Los niños tienen más riesgo que las niñas de sufrir de este tipo de accidentes tal vez debido a que ellos son más dados al riesgo, aun desde muy pequeños. | Foto: Pixabay

SALUD

Solo bastan tres centímetros de agua para que un niño se ahogue

El ahogamiento es una de las primeras causas de muerte en menores de 14 años. Una asociación busca reducir estas cifras.

1 de junio de 2016

En Colombia la mortalidad de niños por ahogamiento es muy alta. Se considera que es la segunda causa de muerte de 0 a 5 años, una etapa en la que aún están bajo la supervisión de un adulto. Según Medicina Legal en 2006 hubo un pico de muertes, 416 casos, de los cuales 220 sucedieron entre niños menores de cinco años.

Aunque no se sabe cómo fallecieron exactamente, por lo que reportan las madres no se necesita de una gran piscina para que ocurran estos accidentes. Muchos fallecen en pequeñas albercas que se construyen para lavar la ropa; en lagos, paseos de rio, tinas, baldes, en las fuentes de agua de decoración que hay en casas y edificios,  e incluso en el inodoro.

El riesgo aumenta en fines de semana y en temporadas de vacaciones. Los niños tienen más riesgo que las niñas de sufrir de este tipo de accidentes tal vez debido a que ellos son más dados al riesgo, aun desde muy pequeños. Los ahogamientos siempre coinciden con aquellos momentos en que los adultos están en alguna actividad lúdica, en medio del asado o en una fiesta,

Un niño puede ahogarse en poco tiempo. “Mientras suena un timbre, mientras la mamá va a traer la toalla”, dice la dermatóloga María de Pilar Molina. Como a esa edad la cabeza tiene un peso mayor que todo el cuerpo, los pequeños que se precipitan a una piscina o un cuerpo con agua no flotan sino que van al fondo de este espacio. En cuestión de cuatro minutos ya hay muerte cerebral. Los ahogamientos son rápidos y silenciosos.

Esta información la conoce Molina al derecho y a la revés. Hace parte de las estadísticas de los ahogamientos y ella solo las conoció después de que su hijo Santiago Rivera, de cinco años, se ahogó durante un evento social en junio de 2006 en la piscina del condominio donde vivían. Aunque ella y su esposo, el pediatra cardiólogo Martin Rivera, habían estado reunidos con los demás residentes para exigir la construcción de un cerramiento de esta área, desconocía mucho sobre el tema. Hoy lo sabe todo y quiere divulgarlo para evitar que otros niños tenga ese mismo destino.

La semana pasada, diez años después de este triste episodio, Molina, junto con Hortensia Espitaleta, otra madre que también perdió a su hija, Mariana, en circunstancias parecidas, lanzó la asociación Asalvo para la prevención del ahogamiento en Colombia. A esta campaña se han unido ya 11 empresas y la Sociedad Colombiana de Pediatría.

El propósito del grupo es generar conciencia sobre los riesgos y llegar a más sitios de Colombia como zonas rurales, fincas y municipios donde no hay tanto conocimiento del tema. A diferencia de otros países donde las piscinas se abren solo en los veranos, en Colombia estas están disponibles durante todo el año y eso hace el riesgo de ahogamiento aún mayor. “En Colombia hay 480 mil piscinas y solo en Bogotá son casi 3.300, dice Molina. “Algunas no cuentan con medidas de seguridad porque implican un costo adicional que nadie quiere pagar o porque los cerramientos no se ven bonitos”, dice.

Esto es así a pesar de que existe la ley 1209 del 2008 que reglamenta las medidas de seguridad que estas áreas deben tener: desde que los niños no pueden estar allí sin la supervisión de un adulto, cómo deben ser los cerramientos y las alarmas, hasta los drenajes para que sean seguras. “Pero es difícil hacerle seguimiento para que la gente cumpla con la norma”, dice.  Lo más grave es que un decreto, el 0554 de 2015, modificó la obligatoriedad con que deben contar las piscinas públicas para para el cumplimiento de las normas. Eso podría aumentar las cifras de nuevo que iban en descenso. La reducción con la ley fue de 62.1 por ciento. En 2015 fallecieron 146 menores de 14 años. “Pero esto podría aumentar en el futuro si no se toman las medidas pertinentes”, señala Molina. 

Para Molina nadie lo hace de mala fe. Simplemente la gente es confiada y piensa que este tipo de accidentes les pasan a otras personas. “Mi misión es mostrarles que si me pasó a mi le puede pasar a cualquiera. El riesgo lo tenemos todos”.

Los pilares de seguridad para prevenir ahogamientos se resumen en cuatro puntos básicos. El primero es que si tiene piscina los niños deben estar en supervisión permanente de un adulto cuando estén cerca de ella. “Hay que nombrar un guardián del agua, que es diferente al salvavidas. Es alguien encargado de vigilarlos mientras están en la piscina y no puede retirarse del lugar hasta que no sea relevado por otro adulto”. La segunda es enseñarles a nadar desde muy pequeños incluso antes de empezar a caminar para que tengan habilidades en el agua. La tercera es exigir todas las medidas de seguridad que incluye la ley entre las que está el cerramiento en las piscinas para que los niños no lleguen allá solos. El último es que los adultos aprendan a hacer reanimación cardiopulmonar para poder actuar rápido en caso de que alguien sufra un accidente de estos.

También recomienda no fiarse de los flotadores pues no son garantía de que el niño no se ahogue. Ahora con el auge de la telefonía celular el riesgo de distracción es mucho mayor y por ello hay que tratar de que esa supervisión que tenga el menor cuando está en la piscina sea con los ojos puestos todo el tiempo en el niño. Esa es la misión del guardián del agua, una campaña que busca concientizar a padres y adultos de la importancia de vigilar constantemente a los menores en el agua. No se puede perder de vista porque como lo supo Molina después de la tragedia de Santiago “parpadear es mucho tiempo cuando hay un niño en el agua”.