GUILLERMO VALENCIA

La inteligencia artificial y nuestra lucha contra la obsolescencia

Las máquinas han cobrado empleos en todo el mundo, transformado a las sociedades y a nuestro cerebro. Lo han hecho en el ajedrez y en Wall Street. ¿Qué sucederá cuando ocupen los trabajos que nos permiten vivir?

Gustavo Valencia Patiño, Gustavo Valencia Patiño
12 de febrero de 2019

La humanidad ha atravesado 4 estadios de desarrollo en los que se han creado nuevas tecnologías y cambiado a las sociedades. Pasamos de la caza y recolección, a un auge agrario que permitió la revolución industrial y, por último, alcanzamos las sociedades de la información. Cada estadio significó guerras y violencia, pero también desarrollo e innovación.

En la sociedad de la información, en la que nos encontramos, la primera gran tecnología fue internet. Esta significó una nueva configuración del capitalismo y creó la identidad virtual, la cual alberga nuestros datos -comportamiento, emociones, creencias, preferencias sexuales, etc- y a los que solo tienen acceso los gigantes de internet y los gobiernos.  

Sin embargo, existe un concepto subyacente que ha estado desarrollándose, primero en la ciencia ficción, y luego en los laboratorios. Allí los algoritmos se esfuerzan por emular el razonamiento humano. Hablamos de la inteligencia artificial.

Garri Kasparov, gran campeón de ajedrez mundial, fue el primero en perder contra una sofisticiada máquina en 1997. Esto lo motivó a dedicar parte de su vida a explorar las diferencias de pensamiento entre la máquina, el ser humano y sus oportunidades. Para el ajedrecista, la inteligencia artificial se basa en un acceso ilimitado a los datos y una alta capacidad de cálculo de los mismos. En cambio, nuestro cerebro es diferente porque erramos en los cálculos, pero reconocemos patrones.

Sin embargo, esto cambió cuando AlphaGo, un prototipo de inteligencia artificial creado por Deep Mind, -hoy una empresa adquirida por Google-, creó una máquina capaz de aprender sola, es decir, sin la influencia del aprendizaje de jugadores humanos. Esta lo hizo compitiendo contra sí misma, y descubrió nuevas estrategias a partir de la competición contra jugadores humanos y máquinas.

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Luego, Deep Mind creó un nuevo prototipo llamado Alpha Zero, el cual fue usando en otros juegos de estrategia, como el ajedrez, y que al igual AphaGo, aprendió por sí misma. En cuatro horas descubrió las aperturas más importantes y logró ganarle al mejor programa de computador en ajedrez: StockFish. Los resultados fueron alucinantes: jugando con las fichas blancas ganó el 29% de las partidas, empató el 70,6% y perdió solo el 0,4%; con las negras empató el 97,2%, ganó el 2% y perdió el 0,8%.

Esta es una máquina que da nuevas inspiraciones a la forma de juego clásica. Usualmente en el ajedrez, el jugador trata de proteger al rey a toda costa y por eso lo relega a una esquina. En cambio, para Alpha Zero el rey es una pieza con mayor potencial. Es como si en el campo de batalla Napoleón Bonaparte estuviera en el fragor de la lucha, corriendo un mayor riesgo.

Otra característica, es que Alpha Zero inicia sus partidas con sacrificios de piezas menores con el fin de inhibir el desarrollo de su oponente. Si extrapolamos esto a los gobiernos estadounidense o chino, siguiendo las recomendaciones de alpha zero, ¿cuál sería el material sacrificado? ¿Corea del Sur, Corea del Norte, Taiwan o Arabia Saudita?

Olvidemos la arena militar y pensemos en las guerras de producto entre Samsung y Apple. ¿Cuales son las mejores decisiones estratégicas? ¿Tendrá Google el primer CEO con inteligencia artificial?

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La obsolescencia de nuestro trabajo

¿Sabía usted que un sistema de inteligencia artificial le ganó a un grupo élite de doctores en China? Un estudio del Centro de Investigación de Desórdenes Neurológicos del Hospital Tiantian, de Beijing, documentó una competencia de diagnóstico de tumores cerebrales. En esta, la máquina acertó en su diagnóstico un 87% de las veces y tomó 15 minutos en analizar 225 casos en la primera ronda, mientras que los doctores acertaron el 66% de las veces, en 30 minutos.

La velocidad de las máquinas para hacer cálculos es sorprendente. De hecho, en Wall Street el 80% de las decisiones de inversión están dominadas por algoritmos. La inteligencia artificial cambiará por completo el panorama de esta y de muchas profesiones que consideramos de élite, disminuyendo los costos de transacción en muchas industrias. Por ejemplo, pensemos en las notarías ¿pueden ser reemplazadas por algoritmos con contratos inteligentes? Sin duda, estos solucionarían las ineficiencias del sistema judicial, y terminarían con la tramitología.

La inteligencia artificial es una gran oportunidad, pero también una amenaza si no nos preparamos. No olvidemos que para la sociedad industrial del siglo XIX, el desarrollo trajo como consecuencia la lucha de clases, caldo de cultivo de la revolución bolchevique y de los movimientos obreros que sacudieron a Europa en ese siglo.

Sin embargo, debemos saberlo, la nuestra no es una lucha de clases, sino una confrontación para no ser obsoletos.

En nuestra próxima columna hablaremos de las habilidades claves que debemos desarrollar como seres humanos para coexistir con las máquinas.

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