Salud y Rocío
Jorge Iván Cuervo critica a Salud Hernández por elogiar en su última columna de El Tiempo a la representante Rocío Arias.
La columnista española Salud Hernández sorprendió a propios y extraños con una columna de elogio desmedido a la representante a la Cámara Rocío Arias. No sólo señaló que es justo reconocerle su actitud frentera por el apoyo al proceso de paz con los paramilitares, sino que la erige en una de las líderes políticas más importantes y valiosas del país, injustamente defenestrada por la clase política tradicional. A ver, a ver, doña Salud, vamos por partes.
Una cosa es que debamos reconocerle a la representante Arias su actitud de defender el proceso con los paramilitares de cara al país, en contraste con otros congresistas vergonzantes que se han beneficiado electoralmente de la presencia de las AUC, y ahora no son capaces de defenderlos en el proceso. Otra, muy distinta, es que tengamos que considerarla por eso una especie de heroína nacional candidata a la mujer Cafam del año.
Yo le acepto su valor y su actitud para dar la cara para defender un proceso difícil y complejo, aunque necesario para el país, pero no más. Porque su defensa del proceso no ha sido la más adecuada. Ella se ha encargado de presentar a los jefes de las AUC como héroes y víctimas, solamente, al permitir que se minimice la discusión sobre los crímenes que han cometido y sobre las verdaderas víctimas que ha dejado su lucha contrainsurgente. Ella logró que estas personas fueran al Congreso a exponer sus puntos de vista, sin duda un gesto innecesario que mancilló la democracia colombiana -como también lo fue la presencia de alias Francisco Galán del ELN-, porque aquí no se trata de ideología, señora Hernández, sino de compromiso con la democracia y con poder hacer política sin intimidación.
Me pregunto si usted haría una defensa tan vehemente de algún político que en estos tiempos saliera a defender un posible proceso de paz con las Farc o, para no ir más lejos, a su tierra natal. No creo que usted apoye que un político español defienda la legitimidad de diálogos con el grupo ETA. Allí hasta hubo un pacto para quitarle toda legitimidad a quien quisiera defender políticamente a ese grupo terrorista, como sucedió con el partido Batasuna. ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué apoya y defiende a Rocío Arias y no al Partido Nacionalista Vasco? Lo primero que le pedimos es consistencia.
Yo no tengo información para hablar mal de Rocío Arias, ni me interesa. Se ganó su legítimo derecho a ser representante a la Cámara y serán sus electores quienes juzguen su mandato de cara a una reelección. Si ella decidió jugársela por el proceso de paz con los paramilitares, eso está dentro del juego democrático. No podemos olvidar, sin embargo, que en su zona de influencia era muy difícil votar por otra persona, que personas de su seguridad privada están siendo investigados por la muerte de unos políticos en Meta, que aparecer en cuadernos al lado de uno de los jefes de las AUC confinado en Ralito no es precisamente un gesto encomiable digno de ser presentado a las futuras generaciones como ejemplo de valentía y coraje.
A la representante Arias jamás la he escuchado hablar de las víctimas del paramilitarismo, ni de la necesidad de su derecho a la verdad y a la reparación, y mucho menos de unos estándares razonables de justicia. Y entonces me parece que su papel de defender el proceso es legítimo, pero cuestionable. Hasta ahí no más.
Para mujeres luchadoras, trabajadoras y rectas, la viuda de Pardo Leal, la niña que atraviesa a diario el río Magdalena en la región del Plato para dar clase a 20 niños donde no llega el Estado, las mujeres indígenas en medio del conflicto, las miles de viudas que ha dejado esta guerra, las madres y las esposas de los soldados secuestrados por las FARC, todas las mujeres Cafam, las madres de los muchachos de Cazucá. En fin, para qué seguir en este país de verdaderas heroínas, como para que usted ahora nos venga a meter a la brava una más que no merece tal condición.
Yo sé que usted ha hecho denuncias valientes sobre las actividades de los paramilitares -y de la guerrilla- y le gusta ir en contravía. Pero le pido como colombiano que no pierda la proporción de las cosas, no contribuya a la inversión de valores ni a ayudarnos a seguir diluyendo esa tenue frontera entre lo correcto y lo incorrecto, sin la cual es muy difícil construir una nación digna y decente.
* jicuervo@cable.net.co