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Nelson Fernando Mariño | Foto: Nelson Fernando Mariño

ANÁLISIS

Funcionar al 35% es un camino seguro, pero a más pobreza y desempleo

Dentro de la compleja encrucijada de decisiones que debe tomar el Gobierno central —de cara a la tan requerida reactivación de actividades—, el Ministro de Comercio, José Manuel Restrepo, indicó recientemente que los centros comerciales podrían abrir con un aforo de máximo 30%.

20 de junio de 2020

En esa misma línea, la alcaldesa Claudia López señaló dos semanas después que los centros comerciales “funcionarán como el transporte público, es decir, no pueden superar el 35% de su aforo”.

Si bien es prioritario reducir el riesgo de contagio y evitar las aglomeraciones, es igualmente importante identificar de manera práctica y efectiva cuál es la capacidad con la que puede operar cada subsistema de una manera segura y productiva. ¿Qué tiene que ver el cálculo de capacidad estimada para un bus con la operación de un comercio?

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Precisemos un concepto: capacidad segura. Aunque no se trata de una definición general para todas las actividades, busca comprender que trabajar seguro y cuidar a las personas se puede lograr aún con alto volumen de operación, como, por ejemplo, en estos tres largos meses de confinamiento, lo han logrado las productoras de alimentos o de productos de aseo.

En la estimación de una capacidad segura, hay que considerar primero el flujo de personas: la clave es que puedan en lo posible disminuir el contacto físico, mantener 2 metros de distancia y evitar aglomeraciones prolongadas. En segundo lugar, hay que tener en cuenta el tipo de actividad: en una peluquería, por ejemplo, no hay manera de que las personas conserven 2 metros de distancia, pero con uso de caretas, paneles acrílicos, además del tapabocas, se disminuye sensiblemente el riesgo de contagio, como lo señala la OMS. 

Un tercer elemento para tener en cuenta es el lugar: no es lo mismo un espacio abierto con ventilación natural que un espacio cerrado o con aire acondicionado recirculante. 

Un cuarto criterio —que tal vez es el más importante, aunque doloroso— es el perfil de edad y la salud de las personas: como es conocido, los adultos mayores y las personas con presencia de comorbilidades asociadas tienen mayor tasa de morbilidad y letalidad. Sin embargo, los horarios y espacios referenciales podrían facilitar su acceso a cualquier lugar.

Ninguna de estas condiciones, de sentido común, son equiparables entre un medio de transporte y el comercio, pues la capacidad de un bus cerrado no tiene que ser referente de un restaurante, centro comercial o almacén, que tiene múltiples entradas, baños, amplios pasillos, espacio abierto, ventilación, flujo activo de personas, sin aglomeraciones prolongadas. 

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No puede convertirse en referente un parámetro que no está asociado ni al patrón de contagio, ni a la realidad del sitio, restringiendo aún más su golpeada operación.

En esta crisis, todos hemos entregado, pero restaurantes y comercios soportaron un súbito cierre, la contracción de la demanda por la baja de ingresos y un miedo infundido por muchos de nuestros gobernantes e influencers, cuya única propuesta parece ser un confinamiento generalizado, casi ciegos ante una realidad con crecientes necesidades, sociales, económicas y de salud, que no se solucionarán regalando mercados. Como afirmó Jorge Rausch, en este mismo medio, “reabrir al 30% de ocupación será perder más dinero”.

Con este virus vamos a aprender a convivir por muchos años o quién sabe si por el resto de nuestras vidas. Por ello, no se puede pretender vivir al 35%. Esta es una enfermedad de adultos y como tal la tenemos que tratar. Un centro comercial no debe ser responsable de la seguridad que como individuos debemos asumir. 

No podemos seguir actuando en modo covid fear, es urgente cambiar al modo smart covid: entender la dinámica del contagio y la expansión del virus, para actuar con precaución pero responsabilidad en todos los sentidos, y no solo como si el SARS-CoV2 fuera la única problemática pendiente por resolver.

*Nelson Fernando Mariño