¿Estás solo? No es fácil responder esta sencilla pregunta. Primero debes revisar la soledad, sus tipos, causas y consecuencias. | Foto: Google

Psicología

¿Solo yo? Pero si estoy rodeado de mil compañeros

Muchos no entienden que es la soledad ni saben que la padecen, dice el psicólogo Miguel de Zubiría, director de la Fundación Internacional de psicología afectiva. El experto dice que podría haber al menos seis tipos de soledad y para saber si sufre de ellas solo se necesita hacerse seis preguntas

6 de diciembre de 2018

¿Estás solo? No es fácil responder esta sencilla pregunta. Primero debes revisar la soledad, sus tipos, causas y consecuencias. Recientes estudios dicen que los adultos podrían sufrir no de una soledad, sino al menos de seis tipos diferentes de soledad: la amorosa, la laboral, la proyectiva, la de amigos y grupos, la de pasatiempos y tiempo libre, y la intelectual.  Otro reciente estudio de la BBC realizado en varios países reveló que alrededor del 40% de los encuestados de entre 16 y 24 años de edad dijeron que experimentan soledad a menudo o muy a menudo, en comparación con sólo el 29% de los que tienen entre 65 y 74 años”. ¡Casi la mitad de los jóvenes! Es una estadística aterradora.

¿Es posible estar realmente solo aunque se tengan 1000 compañeros? Contestaré una pregunta con esta historia. Un par de años atrás me remitieron un muchacho de trece años.  Adalberto, lo llamaré así. Era aislado, apático, desmotivado en el colegio, con rendimiento académico en picada los dos últimos años. Al psicólogo del colegio le preocupaba la posibilidad de que perdiera el año, siendo un joven brillante y buen estudiante. En efecto, los cuestionarios mostraron alta presencia de soledad, en particular escolar y familiar. Hijo único, su madre sin pareja, ni parientes. Al entregarle el informe su madre fue muy enfática: “doctor cómo puede afirmar que mi hijo está solo en un colegio de 1.000 estudiantes. ¡Es imposible!”.

No logré convencerla. Sin embargo, es corriente sentirse solo rodeado de decenas o cientos de personas. Lo de menos es cuántas personas lo rodeen a uno como escenografía. La soledad es sentirse desconectado, desvinculado, sin comunicación ni apoyo de otros. Peor aún, es posible sentir soledad de uno mismo, o saberse desconectado, desvinculado, sin comunicación, ni apoyo personal de la persona más importante de todas: tú. ¿Puedes estar solo de ti? Sí, les ocurre a los jóvenes apáticos o a quienes se auto devalúan o se perciben frágiles o poco valiosos. Dicha auto desconexión resulta ser una de las formas más dolorosas de soledad. Curiosamente, la persona que la sufre puede no saber por qué está solo o cuál de las soledades sufre.

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Otra pregunta frecuente: ¿Hay pruebas de que la soledad mata? Sí, contamos con un genial estudio de 75 años de duración de la Universidad de Harvard que apunta a la pregunta de qué significa llevar una vida feliz y saludable. Los resultados fueron presentados por su  actual director Robert Waldinger en un conversatorio TED.. En esta charla el experto dice que “las buenas relaciones nos hacen más felices y saludables. Y la soledad mata. Experimentar la soledad resulta tóxico, produce infelicidad y recaídas de salud en la edad mediana, las funciones cerebrales decaen rápidamente y viven menos”, dice en su charla. Son Aterradores los efectos de la soledad. Su consejo no puede ser más claro. “Lo definitivo es la calidad de las relaciones cercanas, contar con otro ante las adversidades, pasar más tiempo con personas que con pantallas”.

La neuropsicología actual propone una interesante explicación posible sobre cómo los buenos vínculos aportan ocho ganancias. Si Adalberto decidiese invitar a su compañero Luis a escalar, cosa que no hace, su mente crearía una grata expectativa positiva, pronto vendrían varias interacciones con él, personales y virtuales; cada paso hacia la meta le crearía placer y materializar su plan le causaría gratas auto satisfacciones. Adalberto podría recibir gran cantidad de beneficios, solo que su soledad bloquea este circuito, porque vive refugiado en la soledad de su hogar.

Padres y profesores deben preocuparse ante los niños y jóvenes que no cuentan con buenos compañeros, ni amigos. Pierden mucho bienestar y a mediano plazo podrían presentar diversas complicaciones médicas. Además, en mi opinión, lo peor es que dejan de ejercitar sus cualidades interpersonales e íntimas, que serán definitivas en su vida adulta, ni que decir en su larga vejez. La soledad crea un peligroso círculo vicioso del cual muchas veces es imposible escapar, si no se reconoce a tiempo, lo cual casi nunca ocurre.

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Ahora sí, ¿qué es la soledad? De entrada diré que la soledad tiene dos opuestos la felicidad vincular y del otro el sufrimiento. La felicidad vincular, o anti soledad es el conjunto de interacciones gratas y cercanas con personas y con nuestra pareja: el total de expectativas, gratos encuentros, placeres, satisfacciones. Estas deliciosas interacciones nos hacen felices y saludables. Son la fuente primaria de la felicidad humana, según han comprobado muchos estudios desde hace 30 años. Felicidad vincular de la cual se pierde Adalberto, lo cual es una grave pérdida de felicidad, pues daña su corazón y su cuerpo de diversas y preocupantes maneras. Lo mata lentamente.

El extremo opuesto de la felicidad vincular es el sufrimiento vincular. Para entenderlo usaré el ejemplo de  Adalberto a quien su soledad le evita y ahorra tensiones, conflictos, desplantes, fricciones, malentendidos y años adelante celos, decepciones, infidelidades crueles y dolorosas. Como cualquier arte, el de interactuar es difícil y complejo, requiere miles de horas de entrenamiento y de enseñanzas que nadie enseña hoy, razón para que la sabiduría popular afirme, respaldada por la neuropsicología del sufrimiento, que “es mejor estar solo que mal acompañado”. Solo que olvida la otra cara, la cara positiva de las relaciones humanas y es que es muchísimo mejor estar bien acompañado que solo

La esencia de la soledad no es estar sino sentirse-desconectado de otros. Como cuando se va la luz, dejan de operar los aparatos que tanto bien nos hacen, nos deja a oscuras, sin televisión, internet, lámparas, música… Esta desconexión puede ser aguda, por períodos de tiempo, o crónica, muy grave. En este último caso, la persona pierde la esperanza de reconectarse, carece de las cualidades inter personales e íntimas para lograrlo y lo sabe luego de cientos de tensiones, conflictos, desplantes, fricciones, y malentendidos. La falla está en él, o mejor aún en sus padres y profesores que no le enseñaron el delicadisimo arte de conectarse con otros, arte en vías de extinción, que hoy casi nadie lo domina, porque las personas viven escondidas tras sus pantallas auto protectoras, las mismas que los protegen de los otros. Le ocurrió a Adalberto en sus dos últimos años, precisó al iniciar su adolescencia: nadie le enseñó el arte de interactuar con amigos ni amigas ni con grupos.

En contexto: ¡Hola, soledad! 

Esto significa que la presencia física de los otros no resuelve nada. La solución es la conexión, saberse conectar gratamente con otros. ¿Cómo? La psicología sabe poco de este reciente tema, solo que requiere motivaciones y cualidades aprehendidas. ¿Dónde se aprehenden? En el hogar y el colegio, solo que los hogares actuales priorizan los estudios académicos y los colegios mucho más. De esta forma nadie se ocupa de los antídotos contra la soledad. Por fin, Inglaterra crea el primer ministerio contra la soledad, es el primer país en hacerlo.

Tal vez lo más importante de todo es que en la adultez parecen ocurrir seis formas principales de soledad: la soledad amorosa, laboral, proyectiva, de amigos, tiempo libre e intelectual. ¿Sufres alguna de ellas? Lo primero por decir es que podemos medir la soledad. Para saberlo requiere hacer un afectograma de soledad que es un examen con una serie de preguntas. Estas son seis de ellas.

  1. Soledad amorosa. ¿Tienes quién te quiera -de verdad-¿ ¿Tienes a quién querer?
  2. Soledad laboral. ¿Aprecias tu trabajo, a tus jefes, colegas, subordinados? ¿Y te sabes apreciado por ellos?
  3. Soledad proyectiva. ¿Trabajas en satisfactorios proyectos, personales o con otros, con tus socios?
  4. Soledad amigos y grupos. ¿Tienes buenos y cercanos amigos? ¿Les destinas tiempo?
  5. Soledad de tiempo libre. ¿Practicas por lo menos un apasionante pasatiempo?
  6. Soledad intelectual. ¿Tienes con quiénes compartir tus lecturas, pensamientos, reflexiones y las suyas?

Si respondes a una de ellas que no, deberías pedir ayuda porque la soledad es un tema muy serio que requiere que todos lo conozcamos y lo enfrentemos. Si eso se logra, podría ser la segunda posible vacuna experimental contra el suicidio.

fidpa.pedagogiaafectiva@gmail.com