron simultáneamente cinco países para “saludar” el inicio del proceso de paz colombiano; Venezuela y Chile –los países acompañantes del proceso– Noruega y Cuba, –los países garantes– y los Estados Unidos.

Al examinar los pronunciamientos de estos cinco países, llama la atención la sincronía del lenguaje de la cancillería chilena y la americana y también la brevedad del tweet de Chávez, que contrasta con la profundidad del pronunciamiento de la Casa Blanca en el cual Obama confirmó la alianza entre los Estados Unidos y Colombia e invitó a las Farc a “aprovechar esta oportunidad para abandonar el terrorismo y el narcotráfico, con el fin de que los colombianos puedan avanzar en la construcción de una sociedad democrática, próspera y justa”.

Acto seguido las propias Farc entraron en la coreografía y respondieron a Obama mediante una entrevista que dio en la Habana el comandante guerrillero Mauricio Jaramillo, en la cual reconoció el respaldo de Obama al proceso y agregó que la salida al narcotráfico colombiano está en aceptar su carácter de problema social y en apoyar la sustitución de cultivos de los campesinos pobres que producen las cosechas prohibidas. No parece coincidencia que en esa ocasión Jaramillo, usando las mismas palabras que había venido utilizando Obama, se refiriera a la “paz duradera”.

Y es que para las Farc el respaldo americano al proceso de paz es fundamental, no solamente porque consideran que los Estados Unidos está involucrado en el conflicto, sino también porque esa organización tiene cuentas pendientes con la justicia americana por narcotráfico y por el secuestro de ciudadanos estadounidenses, de manera que será necesario diseñar alguna fórmula, con la participación de ese país, para que una vez concluido el eventual proceso de paz, los miembros de las Farc no sigan corriendo el riesgo de ser extraditados a Estados Unidos.

El papel que desempeña Obama en el proceso es parte de la estrategia americana de largo plazo frente a Colombia, la cual tiene respaldo bipartidista, ya que comenzó con Bill Clinton y se profundizó con George W. Bush, quien permitió que los recursos del Plan Colombia se usaran en operaciones de contrainsurgencia y no solo en operaciones antinarcóticos como originalmente estaba previsto.

¿Y el papel de Chávez? Así como la participación de los Estados Unidos en nuestro proceso de paz se explica por su rol consuetudinario de país consumidor de narcóticos, la participación de Venezuela se justifica por su carácter de nación fronteriza y –sobre todo– por la fuerte influencia personal que Chávez ejerce sobre la guerrilla colombiana, lo que significa que si Capriles fuera elegido presidente de Venezuela no podría sustituir a Chávez en el papel de mediador secreto entre el gobierno colombiano y las Farc.

De manera que es probable que el presidente Santos, a quien le ha tocado cuadrar toda la coreografía, esté tranquilo con las elecciones americanas ya que lo más probable es que tanto Obama como Romney continúen apoyando el proceso, pero rece en secreto para que Chávez gane las elecciones venezolanas y sobreviva a su cáncer, por lo menos hasta que nuestro proceso de paz esté bien avanzado.

Noticias Destacadas