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MARIA ANDREA NIETO Columna Semana

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“Todas, todos, todes”

Es que los políticos que se ufanan tanto de ser progresistas están equivocados y no han entendido que no es solo el lenguaje, es la acción.

María Andrea Nieto
26 de marzo de 2022

La candidata a la vicepresidencia Francia Márquez ha causado revuelo por su lenguaje incluyente. En una entrevista para Noticias Caracol al explicar sus propuestas, dijo que “es una apuesta de vida que dice que nosotros somos si la naturaleza es. Esa apuesta de vida, esa filosofía heredada de nuestros mayores y mayoras, que siempre apostaron a la construcción colectiva, a vernos como sociedad en colectivo, como familia extensa en esa apuesta de vida que hoy mueve a los nadies y a las nadias”.

Un gran esfuerzo en la expresión del lenguaje incluyente, pero me pregunto: ¿de qué le ha servido a Venezuela tener a un presidente como Nicolás Maduro que también se desborda en su lenguaje con barbaridades como “millones y millonas”, “risa y riso” o el más dramático de todos “libros y libras”? De nada, porque, como lo tendría que reconocer la propia Francia, han sido “millonas y millones” de “nadies y nadias” que se han visto obligados a salir de Venezuela para buscar comida en las canecas de las calles de las ciudades latinoamericanas.

¿De qué sirven los políticos afrocolombianos, indígenas, en condición de discapacidad o pertenecientes a la comunidad LGBTIQ+ si cuando dejan de ser “nadies” y se convierten en “alguien” no hacen nada por mejorar la vida de las comunidades de donde salieron?

Revisé la historia de los gobernadores del Chocó desde el año 2004 hasta la fecha y encontré con sorpresa que todos han sido investigados y varios de ellos condenados por corrupción. Julio Ibargüen (2004-2007), condenado por peculado; Patrocinio Sánchez Montes de Oca (2008-2011), perteneciente a un clan familiar con muchos cuestionamientos; Luis Gilberto Murillo (2012-2013), actual candidato a la vicepresidencia condenado por peculado; Efrén Palacios (2013-2015), imputado de cargos por desviar dineros de la salud para su campaña; Jhoany Carlos Palacios (2016-2019), investigado por irregularidades en un contrato de 24.000 millones de pesos. Y el actual gobernador, Ariel Palacios, esta semana fue apresado por cuenta de un contrato realizado en plena pandemia. ¿De qué les han servido estos afrocolombianos a su propio territorio y comunidades?

De nada vale que Francia Márquez tenga un lenguaje que exceda los límites de la inclusión sin que explique qué y cómo es lo que pretende conseguir. Porque lo cierto es que es una candidata a la vicepresidencia sin experiencia pública, de administración y gestión. Pero ¿y qué va a hacer cuando ya no sea una “nadie”?, ¿se va a olvidar de sus “nadies y nadias”?

Claudia López, actual y desastrosa alcaldesa de Bogotá, llegó al poder enarbolando las banderas de su comunidad LGBITQ+, pero los resultados por cuenta de su inexperiencia en materia de seguridad, empleo, educación, crecimiento económico y de infraestructura han sido desastrosos. Sin embargo, se ha ocultado en el discurso incluyente para defenderse de su ineptitud. Claudia, como la calificaría Francia, fue una “nadie”, que desde que llegó a ser alcaldesa trata con desprecio a los ciudadanos que se atreven a cuestionarla. Así sucedió con la humilde vendedora ambulante que en plena pandemia en la calle 12 la increpó y le pidió ayuda. La soberbia alcaldesa le respondió con un “trabaje juiciosa, sumercé”. Pues esta semana ocurrió otro evento similar cuando en un barrio de la ciudad una mujer le hizo un reclamo y de manera déspota recibió como respuesta “está hablando sin saber, sumercé”.

Desde que nació el lenguaje con perspectiva de género en la década de los setenta del siglo pasado, el mundo ha logrado por medio de la comunicación incluir a sectores de la sociedad históricamente invisibles. En 1998 yo era estudiante de la Facultad de Historia, también ejercía el cargo de edil en la localidad de Usaquén en Bogotá y mi clase favorita era Historia de las Mujeres, que marcó un antes y un después en mi carrera profesional. En ese entonces, en las Facultades de Ciencias Sociales del país se hacía un gran esfuerzo por hablar de “hombres y mujeres”. Mientras aprendía la teoría en la universidad, en mi trabajo se escribía el plan de desarrollo local y tuve la osadía de proponerles a mis compañeros que habláramos en el documento de “ciudadanos” y “ciudadanas” para denotar que había una gran diferencia de orientación de políticas entre ambos géneros. No solo perdí en mi propuesta, sino que fui sometida a burlas de los otros diez ediles, que al parecer no sabían de la existencia del nacimiento de las corrientes políticamente correctas al hablar.

Los avances en materia de inclusión hoy en día son enormes y desconocerlos sería una necedad. Pero por cuenta de Nicolás Maduro ahora el lenguaje no es inclusivo, sino ofensivo. Ojalá Francia Márquez no se parezca a Maduro y entienda que, más que hablar de “antirracismos, antipatriarcalismos y anticapitalismos”, lo que necesita el país es unión, dejar el odio, la división social, la discriminación y el racismo inverso para concentrarse en propuestas reales. Una mujer que salió de las entrañas de la Colombia olvidada tiene mucho por proponer y no puede promover la profundización de la violencia física, verbal y emocional de la que ella fue víctima.

Ojalá el lenguaje de los políticos no se quedara solo en habladurías, como Nicolás Maduro, mientras su pueblo muere de hambre. Y esperemos que la alcaldesa de Bogotá, que se hizo elegir con las banderas de la inclusión, deje de decirles a las mujeres de la capital “sumercé” y se refiera a nosotras como “ciudadanas”, una categoría política y social que nos merecemos y ganamos después de tantas luchas. Es que los políticos que se ufanan tanto de ser progresistas están equivocados y no han entendido que no es solo el lenguaje, es la acción.

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