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Alejandra Carvajal Reyes Columna Semana

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Un llamado a la acción

Los empresarios y la clase media deben empezar a actuar.

9 de enero de 2024

Luego de la Segunda Guerra Mundial, Italia quedó destrozada. El apoyo irrestricto de Mussolini al Führer generó una ola de miseria y destrucción que fueron difíciles de superar. Sin embargo, una empresa italiana apostó el todo por el todo y fue así como surgió el milagro económico e Italia se consolidó como una de las economías más fuertes del Viejo Continente. La Fiat fue mucho más que una marca de automóviles y se convirtió en un referente empresarial a nivel mundial.

Giovanni Agnelli, su presidente entre 1966 y 2003, tuvo un papel crucial no solo como dirigente gremial, sino como protagonista en los momentos más oscuros de la democracia italiana. En circunstancias como el asesinato del dos veces primer ministro italiano Aldo Moro, en 1978, representó una voz fuerte para todos aquellos que defendían a la democracia del comunismo que simbolizaban las Brigadas Rojas.

Agnelli, que también fue presidente por varios años de la Andi italiana (Confindustria) siempre fue claro al advertir que la permisividad y el conformismo de algunos sectores de la sociedad fueron los que permitieron el avance del comunismo y el fortalecimiento de sectores que pretendían doblegar las instituciones.

Sobre la clase media, afirmaría a un medio de comunicación italiano: “Es la minoría y no se moviliza como lo hace la clase trabajadora. Su lugar de protestas no está en las calles, ellos se manifiestan de otras formas. La clase media reacciona a través de cartas y artículos periodísticos. La reacción de la clase media es muy retórica, es muy sentimental. Sería mejor si su respuesta fuera más racional. ¿Por qué se esconden como ratones enjaulados?”.

Luego de estas declaraciones, los trabajadores de clase media de la Fiat marcharían, de manera estrepitosa, en la denominada Marcha de los 40 mil de Turín, la cual marcaría todo un acontecimiento histórico en Italia, pues puso fin a un paro orquestado por las Brigadas Rojas que les impedían a los trabajadores de esa empresa, la mayor empleadora del país, ir a trabajar.

Escribo mi primera columna del año sobre Gianni Agnelli, l‘Avvocato, pues encuentro en él un punto de referencia sobre lo que un líder empresarial debe hacer cuando la amenaza comunista se cierne sobre su democracia. Gracias al liderazgo de Agnelli, en una época tan convulsa y difícil para Italia, este país logró salir adelante y fortalecerse.

Pero ¿dónde está el liderazgo empresarial en Colombia? Muchos están acomodados, como Gustavo Cisneros en su momento en Venezuela. Observen cómo terminó esa historia. Cisneros impulsó la candidatura presidencial de Hugo Rafael Chávez en Venezuela, lo patrocinó económica y moralmente. Esa luna de miel duró un buen tiempo hasta que empezaron las expropiaciones, la economía se vino a pique y fue demasiado tarde.

En Colombia necesitamos más empresarios como Agnelli y menos como Cisneros. El empresariado no puede acomodarse, debe actuar. Su capital y nuestras instituciones son las que están en juego. Miles de puestos de trabajo y el bienestar de una nación dependen de sus decisiones.

Un liderazgo fuerte, contundente, no temeroso y audaz de los empresarios, logrará marcar la diferencia. En 2024 nuestros empresarios tienen esa oportunidad. La Dian ya empezó a cerrar por razones poco claras importantes cadenas de almacenes por “supuestas” infracciones a la ley tributaria. ¿Estarán empezando algunos empresarios a que inicien las expropiaciones para reaccionar?

La clase media también debe dejar de ser tan silenciosa, y como diría Agnelli, dejar de esconderse como ratones enjaulados. Sólo el poder ciudadano, en las calles, podrá fortalecer a nuestras instituciones, que por estos días poderes oscuros pretenden resquebrajar.

Hay que actuar ahora. Hay que actuar ya. Que en este 2024 se marque una diferencia.

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