Home

Opinión

Artículo

Enrique Gómez Martínez Columna Semana

Opinión

¿Santismo y corruptos al rescate?

Dueños del poder por décadas, quieren arrodillarse ante Petro, mientras este pone en nómina a 10.000 o más sicarios.

4 de septiembre de 2023

Leer a Mauricio Cárdenas en su última columna y ver la entrevista de Germán Arce en El Tiempo parece un viaje al país de las maravillas de Alicia o de Santos.

Los calificados representantes del estamento de poder que, bajo el manto de la tecnocracia, han mal gobernado al país por décadas, crearon una democracia asistencialista y facilista que promovió al infinito la entrega de subsidios y la cultura del parasitismo que trajo a Petro al poder.

Hoy en nuestro país nadie sabe a ciencia cierta qué proporción del presupuesto nacional se dedica a subsidios directos, indirectos, condicionados o no condicionados. Nadie en las esferas de poder pre-Petro o pos-Petro quiere averiguar, ni mucho menos la clase política enquistada en nuestro congreso. Sabemos, sí, que esa enorme cascada de subsidios que, después de pandemia y la creación de ingreso solidario y la disparada del subsidio a los combustibles, puede llegar al 50 % del presupuesto (para 2014, última evaluación, abarcaba el 34 %), pero falla en llegar a quienes lo necesitan.

Benítez y Mejía, citados por Ávila en El Tiempo, encontraron que para 2017 el 60 % de los subsidios entregados, incluyendo los de prima media de Colpensiones, llegaron a hogares fuera de la condición de pobreza. Encontraron los académicos que el 63 % de los niños más pobres no eran beneficiarios de Familias en Acción y el 53 % de los ancianos en necesidad no recibían Adulto Mayor.

Pero la plata se reparte igual. Permite a la clase política consolidar sus maquinarias de reelección, fomenta el abuso y promueve el parasitismo en la sociedad y en la juventud. Incluso tienen al alza, en los estratos más populares, las tasas de natalidad.

Mientras el régimen que gobierna al país desde 1990 repartía a diestra y siniestra subsidios para afincarse en el poder y generar soluciones simplistas y sabrosas para la clase política, abandonó la inversión en justicia e infraestructura, entregó la educación pública a Fecode para el desastre de todos los indicadores y fomentó rentas cautivas para el empresariado, mientras la economía perdía, año tras año, competitividad y la canasta exportadora se concentraba desastrosamente en las materias primas.

Y fracasaron vergonzosamente en la creación de empleo, ignoraron la terrible informalidad y sus efectos en la desfinanciación de la seguridad social en salud y pensiones, no desmontaron la oprobiosa desigualdad del régimen de prima media y propiciaron la consolidación, mediante la mermelada de regalías, de grandes roscas y mafias políticas departamentales en el país.

Empeñaron la capacidad operativa de la fuerza pública, su seguridad jurídica y la legitimidad de la democracia colombiana en el embeleco fracasado de la paz de Santos, templo de vanidad y altar de sacrificio de la seguridad democrática. Hoy las Farc siguen siendo el mayor grupo terrorista y gracias a la ‘paz’ llegamos a 300.000 hectáreas de coca y el mayor flujo de plata para los violentos en la historia.

Hace un año, los prosantistas se frotaban las manos y destapaban champán por el triunfo de Petro. Lo habían propiciado, legitimando su estrategia de ahorcamiento del país con el paro de 2021. Soñaban con cuotas de poder, la Secretaría General de la ONU y el socialismo caviar.

Hoy, en un delirio de moderados, y autoadjudicándose la vocería del sector productivo, reptan ante Petro para que les entregue las riendas del Gobierno en el acuerdo nacional. Afirman que Petro puede negociar con ellos porque ellos sí saben gobernar y traerán del cabestro a sus ‘representados’ para el degüello.

Alega Cárdenas, además, que ¡gracias a Dios Colombia cuenta con las bancadas de los partidos tradicionales! Que los “patrones” de las maquinarias políticas corruptas, que tanto alimentaron sus gobiernos, están con ellos en la defensa del pragmatismo democrático: un engendro en el cual amplias dosis de corruptela garantizan la estabilidad económica que les permite a su vez a los tecnócratas inundar de subsidios al país sin solucionar los problemas e ignorando la ausencia de ley y orden.

Asegura Cárdenas que Petro será derrotado en las sangrientas elecciones de octubre y parece adjudicarse, desde ya, ese triunfo para legitimarse como negociador de la rendición final con Petro. Pero nadie lo ha visto contribuir en la ardua lucha de la oposición contra Petro y las maquinarias.

Mientras tanto, Petro ríe. Le escupe en la cara, un día sí y otro también, al sector productivo y empresarial que el santismo dice representar. Manipula a los moderados con promesas de acuerdos inexistentes y con Jóvenes en Paz está en camino de asegurarse 10.000 o más sicarios a sueldo del Estado que, aunados a sus socios del ELN, las Farc y el Golfo, van a poner de rodillas al pueblo colombiano mientras destruye la fuerza pública y la democracia.

El empresariado debe rebelarse contra los directores gremiales, profesionales de la interlocución, y ponerse serio en el apoyo a los partidos que realmente están comprometidos con defender la democracia de guardias, guerrillas y Jóvenes de Paz.

Noticias Destacadas