ajedrez

La guerra de los mundos

Aunque Kasparov no pudo contra Fritz, las máquinas no dominarán a los humanos, al menos este año.

Alvaro Montes
15 de diciembre de 2003

Kasparov no pudo contra la computadora Fritz. El mejor jugador de ajedrez del mundo -de todos los tiempos, dicen algunos- no puede contra las máquinas. Perdió con Deep Blue de IBM en 1997 y apenas sacó un empate contra la nueva creación de X3D Technologies, una empresa especializada en realidad virtual, que juega en tercera dimensión y es más divertida. No es para salir corriendo. No es la raza humana contra las máquinas como en Terminator o Matrix. La cosa más bien parece una estrategia comercial, como Shaky O'Neil jugando contra un velocirraptor en un comercial de televisión. Todo el mundo sabe que los dinosaurios no son buenos para el basquetbol y las computadoras, aunque juegan cada vez mejor, tienen mucho por aprender en el ajedrez. Anatoly Karpov, que jugó contra Garry Kasparov y perdió ve algo extraño en tanta derrota del ajedrecista.

La inteligencia artificial ha despertado ilusiones y desencantos en el mundo científico varias veces y por lo pronto sus aplicaciones más asombrosas se encuentran en los juegos de computador y en máquinas sofisticadas del mundo industrial.

Una computadora que juega ajedrez fundamentalmente utiliza la fuerza bruta, que no es lo que la palabra sugiere sino una estrategia de la ingeniería computacional para realizar cálculos sobrehumanos. En el juego de ajedrez, el jugador A debe suponer las posibles respuestas del jugador B a su próxima jugada, pero además las posibles respuestas de A para cada una de las posibles respuestas de B y así sucesivamente en un árbol con miles de posibles ramificaciones. La mente humana tiene un límite, aun para hombres con las capacidades de Kasparov, que domina 14 idiomas y puede leer 1.000 páginas en una hora. La computadora tiene un tipo de memoria diferente a la nuestra y puede almacenar esas ramificaciones del árbol sin perderlas y así seleccionar la jugada que desencadene las mejores consecuencias para su juego. Fritz puede analizar tres millones de jugadas por segundo. Es a eso a lo que los ingenieros de la IA denominan fuerza bruta y es el mismo sistema utilizado para romper claves de seguridad: la computadora no se cansa de combinar aleatoriamente todos los números hasta dar con la combinación que permite acceder al sistema.

Pero la capacidad de cómputo no basta. La inteligencia natural posee mecanismos y sistemas de razonamiento poderosos que aún no han sido llevados a la máquina y que constituyen el punto de discordia entre quienes creen que la inteligencia artificial llegará a ser tan alta como la natural y los que no.

Rodney Brooks, director del Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT ha enviado un mensaje de alivio al informar que la máquina más sesuda que el hombre ha podido construir alcanza con dificultad el nivel de inteligencia de una ameba y que estamos lejos de los robots diabólicos que esclavizan a los humanos. Así que no es necesario que corra a desenchufar el microondas o la lavadora. Por más 'lógica difusa' que traiga, ella no pasará de identificar las fibras y determinar el tipo de lavado para cada prenda. Al menos por ahora.