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UN DISPARO EN LA TREGUA

Semana
2 de julio de 1984

Hasta el otrora furioso fragor de los partidos políticos colombianos pareció tambien haberse sumado, como las FARC, a un período de tregua.
Hace semanas que la política partidista atraviesa una etapa de modorra, desplazada del escenario de la atención nacional por el personaje mas "in" de la temporada, "Don Manuel" Marulanda Velez; sus recientes declaraciones radiales todavía resuenan en los corrillos callejeros, cocteles políticos y tés de señoras, en los que con diferente intensidad comentan los colombianos que jamás pensaban llegar a ser testigos del día en que un Ministro de Estado pidiera consejo a "Tirofijo" sobre la forma de sacar adelante sus gestiones gubernamentales.
Era tan profunda la siesta que venían tomando los partidos políticos, que el escándalo suscitado por la expulsión de Gloria Gaitán "del Nuevo Liberalismo sonó como un disparo en medio del silencio de la tregua. Se había producido una nueva baja en las filas galanistas, que en cualquier otra circunstancia habría pasado inadvertida, pero dificilmente en las actuales, cuando en cuestión de meses este grupo político ha perdido, como por una curiosa maldición, aquellos de sus más importantes seguidores y muchos de sus más antiguos militantes.
Ahora se produce el incidente de Gloria Gaitan, expulsada del Nuevo Liberalismo aparentemente por haber pregonado en alguna oportunidad que Rodrigo Lara planeaba abandonar el movimiento, y por oponerse a que el galanismo continuara "gaitaneando" sin convicción, con el único objetivo de engordar su caudal electoral.
Gloria Gaitán, además, denunció lo que considera ser "la organización cerrada (del Nuevo Liberalismo), que aleja al movimiento de una filosofía de democracia participativa". Y no es la primera que hace esta denuncia. En realidad algo de cierto debe tener, si consideramos que el Nuevo Liberalismo es cada día más caudillista, y al contrario de la apertura que algunos creyeron ver en el movimiento con anterioridad a las elecciones de mitaca, aumenta por segundos la influencia del senador como elemento cohesionador de sus filas, circunstancia por la cual los resbalones que ha dado el caudillo se notan más que los de cualquiera otra figura política colombiana.
Primero fue la ambivalente posición asumida ante las acusaciones de la mafia contra su entonces ministro Rodrigo Lara, que determinó el distanciamiento político de este último. Y si bien es cierto que no implicaba la ruptura de los lazos de amistad que los unían, tal distanciamiento; si imponía ciertas precauciones de estilo sobre la forma como Galán debía manejar la muerte de Lara, precauciones que desgraciadamente ignoró, ya que en oporturtidades hizo declaraciones de las que muchos infirieron un manejo oportunista de la memoria del Ministro asesinado.
Oportunismo, también, fue la que más de uno encontró en la pelea que inició contra Turbay, con la secreta intención de reforzar su popularidad sobre el desprestigio del ex presidente. Ni aun los más tenaces detractores de Turbay consideraron digna la actitud de Galán de insinuar la vinculación de Julio César Jr. con el robo de los 13 millones de dólares. Y consciente de que la había "embarrado" el senádor optó por desviar sus acusaciones hacia el manejo de las reservas internacionales durante el gobierno de Turbay, sugiriendo que había habido favoritismo por la vinculación de su hijo con el Chase Manhattan Bank. Pero ni aún cuando el Procurador y la Superintendencia Bancaria emitieron conceptos favorables sobre el manejo de tales reservas, Galán tuvo la nobleza de desmontar sus acusaciones.
Inteligente, receptivo y ambicioso, las virtudes que de manera indudable acompañaban individualmente en el pasado a Galan se han ido diluyendo peligrosamente entre la causa electorera de su movimiento. Con tristeza podría afirmarse que Luis Carlos Galán tenía mas proyección humana y política cuando actuaba solo, que ahora, cuando actúa acompañado.
Pero nada, quizás, ilustra más gráficamente el desmoronamiento de su movimiento político que un examen somero de las jerarquías que actualmente lo integran. De dicho examen surge una posibilidad casi tan poco halagueña como la designatura de Jota Emilio Valderrama. ¿Se le ha ocurrido a alguien que si el Nuevo Liberalismo llegara a ganar las próximas elecciones, Emilio Urrea sería el designado?
Aunque sin duda alguna también el destino ha influído sobre la decadencia del Nuevo Liberalismo, el mismo senador Galán ha puesto en ella varios granitos de arena. Lo que el país no logra entender es cómo llegó a "maluquearse" un joven político tan promisorio como Luis Carlos Galán. Quizás la respuesta esté por los lados de la transformación cuantitativa, y por consiguiente estructural, que ha sufrido el movimiento, de ser simplemente "el galanismo", montado sobre una estructura casi familiar, a ser el "Nuevo Liberalismo", con Infulas de partido político independiente y proyección nacional. Y como a cualquier ejecutivo en veloz ascenso hasta la cumbre, a Galán pudo, desafortunadamente, haberle llegado la hora de rendirle cuentas al "Principio de Peter".

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