OPINIÓN

¿Se abren las puertas para un acuerdo nacional?

Con la convocatoria efectuada por el presidente Duque para reformar la justicia la semana pasada, se abre la puerta para una convocatoria multisectorial tendiente a diseñar lo que puede ser un acuerdo nacional.

Marco Tulio Gutiérrez Morad, Marco Tulio Gutiérrez Morad
27 de julio de 2020

A lo largo y ancho del mundo han sido recurrentes las experiencias de los acuerdos o pactos nacionales suscritos por diversos sectores políticos con un fin último, el de reivindicar la unidad nacional de los pueblos, experiencias de todo tipo de Estados y de todo tipo de sucesos, por ejemplo, el célebre “acuerdo nacional para volver a la democracia” firmado en Chile en 1985, ejercicio que en el país austral estructuró lo que sería un exitosísimo modelo de unidad, el cual fue impulsado desde el seno de la Iglesia católica, dentro de un marco de reconciliación y con un objetivo claro; dirimir las controversias que desde 1973 había hecho carrera en una sociedad chilena generando consecuencias de absoluta polarización y división sin precedente en el país, evento que culminó con la adhesión no solo de los diversos partidos políticos que existían en Chile, sino en una expresión de interacción social, pues el documento también fue suscrito por las diversas uniones estudiantiles y sectores gremiales, dándole un apoyo multisectorial que sin duda estableció la base de la transición democrática.

Eximios han sido diversos acuerdos nacionales multisectoriales que en América Latina han hecho tránsito en aras de mitigar las diferencias y frenar la consuetudinaria polarización, la cual prácticamente, flagela a todos los Estados de la región y más ahora, en estas épocas de velocidad e inmediatez de la información.

Ahora bien, en países lejanos a la realidad latinoamericana la experiencia de los acuerdos nacionales ha traído buen rédito e importantes consecuencias sociales, políticas y económicas, por solo citar unos cuantos ejemplos; recordemos el pacto por la reconstrucción que se viene forjando en España a fin de lograr unir en pro de la nación dos extremos que otrora serían irreconciliables como el PSOE y el PP, o qué hablar de la experiencia de Australia que hace más de treinta años convocó a los diversos sectores de la economía conjuntamente con todas las fuerzas políticas del país a fin de redactar un acuerdo nacional tendiente a mejorar y armonizar las relaciones laborales, suscribiéndose un acuerdo multisectorial en pro de la productividad del Estado,  y cómo no destacar el ejercicio desarrollado en Corea del Sur en 1987, que gracias a un acuerdo nacional se dio fin al régimen totalitario que existía y se le dio plena participación a los partidos de la oposición, estructurando el nacimiento de un fuerte sistema democrático que es referente en esas latitudes, donde las experiencias democráticas han sido prácticamente inexistentes.

Sin embargo, al hablar de planes nacionales no todos son casos de éxito o modelos destacables, basta con recordar los fallidos intentos en Argentina durante los años 70, iniciativas que buscaron el regreso a la democracia durante los duros momentos de la dictadura militar, sin embargo, dichos ejercicios nunca lograron materializarse por la falta de voluntad y las constantes pugnas entre los actores políticos liberales y del peronismo, así mismo son célebres los recurrentes conatos que se han intentado llevar a cabo en Venezuela, que desde los años 50 viene probando acordar sus diferencias; recordemos el denominado “Pacto de Puntofijo”, el cual era una versión a la venezolana de nuestro Frente Nacional, y que solo logró erigirse por cuatro años, mismamente, al inicio de la época de Chávez, fueron reiterados los intentos de mesas sectorizadas y de diálogo que en su totalidad fracasaron, no por desconexión entre los sectores de la oposición, sino por la tozudez del régimen.  

Desde hace unos días venimos hablando sobre la latente necesidad de implementar en Colombia un verdadero pacto por la unidad, un espacio de confluencia y participación de los diferentes sectores que integran nuestra institucionalidad, urge sentarnos como colombianos y construir en pro de la patria, dejando de lado dogmatismos y dejando de lado las pasiones, es momento de detenernos a fin de diagnosticar nuestros problemas y convocar a la unión en aras de solucionarlos, es por esto que celebramos que el señor presidente, a inicios de la semana hubiera anunciado con la presencia del señor presidente de la Corte Constitucional, Dr. Alberto Rojas y del señor procurador Dr. Fernando Carrillo, la importante decisión de iniciar una inaplazable reforma a la justicia, sin duda este es un componente que se puede matizar como un principio común y fundamental para lograr convocar a la unión, para conseguir un consenso multisectorial para que conjuntamente lleguemos a solucionar tal vez uno de los principales problemas que nos aqueja como sociedad y que diáfanamente el señor presidente identificaba como la lejanía de la administración de justicia con el ciudadano de a pie. 

Consideramos que espacios como estos se tornan en oportunidades de vital importancia, para que convoquemos, para que logremos dejar a un lado los intereses particulares y logremos consolidar un mensaje de unión que nuestro pueblo merece.

Es momento para que el ejecutivo, el legislativo, la rama judicial y los órganos de control convoquen a  una mesa de unidad y diálogo para darle trámite a uno de los anhelos más importantes del pueblo colombiano; la unidad, unión que trascienda más allá de la alternancia del poder como fue pactado en el Frente Nacional, un acuerdo que permita volver al respeto, al debate, a la tolerancia y sobre todo a la reconciliación; estamos convencidos que no se trata de una utopía, por el contrario consideramos que los elementos de la reconciliación y del debate empiezan a vislumbrarse, ¿quién hubiera imaginado en el año 2014 un tuit del senador y expresidente Álvaro Uribe Vélez, saludando la elección de Griselda Lobo del partido Farc como segunda vicepresidenta del Senado?  

Es momento para que desde el Congreso de la República sin importar el partido político o la militancia se convoque a la unidad, es la hora para que los magistrados de las altas cortes hagan un llamado para lograr dirigir el país hacia el mismo lado, personas como el Dr. Fernando Carrillo en cabeza del Ministerio Público tienen la tarea de llamar a la unidad y a la reconciliación, máxime cuando él fue el gran impulsor de la séptima papeleta que devino en la Constitución de 1991, estamos ante una oportunidad irrepetible, pensemos que en medio de todas la dificultades que la crisis sanitaria han traído es menester reconstruir toda nuestra estantería como sociedad, es momento para convocar y sumar, para dejar de lado la rigidez ideológica y fijar una agenda básica para acordar entre todos la reforma estructural de aspectos que actualmente alejan cada vez más al ciudadano de cualquier idea de cercanía con el Estado y de los fines constitucionales de este, para con los colombianos, llegó el momento de pensar con pragmatismo en justicia, en salud, en seguridad social, en educación, en emprendimiento y en bienestar para todos.

No se trata de ponerle fin a las ideologías de los partidos o de prescindir del debate democrático, se trata de fijar unos puntos básicos que enriquezcan la cotidianidad de nuestra política, pero estructurándose en unos mínimos en favor de los más necesitados, de los más vulnerables, un acuerdo nacional que sirva de estructura para combatir la pobreza, para desterrar la miseria y para entregarle el poder a la ciudadanía.

Reiteramos, esta es una invitación para los líderes políticos, gremiales, estudiantiles y lógicamente para todas las diferentes instancias que componen los poderes públicos en Colombia, no solo en su nivel central y del orden nacional sino extensivo a los poderes de las entidades territoriales, incluyendo a comunidades indígenas, raizales y todo tipo de minoría, llegamos al momento de convocar a un acuerdo en el que deben encajar todos los sectores de nuestra patria.

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