María Carolina Hoyos Turbay aprendió a bucear a los 14 años como una estrategia impuesta por su padre para que no fuera una adolescente descarriada. | Foto: SEMANA

Hablan los expertos

El buceo como terapia para enfrentar la vida

Aunque no es experta en psicología, María Carolina Hoyos Turbay, escritora y autora del libro Desde el fondo del mar, tomó del buceo una serie de técnicas que la ayudaron a superar la herida de perder a su madre, Diana Turbay. Esta estrategia es la que hoy usa para enfrentar todas sus dificultades.

27 de julio de 2019

Aunque no es experta en psicología, María Carolina Hoyos Turbay, escritora y autora del libro Desde el fondo del mar, tomó del buceo una serie de técnicas que la ayudaron a superar la herida de perder a su madre, Diana Turbay. Esta estrategia es la que hoy usa para enfrentar todas sus dificultades.

María Carolina Hoyos Turbay aprendió a bucear a los 14 años como una estrategia impuesta por su padre para que no fuera una adolescente descarriada.  No solo su padre consiguió ese objetivo sino que ella encontró que bucear era su pasión. Pasión que aún hoy practica cada vez que tiene la oportunidad. Curiosamente ese deporte fue indispensable para afrontar, cuatro años  después, cuando tenía 18, una de las penas más grandes de su vida: la muerte de su madre, Diana Turbay, quien fue secuestrada por Pablo Escobar y en el intento por rescatarla fue asesinada por sus captores. “Entendí que muchas de las cosas que suceden en el buceo se pueden practicar en la superficie, en la vida”, dice. La primera reacción al ver a su madre muerta fue jurarle que nunca más volvería a sonreír. 

Como bajo el agua la gente no puede hablar,  los buzos solo se comunican con su pareja de buceo a través de un lenguaje de señas. Una de las primeras enseñanzas fue  siempre estar acompañada, como lo hacen los delfines, que siempre van en pareja o en manada y como lo hacen los buzos de manera obligatoria. “Si uno no tiene con quien cogerse de la mano para salir del hueco o estar bien o celebrar las dichas de la vida, no vale la pena. La vida es como en el fondo del mar, como nos enseñan los delfines”, explica. 

Hoyos Turbay cuenta que superar su tristeza profunda fue un logro no por ser una experta en psicología (ella es periodista) sino porque a punta logró no detenerse en ese dolor que era producto de un problema que no tenía solución. “Me di cuenta que siempre usaba el mismo método para cuando tenía problemas”. 

En entrevista con SEMANA ella cuenta en qué consiste su terapia, que no pretende ser otra cosa que consejos de una persona que ha tocado el fondo y ha logrado salir de él. Es la terapia que, como ella dice,  “me ayudó a incumplirle esa promesa a mi mamá de no volver a sonreír”.

1. Falta de aire:

El día que mataron a mi mamá, en enero de 1991, yo quedé a 30 metros debajo del agua, sin oxígeno. La señal de bajo de oxígeno en un buzo en la más complicada en una inmersión porque significa que muy pronto se le acabara la posibilidad de respirar. Así nos pasa a todos cuando tenemos un problema, una noticia inesperada, el dolor de perder a alguien o el diagnóstico de una enfermedad: quedamos bajos de aire. Y cuando uno está bajo de aire una reacción es subir inmediatamente a la superficie, lo cual es un peligro porque la burbuja de nitrógeno puede matarnos. Entonces lo importante es planear una estrategia de navegación y subir poco a poco hasta llegar bien a la superficie. En la vida cuando tenemos un problema reaccionamos sin entender que primero debemos plantear una estrategia. Es importante actuar, porque no hacerlo es hacer lo de la avestruz. Hay que enfrentar el problema, pero con un plan.

2. Estabilizarse:

Cuando la vida cambia cómo me pasó a mí, tuve muchos sentimientos extremos: rabia, dolor, tristeza, felicidad de acordarme de las cosas lindas mi mamá, dolor, rabia, decepción. En el buceo también sucede y la señal de estabilizarse es buscar un control sobre uno mismo  y sus emociones, buscar que el rango de emociones no vaya tan arriba ni tan abajo sino encontrar un foco. Fue difícil estabilizarme en ese momento en el cual tenía mi vida en pausa y no quería actuar decididamente. Pero mantener la calma luego me ayudó a seguir y a no detenerme y evitar los problemas. Hay que estabilizarnos para flotar y navegar a pesar de las dificultades. 

3. Enganchado:

Un buzo lleva consigo muchos aparatos y aletas largas y en el mar se encuentra con muchas cosas, desde barcos hundidos hasta corales y es muy probable quedarse enganchado ahí abajo. Cuando el buzo está enganchado debe buscar cortar lo que lo está atando y para eso debe buscar ayuda para cortar con esas amarras que lo atan. En la vida pasa lo mismo: uno queda enganchado en el pasado, atado a cosas que nos duelen y al recuerdo de personas que no van a volver,  y todo eso no nos deja avanzar. Cuando uno está en esa situación lo primero que debe hacer es reconocerla y buscar ayuda. Desde el asesinato de mi madre yo dormía con una piyama que me olía a mi mamá porque no quería olvidar su aroma. Eso lo hice hasta que entendí que estaba enganchada con el pasado y pedí ayuda. Mi papá, quien me enseñó a mi pasión fue quien me ayudó a cortar. Mi papá no me ‘pobrecitió’, sino que me exigió disciplina, terminar con los estudios, tener un plan, hacer ejercicio, nunca me dejó de exigir por cuenta del dolor. Suena brusco, pero fue importante para emprender el camino de incumplirle a mi mamá el juramento que le había hecho. 

4. Cogerse de la mano:

Esta señal en el buceo es la más linda de todas. Cogerse de la mano no solo es para cuando hay riesgo, temor y tristeza sino para los buenos momentos. En el buceo uno nunca puede generar una inmersión sin ir acompañado de su body o pareja, y así es en la vida. En la superficie esta señal indica que uno no debe hacer su vida en forma individual. En la vida nos encargamos  de alejar a los más cercanos por temor, o porque no queremos ser juzgados o porque creemos que somos capaces de resolver nuestros propios problemas. En fin, buscamos una intimidad que no vale la pena. Cuando tengo problemas siempre busco ayuda en mi red cercana y ellos me apoyan para salir adelante.

5. Todo está bien:

Esta señal es pregunta y respuesta. Es quizá la que más se repite durante una inmersión y es cuando un buzo le pregunta a su compañero ¿Estás bien? y él responde sí, estoy bien. Esto tiene que pasar en nuestra vida. Pero a veces por el estrés, el ritmo de nuestro trabajo, por todo lo que vivimos pensando, no preguntamos si todo está bien o cómo estamos. Reconocer mi dolor y reconocer que yo tenía que preguntar cómo me estaba sintiendo me ayudó mucho  a oírme en la soledad.

Porque uno en el fondo del mar aprende a escuchar, algo que en superficie nos cuesta trabajo. Yo aprendí a oír los latidos de mi corazón, no en superficie sino en las inmersiones y también mi respiración, algo natural en la superficie pero que en una inmersión es muy sonoro y especial y eso me hizo ser consciente de muchas cosas. La respiración en el buceo es importantísima. Es tomar y soltar, muy parecido a tomar y dar. Cuando uno entiende que al dar vamos a recibir, la ecuación de la vida empieza a tener sentido. Me di cuenta de que la felicidad era construida a través de la imperfección y que podía ser feliz y que todo estaba bien inclusive con mi mamá asesinada, que las personas que tenemos grandes heridas podemos aprender a sanarlas. Es decir ser felices a pesar de nuestras heridas.

6. Algo va mal:

En el buceo cuando a uno le duele el oído o algo en su equipo no funciona bien,  uno hace la señal de algo va mal. Algo iba mal en mi vida. Yo ya estaba bien, yo había aprendido a vivir con mi herida, tenía una red de apoyo y mi vida tenía sentido. Había avanzado, había navegado. Pero en unas vacaciones tuve un problema con mis hijos y eso me demostró que algo estaba mal. Mis dos hijos se pelearon, yo intervine y les pedí que se pidieran perdón. Así lo hicieron, pero veinte minutos después estaban peleando de nuevo. Me di cuenta de que a veces perdonamos por trámite, pero realmente no estamos perdonando desde el fondo del corazón. Yo me di cuenta de que no había perdonado a las personas que me habían agredido y que necesitaba perdonar para estar libre de equipaje y realmente sonreír desde el fondo de mi alma.  Eso terminó con el encuentro entre el único de los asesinos de mi madre que está vivo. Lo perdoné. Era importante soltar, no tener vínculos de odio. No hay mejor negocio que ir navegando ligeros de equipaje.