Julio Londoño Paredes Columna Semana

Opinión

¡Sálvese el que pueda!

Sin una acción concertada no se podrán superar los problemas más agobiantes.

13 de enero de 2023

La situación por la que están atravesando algunos países del continente pone evidencia problemas a los que Colombia no es totalmente ajena. No obstante que en este momento la atención del país está dirigida a hechos y circunstancias puntuales, como los pronunciamientos del presidente y de algunos de sus ministros, los estragos del invierno, los diálogos con el ELN, las denuncias sobre la corrupción en el Congreso y la situación de los implicados en el escándalo de Odebrecht, compañía que, aunque cubrió de corrupción el continente, sigue tan campante como Johnnie Walker.

Entre tanto, se producen hechos en el entorno. La visita de Biden y de Trudeau a México, además del monólogo de López Obrador y de la consabida declaración conjunta sobre “la responsabilidad compartida para obtener resultados más equitativos para nuestros ciudadanos”, puso de relieve los angustiosos problemas de las drogas y de las migraciones.

Los hechos sucedidos en México, en los pocos días que llevamos de este año, han puesto en evidencia que el gobierno de López Obrador está cautivo por el narcotráfico.

En la captura del hijo de ‘El Chapo’ Guzmán hubo 29 muertos, entre ellos diez militares. Tres días antes, un establecimiento penal en Ciudad Juárez fue atacado para facilitar la fuga de 25 presos de un clan de narcotraficantes: murieron 17 personas, diez de ellos guardias de la prisión.

En Colombia, el narcotráfico sigue siendo un gran dolor de cabeza. Se ensayan diferentes políticas y acciones: muchos esperan con escepticismo los resultados.

Es claro que el problema no es el número de hectáreas sembradas de coca, sino los efectos del fenómeno. Incluyendo la tragedia que se vive en algunos departamentos por las luchas entre los grupos armados por las rutas del narcotráfico.

La situación ha llegado a un punto en el que la policía o el ejército lo único que pueden hacer cuando un grupo numeroso de gentes armadas se toma una localidad o cuando unos indígenas secuestran a una unidad militar con ese propósito, es servir de espectadores. No tienen otra alternativa.

La actualidad de nuestro vecino Ecuador es muy compleja. Durante muchos años, el Gobierno expresaba con orgullo que el narcotráfico no había penetrado en el país, no obstante estar “atrapado” entre Colombia y el Perú.

Sin embargo, de un momento para otro, la sucesión de masacres en las cárceles por disputas entre capos de los carteles de la droga mostró que la realidad era muy distinta.

En medio de esta situación, los hechos que se han presentado en el Brasil y el Perú han puesto de relieve la polarización progresiva, en donde ciertos mandatarios tienen bajo su control grupos de choque que en cualquier momento pueden actuar.

La reflexión de algunos es que si lo hizo el presidente Trump en los Estados Unidos, que han sido la primera democracia del mundo, por qué no puede suceder en países latinoamericanos.

Ni el problema de las migraciones, ni el de las drogas, ni el de la polarización galopante, ni siquiera el de la corrupción, se pueden enfrentar sin una acción concertada de los estados. Pero esa posibilidad está muy lejana.

En esas condiciones… sálvese el que pueda.

*Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la Universidad del Rosario

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