Camilo Arroyave tiene 27 años y es enfermero jefe de la Fundación Cardioinfantil. | Foto: Esteban Vega

INFORME ESPECIAL

"Es muy duro ver que un paciente muere totalmente incomunicado de su familia"

Camilo Ernesto Arroyave, enfermero de la Fundación Cardioinfantil, relata que hoy la situación de las UCI en este hospital es compleja: cada vez que se abre una cama nueva en la UCI, se llena de inmediato. Encontrar una libre es muy complicado.

1 de agosto de 2020

Cuando esta crisis comenzó estábamos muy asustados, porque aunque sabíamos que el coronavirus iba a llegar en algún momento, no nos sentíamos totalmente preparados. Y no por los equipos de protección personal, que los teníamos, sino porque no sabíamos bien cómo usarlos y, además, no teníamos mucho conocimiento del virus. Nosotros creíamos, por ejemplo, que con solo tocar a un paciente nos íbamos a contagiar. 

En las primeras semanas tuvimos una especie de pico de pacientes y fue muy difícil, pero eso nos ayudó a adquirir experiencia para lo que está pasando ahorita. Nos comenzamos a acoplar mejor sobre la marcha y hoy, por ejemplo, en nuestra UCI hay un enfermero y un auxiliar de enfermería por cada 3 pacientes. Aún así, es muy duro. Los pacientes con coronavirus son muy complejos y duran mucho tiempo en la UCI, por lo que la carga laboral, física y psicológica aumenta. Es verdad que son turnos de 8 o 9 horas, pero el trabajo es pesado y uno sale bastante agotado. 

A mí me impacta mucho ver que los pacientes no puedan verse ni hablar con la familia. Cuando están más despiertos y no tan sedados les hacemos videollamadas, pero hay casos en los que los pacientes permanecen totalmente incomunicados y mueren sin ver o hablar con sus seres queridos. Es muy duro. En esos casos, en los que uno no deja de sentirse afectado emocionalmente, los compañeros se vuelven una familia y un apoyo. Luego, cuando uno llega a la casa, la familia hace que se le quite la carga laboral y le ayuda a pensar en otras cosas. 

Claro que también está el miedo con la familia, que nos obliga a seguir muchos protocolos: nosotros nos bañamos antes de salir de la institución, yo dejó los zapatos afuera, echó a lavar la ropa directamente y pasó a la ducha de mi casa antes de hablar con alguien más. A veces uno está pensando tanto en la enfermedad, que se sugestiona y siente síntomas: dolor de garganta, tos, malestar. Pero no deja de ser algo mental. Aunque sí tuvimos un compañero que le dio el virus y estuvo muy complicado. Lo terminamos atendiendo nosotros mismos ahí en la UCI y fue terrible verlo en esas condiciones. 

Ahora el tema está complejo: cada vez que se abre una cama nueva en la UCI, se termina llenando de inmediato. Encontrar una libre es muy complicado.