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Uribe el grande

Uribe entiende que hablar y lograr acuerdos es la base de la mejor política. Sin entregar principios. Nunca lo ha hecho, pero tampoco nunca cerró espacios para encontrar salidas.

Francisco Santos
8 de octubre de 2022

Yahora hay unos que le quieren enseñar al padre a hacer hijos. Las fuertes críticas de algunos miembros de la oposición al expresidente Álvaro Uribe no solo parecen ser más producto de un interés personal mediático o político (con p minúscula), sino que no aciertan en entender qué fue Uribe, quién es Uribe y cómo se ha comportado siempre a lo largo de su vida pública.

Las críticas comenzaron cuando el expresidente Uribe fue a ver al presidente Gustavo Petro antes de la posesión. En un principio eran críticas veladas, subrepticias. Luego de la reunión entre ambos después de la marcha de hace unas semanas, estas salieron al aire y lo acusaron hasta de tener un acuerdo con Petro.

No entro a debatir lo que se dijo, o aún se dice en ciertos mentideros de la derecha más extrema, pues la verdad no vale la pena desgastarse en pendejadas. Pero sí quiero referirme a Álvaro Uribe y su grandeza, que en estas reuniones con Petro queda demostrada. Lo fácil es destruir. En eso se parecen ambas extremas, la derecha y la izquierda. Hay que incendiar al que no piensa como yo. No hay posibilidad de acuerdo de ninguna naturaleza con mi adversario y mi rival. Así actúan tanto unos como otros cuyos nombres obvio para no darles la relevancia que no merecen.

Álvaro Uribe es y ha sido siempre un hombre que entiende la importancia del Estado, de los cargos, de las instituciones y del impacto que cada acto tiene en la política. No en vano va a ser reconocido por los historiadores, no me cabe duda, como el mejor Presidente de Colombia de los últimos cien años y quizás uno de los dos o tres mejores de toda nuestra historia.

Y eso no lo logró, el gran gobierno que salvó a Colombia de ser un Estado fallido, a punta del dogmatismo que hoy muestran ambos extremos –repito, izquierdas y derechas– sino de principios firmes con flexibilidad política. Se les olvida que Uribe llegó casi sin apoyo de los partidos, solo unos cuantos parlamentarios, a la elección del 2002 cuando ganó en primera vuelta. Sin poder hacer campaña además, solo por radio, pues casi muere en un atentado y era imposible garantizarle la seguridad.

Si alguien sabe leer al país es Álvaro Uribe Vélez. Que se opuso, casi que fue el único, a la negociación con las Farc de Pastrana, pero como presidente trató de negociar con el ELN y las Farc. No lo logró, a pesar de derrotarlos militarmente, porque no aceptaba sus condiciones de negociación que violaban esos principios que defendía. El modelo de negociación fue Justicia y Paz, donde se esclarecieron más de 40.000 asesinatos y 5.000 desapariciones, donde los líderes pagaron y los mandos medios también, donde las víctimas enfrentaron a los victimarios en tribunales con el Estado a su lado como garante de derechos de víctimas y no como mediador que es hoy. Y hubo real verdad, no como el proceso con las Farc.

Y logró acuerdos de comercio con Chávez pero los frenó cuando tocaba. Y trabajó con Correa hasta que lo tuvo que enfrentar después de la operación donde se dio de baja al comandante de las Farc Raúl Reyes, dentro de Ecuador.

Lo mismo hizo en Colombia. Trabajó con Lucho Garzón cuando fue electo alcalde de Bogotá, al igual que con Navarro y muchos de los líderes de la oposición. Era el jefe de Estado que entendía que el Estado es de todos y para todos. Nunca excluyó por opinar distinto. Recuerdo haber armado un conversatorio con las ONG más virulentas y con la comunidad internacional. Al finalizar un embajador europeo me dijo: “Ese irrespeto nunca lo había visto contra un presidente. Ojalá nunca se vuelva a someter a eso”.

Uribe entiende que hablar y lograr acuerdos es la base de la mejor política. Sin entregar principios. Nunca lo ha hecho, pero tampoco nunca cerró espacios para encontrar salidas. En la búsqueda de la libertad de Ingrid hasta permitió la mediación de Chávez y de la senadora Piedad Córdoba, a lo que me opuse. Pero siempre tuvo plan B. Por las buenas o por las malas. Y este es un ejemplo claro de hasta dónde puede llegar Uribe para buscar un acuerdo.

Eso sí, los principios no se negocian. Por eso quienes hoy lo critican sería bueno que miraran lo que fue en el Gobierno y en la oposición. Lideró un NO contra un proceso de paz y el pueblo lo oyó. Y fue siempre referente en el Congreso mientras estuvo. Lo sacaron a punta de montajes judiciales que pronto deben quedar esclarecidos.

Y hoy Petro lo escoge como el vocero de la oposición. Porque sabe qué es Uribe. Y sabe que un acuerdo con él une al país en torno a lo que se acuerde. Sin los extremos que solo quieren el odio y la destrucción. Si Santos hubiera metido a Uribe en el proceso con las Farc, otro sería el cantar de ese acuerdo que hoy divide a la nación y, la verdad, no trajo ni paz ni seguridad al país.

Claro, la oposición hoy es más amplia. Todos lo sabemos, incluso Uribe. Pero no nos digamos mentiras: el referente mayor, y lejos, es Uribe. Los demás por ahora construyen su propio espacio. Sí, Uribe el grande que siempre piensa en lo mejor para Colombia. Como lo hizo durante los ocho años de su gobierno y seguro lo seguirá haciendo hasta el final de su vida. Cueste lo que le cueste.

Uribe seguirá haciendo lo que en su leal saber y entender debe hacerse. Los gritos, los zapateos y los chillidos de los que aspiran a ocupar el lugar que él se ganó a punta de votos y logros no lo distraen ni lo desorientan, eso precisamente es lo que ven muchos colombianos y por eso lo siguen apoyando cada vez más con generosidad y confianza.