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Marco Uribe

Por Dios, no se coma este cuento chino

Es inconcebible que en pleno siglo XXI reaparezcan movimientos políticos de ultra derecha y de odiosa filosofía de otrora como lo fue la del ‘nacionalismo’ del siglo pasado en Europa, y cuya alternativa de poder sólo descansaba en el totalitarismo ejercido y sostenido por la intimidación, por la opresión y por la ejecución del pueblo a cargo de agentes del Estado. Y, precisamente, es eso lo que busca el naciente movimiento que regenta el ex presidente Uribe a través de una marioneta que se topó y que encuadra a su medida, imagen y semejanza para ejecutar sus propósitos y alcanzar su objetivo: el poder, y ese es el obsecuente y leal Óscar Iván; a Uribe, para esta empresa no le servían ni Pacho Santos ni Holmes Trujillo.
5 de junio de 2014, 10:30 a. m.

¡Por Dios! no se coma este cuento “chino”.

“La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve” Martin Luther King.

No obstante, haberse menguado esa gran mayestática que encarna la dignidad  de quien ocupa la primera magistratura de la nación por culpa de algunos que han debilitado los cimientos del pedestal por el comportamiento poco acorde con su investidura, al extremo tal que han llegado a tratar de convertir el palacio presidencial en una “cueva de Rolando”, sigo teniendo como gobernado un inmenso respeto por la figura presidencial, prefiriendo tener como gobernante a alguien que esboce ideas aristócratas o burguesas que a otro venido de menos, y que sea un trepango populista y mentiroso oportunista, a fin de evitar que se irrespete y pisotee la mencionada dignidad.

Me parece inexplicable, fuera de todo orden y, por sobre todo, contra natura que dos o más personas resulten o tengan una identidad tan homogénea en las neuronas, y que la diferencia sólo radique en sus rasgos morfológicos, ya que su modo de pensar, razonar y actuar es de una similitud tal que produce trémulos convulsivos por no tener una respuesta científica a este fenómeno, como parece darse en Álvaro Uribe y Óscar Iván Zuluaga, salvo que el uno sea el muñeco de ventrílocuo del otro; deducción que parece ser la más acertada dada la homogeneidad  del intelecto, habida cuenta de la identidad del programa bandera de los dos gobiernos de Uribe y el de la copia idéntica que propone Zuluaga: interceptación o “chuzadas” en las comunicaciones, incluidos varios países, y los falsos positivos a granel, como soporte y justificación de la Seguridad democrática.

Es inconcebible que en pleno siglo XXI reaparezcan movimientos políticos de ultra derecha y de odiosa  filosofía de otrora como lo fue la del ‘nacionalismo’ del siglo pasado en Europa, y cuya alternativa de poder sólo descansaba en el totalitarismo ejercido y sostenido por la intimidación, por la opresión y por la ejecución del pueblo a cargo de agentes del Estado. Y, precisamente, es eso lo que busca el naciente movimiento que regenta el ex presidente Uribe a través de una marioneta que se topó y que encuadra a su medida, imagen y semejanza para ejecutar sus propósitos y alcanzar su objetivo: el poder, y ese es el obsecuente y leal Óscar Iván; a Uribe, para esta empresa no le servían ni Pacho Santos ni Holmes Trujillo.

Uribe Vélez, en su desfogue megalómano y su orfandad de poder, ha reclutado unos seguidores, y son muchos, que amaestró para que le acolitaran su política guerrerista, polarizante, desestabilizadora y dañina para un país que lleva 60 años vertiendo sangre a todo lo largo y ancho de su geografía nacional en una lucha estéril, y creyéndole, a pie junto, que la alternativa de poder y su redención están en el odio y las balas que hay que disparar indiscriminadamente, así caigan acribillados parte de la población civil, militares, policías, subversivos, y hasta personas con incapacidad cognoscitiva como carne de cañón de los falsos positivos.. 

Cada día compruebo más la realidad de la vieja percepción que he tenido del ex presidente Uribe, respecto de su doble personalidad como la del doctor Jekyll y Mr Hyde,  y, ahora, se suma su patético candidato-marioneta en aquello de recurrir a prácticas malevas  de “todos los métodos de lucha” para procurar arrasar a sus contradictores valiéndose de artimañas inicuas y consejas y tergiversando la realidad, a fin de desconcertar a la opinión y deslegitimar cualquier avance que se logre en los diálogos de paz de la Habana, asumiendo junto con su aspirante presidencial un papel obstruccionista que sólo produce lástima y tristeza, borrando de tajo su amor patrio que tanto ha pregonado el hombre del corazón grande y mano firme, pero de cerebro perverso.

No es ninguna utopía llegar a acariciar la posibilidad de que por aquello de los gajes del destino y de la ambivalencia humana, y de la maldita amnesia que sufre el pueblo colombiano, llegase a la Presidencia de Colombia, Óscar Iván Zuluaga. Mala noticia para el país, pero relativamente buena para Caldas porque nos asegura el concurso de muchos deshonestos como los que nos trajo a Corpocaldas, al Aeropuerto del Café, y candidato a la gobernación, y excelente para Pensilvania, su pueblo natal, así no le dé un pírrico auxilio al ancianato local o, junto a su primo el inútil Senador, sigan ordenando que dejen pudrir mercados para evitar que los liberales resulten beneficiarios. Esto me lo aseguró Miguel Cruz, paisano del candidato de Uribe.

Álvaro Uribe, con su marioneta el “zorro Zuluaga”, busca instaurar un régimen totalitario de las mismas características que lo tuvo República Dominicana durante 30 años, bajo la férula tenebrosa del sátrapa y autócrata Rafael Leonidas Trujillo Molina. Por ello, el columnista Antonio Caballero en la revista Semana de mayo 16 de 2014, en uno de sus apartes del artículo procura refrescar la memoria de algunos olvidadizos:

“La cosa venía de antes, y no sobra refrescar la memoria sobre las andanzas de Álvaro Uribe desde su juventud. Desde que, para rescatar el cadáver de su padre asesinado, le pidió prestado el helicóptero al narcotraficante –“el hacendado”, lo llamaba él– Pablo Escobar. Desde los tiempos en que en su hacienda familiar Guacharacas se organizaban grupos de autodefensas; desde los días de Aerocivil y los aeródromos concedidos a los mafiosos; de los de la Gobernación de Antioquia y la creación de las siniestras ‘Convivir’. Dicho sea de paso, sobre ellas me aseguró Uribe, cuando era candidato presidencial en 2002, en la única ocasión en que he hablado con él personalmente, que ninguna había servido de embrión para un grupo paramilitar ilegal. Luego vinieron las elecciones ganadas con votos de los narcoparas pagados a continuación con la Ley de Justicia y Paz; la falsedad de los autoatentados; las chuzadas de DAS; los narcoparlamentarios del uribismo haciendo cola para ir a la cárcel después de haber votado en el Congreso los proyectos del gobierno; el desmantelamiento de los ministerios de Justicia y de Medio Ambiente; la reforma laboral que eliminó las horas extras con el pretexto falaz de crear empleo; las peleas con los países vecinos; la compra de conciencias con embajadas; el espionaje a las altas Cortes; las reuniones con delincuentes en los sótanos del Palacio Presidencial; los enriquecimientos ilícitos; las zonas francas; los distritos de riego; el Agro Ingreso Seguro; los peculados; las concesiones de obras; el cohecho para comprar los votos de la reelección a cambio de notarías; la corrupción , por ministros interpuestos o por la propia mano presidencial que repartía cheques en los consejos comunitarios. Los delatores recompensados. Los altos funcionarios huyendo de la justicia. Y el horror sin parangón de los falsos positivos en los que el Ejército asesinaba civiles y los vestía de guerrilleros para demostrar que la política uribista de “seguridad democrática” iba ganando la guerra a fuerza de amontonar cadáveres”.

Si Colombia quiere que le repitan esta dosis, de pronto reforzada, vote por Álvaro Uribe
Vélez, en el cuerpo del “Zorro de Pensilvania”

Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, junio 5 de 2014.






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