Nicolás López y Sergio Meza, propietarios de Villanos en Bermudas.

RESTAURANTES

Villanos en Bermudas

Un nuevo y arriesgado concepto acaba de abrir en la zona de Chapinero alto de Bogotá

22 de septiembre de 2016

La cocina villana de este restaurante viene a sacudir un poco la gastronomía bogotana, la cual se caracteriza, en general, por ser un tanto conservadora. ¿En cuántos restaurantes encontramos el mismo plato presentado con ligeras variaciones? No es la regla, por supuesto, pero sí hay una marcada tendencia.

En Villanos en Bermudas los platos son inéditos, se salen del camino recorrido para arriesgarse a subir por peñas y bajar por pendientes. Hay creatividad, libertad, agallas y ganas de tomar riesgos, lo cual se agradece como comensal.

Quizá no sea la comida que uno quiera comer todos los días pero si es una de descubrimiento. Quienes están detrás del concepto son Nicolás López, un cocinero argentino que ha trabajado en varias cocinas reputadas por el mundo, al igual que el mexicano Sergio Meza. A los dos los une esa pasión por transitar terrenos menos seguros, con menos certezas y más sorpresas.

Su menú de siete pasos no es estático. Es posible que cambie todos los días dependiendo de sus ánimos o de los productos que consigan en el mercado. Así, es posible encontrarse con unos espaguetis de nabo sobre una cama de yogur de leche de cabra, con pedazos de mango y las aromáticas hormigas amazónicas, las cuales tienen notas de limón y limonaria. O el gusto del fuego primordial de la parrilla en unas gambas asadas acompañadas de cubios encurtidos y un pipián.

Si bien en la cocina abierta se ven todos los juguetes modernos que permiten las últimas técnicas, estos cocineros no olvidan lo sencillo y hacen bastante uso de la parrilla que tienen al aire libre. Todo es hecho en casa, incluyendo el pan que está disponible por si se ofrece raspar los restos de un plato.

El bar, en el primer piso, ofrece cocteles hechos con licores de infusiones caseras como un vodka con jengibre o un tequila con chocolate para así diferenciar clásicos como un martini o un margarita. El servicio del café es como se debe: con granos especiales de distintos orígenes y hecho a la manera de un ritual. Todo el menaje, desde los vasos, pasando por los platos hasta los cubiertos es para destacar, al igual que el diseño de las sillas y de los baños.

Vale la pena la experiencia que se vive en este restaurante que seguramente romperá paradigmas en paladares conservadores y que abre la puerta a otro tipo de locales.

Precio del menú de siete pasos: $88.000

Dirección: calle 56 No.5-21

Teléfono: (1) 211 1259

Nota del editor: El restaurante cerró en julio de 2020 en medio de la pandemia, después de estar entre los mejores 50 restaurantes de América Latina.