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Viaje, presidente, viaje

Colombia se sacrifica y lo entrega al mundo, presidente Petro. Su liderazgo internacional es una ocupación de tiempo completo. El mundo lo necesita. Con la señora vicepresidenta hace un gran equipo que el mundo requiere en estos momentos.

Francisco Santos
1 de julio de 2023

Al principio me daba vergüenza. Tenemos historia de ser un país serio, pensaba, y por eso me preguntaba cómo va a decir ese señor Petro la locura que acaba de decir. “Eso no me representa y no representa el sentir de los colombianos”, sentía. Así fue cuando habló en Naciones Unidas y dijo que el “petróleo era peor que la coca”.

“¿En serio dijo eso?”, me decían funcionarios importantes de Gobiernos amigos. “Acaso se olvidó de todos los muertos de nuestra Policía en la lucha contra la droga”, me dijo, lleno de tristeza, un general recién retirado.

“Sí, es una locura, pero es su primera salida y apenas está entendiendo este tema de los escenarios internacionales”, respondía yo, pues pensé que era un desborde de entusiasmo y no un problema intelectual que, la verdad, hasta podía ser cognitivo. Los excesos en la vida pasan factura y un hombre con esa historia, pues, podía haber tenido un mal o, en este caso, pésimo día.

El tiempo, y muy corto desafortunadamente, me demostró que sí es un problema intelectual y cognitivo de gran calado y que esa vida le dejó consecuencias mucho más profundas de lo que nos imaginamos. En cada salida al exterior llega tarde a los eventos, lo que puede ser disculpado una que otra vez, pero ya es una costumbre que genera sospechas, y mete las patas con declaraciones como las que ha seguido diciendo a lo largo y ancho del mundo.

Antes de llegar a España habló del yugo español y del “régimen productivo de esclavistas que condenaban al hombre negro a ser esclavo a perpetuidad”. Eso sí, recibió con gran agrado y sin inmutarse el collar de la Orden de Isabel la Católica mostrando su incoherencia, quizás algo menor que la del Gobierno español que se la otorgó.

Siguió con otras perlas, lo que no está mal, pues ya es una condición que lo vuelve en ojos del mundo serio “un loquito que dice pendejadas”. Ya no es a Colombia a la que condenan, así lo hayamos elegido, por lo que dice su presidente, sino que el foco queda en él. “Vamos a ver con qué sale Petro en este viaje”, ya se empieza a escuchar en muchos círculos internacionales, en los que rápidamente pierde el respeto como líder o como interlocutor válido.

En Alemania volvió por sus fueros. Comparó la derecha en España y el continente con el ascenso de Hitler en 1933. Sí, Hitler. Ante la falta de argumentos le encanta usar el estigma nazi para descalificar. Además, atacó a la izquierda europea por débil, no sé si es porque nunca alzó un arma y prefiere la lucha democrática de la que Petro denigra. ¿Suficiente? Nooooo. El desbalance intelectual y demás de Petro no paró ahí. Lamentó la caída del muro de Berlin y la pintó como “una destrucción del movimiento obrero a escala mundial… y una pérdida entonces de valor de la izquierda”.

Ah, y después, sobre uno de los principales productos de exportación de Colombia, el carbón, dijo que Alemania le compra por desespero a Colombia ese veneno. Ese veneno le dejó a La Guajira en regalías más de 4 billones de pesos en los últimos diez años, dinero que si no se hubieran robado habría transformado a ese departamento. Los cientos de miles de personas que viven de esa industria, con muy buenos salarios, cuando queden sin empleo pueden ingresar el mercado de esclavos informales –como Petro llamó a los trabajadores de Rappi–, que tanto condena en su discurso este presidente. Claro, y después de denigrar de su primer producto de exportación y de generación de riqueza –que se roba la corrupción, repito–, llega en su avión depredador del ambiente y con tremenda huella de carbón a rescatarlos de la pobreza. Qué circo.

Por eso, presidente Gustavo Petro, le imploro que siga viajando. Que viaje aún más, que acá sembramos árboles para borrar la tremenda huella de deterioro ambiental que deja el FAC 001 cada vez que despega para sus viajes de trabajo y de otras cosas. Cuando usted viaja, hay un respiro nacional, pues no puede seguir causando más daño acá en nuestro país. Su trabajo en el exterior, fundamental para el mundo, hay que decir, impide que en Colombia siga dividiendo y creando más odios en nuestra sociedad. Mientras da sus discursos brillantes sobre el veneno, el muro y tantos otros temas que aún no ha abordado, y que el mundo necesita escuchar para ilustrarse, no sigue inventando tragedias y soluciones que nunca llegan y solo crean más desesperanza. Mientras usted, por ese trabajo tan exhaustivo, mental, intelectual y físico, puede darse sus ‘escapaditas’ que le permitan recuperar la fuerza, acá los empresarios crean empleo, pagan impuestos y hacen una mejor Colombia.

Ya se anunció que su próximo viaje es a África, a Kenia, a una reunión de la Unión Africana. Muy importante, y puede consolidar el trabajo que ya inició su brillante coequipera. Por favor, visite los parques Masai Mara y Amboseli para recuperar vigor. Una semana en cada uno. Su mente, su cuerpo y Colombia lo necesitan. Pero no se quede allí, puede ir a Sudáfrica para estudiar unas semanas cómo destruyeron el sistema energético y darles lecciones de cómo hacerlo mejor. Y en Ruanda puede, en unos pocos meses, aprender cómo se deshicieron del plástico y cómo manejaron el genocidio de los hutus, que hoy requieren memoria. Lecciones para aplicar en Colombia. De paso, vaya al Congo para visitar las minas y enseñarles cómo esta industria, que usted puede llamar asesina, destruye el medioambiente y a la humanidad.

Colombia se sacrifica y lo entrega al mundo, presidente Petro. Su liderazgo internacional es una ocupación de tiempo completo. El mundo lo necesita. Con la señora vicepresidenta hace un gran equipo que el mundo requiere en estos momentos. Salve usted el planeta y, por favor, presidente, viaje más, viaje más que la humanidad y en especial los colombianos se lo agradecerán para siempre.

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