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Entrevista

"Vivimos en una época muy oscura"

Paul Auster es uno de los intelectuales más respetados y una figura indispensable en la literatura actual. El escritor habló con Felipe Restrepo, de SEMANA, sobre sus obsesiones y pesadillas.

9 de enero de 2005

Se podría pensar que Paul Auster, como la mayoría de sus personajes, es un hombre misterioso. Es más, se podría suponer que es difícil separar la vida de este escritor estadounidense con la de sus personajes: que, como ellos, es un hombre solitario, atormentado, que pasa sus días vagando por las calles de Nueva York. O que su vida es tan absurda como la trama de una de sus novelas y que se ha extraviado en el universo novelesco que él mismo creó. Porque, como suele ocurrir con los grandes escritores, sobre Auster se han inventado muchas leyendas. Sin embargo, como también suele ocurrir con los grandes escritores, es un hombre calmado y amable. Con la sencillez que caracteriza su escritura, Auster habló con SEMANA desde su apartamento en Brooklyn. SEMANA: Usted comenzó como escritor fantasma, ¿cómo afectó esto su trabajo más adelante? Paul Auster: En realidad no sé si mi carrera comenzó así. En mi juventud escribía poemas, ensayos, traducciones (sobre todo, de literatura francesa) y, desde luego, trataba de sobrevivir. Tuve toda clase de empleos: fui vendedor, camarero en un hotel y traductor de catálogos. Una de las cosas que hice entonces para ganarme la vida fue escribir para otras personas, fui escritor fantasma. Entonces hice una novela para otra persona bajo otro nombre. Recuerdo que era una historia policíaca. Fue la primera novela que escribí y lo hice sólo por dinero. Como escritor es una experiencia interesante pero muy extraña, pues permite esconderse detrás del trabajo y tener una total impunidad. SEMANA: Su conexión con la cultura europea es muy fuerte, de hecho vivió varios años en Francia, ¿se siente más un escritor europeo que uno estadounidense? P.A.: Aunque me interesa toda la literatura europea, viví en Francia algunos años y el único idioma que conozco además del inglés es el francés. Por eso, creo, estoy mucho más involucrado con la cultura francesa y tengo una relación más íntima con su literatura. Además, como dije antes, hice traducciones de textos franceses, como la poesía de Mallarmé. Pero honestamente no sé qué impacto ha tenido en mi carrera de escritor. Sé que ha tenido una influencia, eso es innegable, pero no podría precisarla. Ahora no sé si yo me pueda definir o limitar como un escritor estadounidense: lo único que sé es que pertenezco al idioma inglés. Eso es lo que soy y no veo por qué mis libros se deban leer a través del lente de otras culturas. SEMANA: ¿Existe entonces alguna diferencia entre ser un escritor estadounidense y uno europeo? P.A.: Bueno, es obvio que no hay un límite exacto: en algunas cosas se parecen y en otras se distancian. Creo que mi trabajo tiende a ser un poco distinto a lo que se hace en la narrativa norteamericana actual, y tengo diferencias muy claras con lo que la mayoría de escritores están produciendo hoy en día. Pero esto tampoco quiere decir que yo no sea estadounidense o que sea más 'europeo' que los demás. Pero si se trata de rastrear mi relación con la literatura de mi país, no dudaría en señalar como una de mis principales influencias a los grandes autores de finales del siglo XIX como Hawthorne, Melville y Thoreau. Creo que ellos, más que nadie, me ayudaron a formarme como escritor. SEMANA: Usted ha escrito cuatro autobiografías, ¿por qué se siente tan cómodo en ese género? P.A.: Es cierto que he escrito varios textos autobiográficos, pero son muy diferentes a las novelas. No podría decir que mis novelas sean autobiográficas. Mis autobiografías están basadas en hechos, mientras que las novelas son pura ficción. He vivido historias que son tan convincentes, que encuentro la necesidad de escribirlas de una manera muy directa. Las calles de Nueva York Auster nació en New Jersey en 1947 y pasó toda su infancia y juventud en esa zona. Estudió literatura comparada en la Universidad de Columbia y después de graduarse, en 1971, viajó a París, donde fue corresponsal de The New York Times. A mediados de la década del 80 regresó a Estados Unidos y se instaló en Brooklyn, Nueva York, donde vive desde entonces. Fue durante esa época que la carrera de Auster despegó: en 1987 publicó 'La ciudad de cristal', la primera parte de 'La trilogía de Nueva York', la obra que lo catapultaría a la fama. Luego vendrían las otras dos partes de la trilogía, 'Fantasmas' y 'La habitación cerrada', y una obra biográfica, 'La invención de la soledad'. En todas ellas Nueva York es una presencia determinante. SEMANA: Casi todas sus novelas tienen como escenario las calles de Brooklyn y Manhattan, ¿cree que sus historias perderían fuerza si sucedieran en otro lugar? P.A.: Esta es la ciudad donde vivo y el lugar que mejor conozco, así que parece natural que lo que escribo ocurra aquí. Pero también he escrito varios libros que no suceden en Nueva York, como La Música del azar, Mr. Vértigo o El país de las últimas cosas. En realidad hay una mezcla, aunque Nueva York sí es un escenario ideal para las historias que quiero contar. SEMANA: ¿Qué diferencias encuentra entre la Nueva York que aparece en sus libros y la ciudad real? P.A.:  He llegado a la conclusión de que en mis relatos aparecen varias representaciones de Nueva York. Dependiendo de qué libro se lea, se pueden encontrar identidades y aspectos diferentes de la ciudad. Le doy varios ejemplos: en la primera parte de La trilogía de Nueva York, La ciudad de cristal, aparece una Nueva York vacía, casi abandonada. Pero, al contrario, la ciudad de Leviatán es alegre, es un mundo de fiestas, amistades y romance. O el escenario de Smoke, que también es Nueva York, es un lugar construido a partir de la vida y de las relaciones de los personajes. Y así va variando de libro en libro: en El palacio de la luna están ambas caras de la ciudad, al principio muy solitaria y luego muy festiva. SEMANA: ¿Es decir que existen tantas Nueva York posibles como libros? P.A.: Es que yo mismo no tengo una sola visión de Nueva York. Mi idea de la ciudad está variando todo el tiempo. No creo que esto solo me suceda a mí: todos los que vivimos en ella estamos cambiando constantemente nuestra percepción. No es posible tener una impresión estática de lo que sucede en este lugar porque, como lo he dicho varias veces, Nueva York, más que un lugar, es una idea. La música del azar Por lo general las novelas de Auster están enmarcadas en un universo fácilmente reconocible: sus historias están construidas a partir del azar, y la vida de sus personajes está marcada por situaciones sorprendentes que no tienen explicaciones racionales. Y sus libros siempre giran sobre temas que lo obsesionan: la soledad, la pérdida de los seres queridos y la creación literaria. Por eso, sus críticos dicen que Auster se ha convertido en una parodia de sí mismo y que su obra se ha vuelto repetitiva. Además insisten en que sus historias son cada vez más arbitrarias, pero él se defiende diciendo que así, sin demasiada lógica, es como funciona la vida. SEMANA: En 'La noche del oráculo', su nueva novela, retoma uno de sus temas predilectos: el del destino y el azar, y cómo los eventos inesperados pueden afectar el curso de una vida. ¿Por qué le llama tanto la atención este tema? P.A.: No sabría cómo contestarle esa pregunta; de verdad que no sé cómo hacerlo. Creo que los escritores escribimos sobre nuestras obsesiones y si las entendiéramos, si de verdad supiéramos por qué las tenemos o de dónde provienen, ya no haríamos más libros. No quiero ser evasivo ni hacerme el difícil, pero la verdad es que no puedo responder esa pregunta. SEMANA: ¿Pero entonces reconoce que más que una estructura se trata de una obsesión que lo acompaña a la hora de escribir? P.A.: Sí, sin duda. Pero creo que en La noche del oráculo este no es un tema definitivo. En el fondo creo que esta novela es una historia de amor, la historia de un hombre que quiere a una mujer y que tiene miedo de perderla. Más que nada se trata de eso. SEMANA: En esta ocasión de nuevo hay un personaje que escribe en primera persona, ¿por qué siempre vuelve a ella? P.A.: Claro, muchos de mis libros están escritos en primera persona, pero, casi sin excepción, es una primera persona que se transforma en tercera persona. Puedo pensar en muchas de mis novelas para explicar esto: en ellas hay un narrador que está hablando sobre sí mismo y de repente conoce a otro personaje y comienza a escribir sobre él. La noche del oráculo es un ejemplo perfecto de esto que estoy diciendo porque en ella el personaje de Sydney Orr está tratando de escribir una biografía en tercera persona. Gran parte del libro no es sobre el personaje principal, sino sobre un tercero. SEMANA: Y ahí volvemos a otra de sus obsesiones: el juego de la ficción dentro de la ficción. P.A.: Difícilmente pensaría que funciona como un juego. Las historias me van diciendo lo que debo hacer con ellas, me llevan de un lugar a otro. Yo trato de seguir mi instinto a la hora de escribir. Entre la ficción y la realidad Además de su éxito como escritor, Auster es un reconocido cineasta. Su primer contacto con el cine fue en 1993, cuando el director Phillip Haas adaptó su novela 'La música del azar". Desde entonces Auster ha repartido su tiempo entre la literatura y el cine. En 1994 el director Wayne Wang dirigió 'Smoke', una película basada en uno de sus cuentos. En esa ocasión Auster estuvo muy involucrado en el rodaje: escribió el guión, ayudó a escoger el elenco, lo acompañó durante toda la filmación y participó en la edición. Así mismo, durante el rodaje de 'Smoke', Auster escribió otro guión que filmó simultáneamente: 'Blue in the face'. La película se filmó en seis días y en ella aparecen algunos de sus buenos amigos: el roquero Lou Reed, el director Jim Jarmusch, el actor Michael J. Fox, Roseanne y Madonna. 'Smoke' y 'Blue in the face' se estrenaron en 1995 y no tuvieron mucho éxito. Sin embargo, al año siguiente Auster filmó una nueva película, 'Lulu on the bridge', protagonizada por Harvey Keitel y Willem Dafoe. SEMANA: ¿Tiene la sensación de que el cine ha cambiado su forma de escribir? ¿Qué le entregó la experiencia de hacer cine a su literatura? P.A.: Puede parecer extraño, pero creo que el cine no tiene ninguna influencia sobre mi trabajo literario. Estoy convencido de que mis novelas son de lo menos cinematográfico que se puede leer. Si mis libros se miran con cuidado se puede ver que casi no hay descripciones, no hay muchos diálogos y, sobre todo, no están estructurados por escenas como lo están las películas. Un narrador que salta en el tiempo cuenta casi siempre la historia. Se dice mucho y se muestra poco, mis novelas son sobre todo discurso. Y por eso me ha gustado tanto hacer cine: porque he encontrado una forma diferente de contar historias. SEMANA: ¿Cuáles son las diferencias entre hacer cine y escribir? P.A.: Ambos tienen sus placeres y ambos tienen sus dificultades. En todo caso son cosas tan diferentes que no vale la pena compararlas. El trabajo de escritor es más solitario, mientras que el de director depende de otras personas. Esto puede ser muy absorbente pero muy frustrante. SEMANA: ¿Por eso prefiere escribir guiones originales y no hacer adaptaciones de sus novelas? P.A.: Hace mucho tiempo se hizo una adaptación cinematográfica de La música del azar. Pero lo que suele suceder con mis novelas es que cuando alguien las quiere filmar no logra traducirlas al lenguaje del cine. Contra Bush En los últimos meses Auster ha dejado un poco de lado la ficción para concentrase en la política. Se ha convertido en una de las voces más críticas del gobierno de George W. Bush y uno de los líderes de la 'oposición' que han organizado los intelectuales estadounidenses. Además de artículos muy duros publicados en medios como The New Yorker y The New York Times, Auster se ha manifestado públicamente en contra del Presidente. En agosto del año pasado organizó, junto con intelectuales de la talla de Ariel Dorfman, Don DeLillo y Susan Sontag, una manifestación pública llamada State of Emergency (Estado de Emergencia), en la que cada uno leyó textos que condenan la situación política de su país. SEMANA: Usted tiene una visión muy crítica de Estados Unidos. ¿Cree que su país logrará sobreponerse a la imagen de imperio desalmado que tiene ahora? P.A.: Eso espero, pero debo decir que ahora no soy para nada optimista. Creo que estamos pasando por una época muy oscura de nuestra historia y tengo miedo de lo que pude pasar. Lo que me tranquiliza un poco es que Estados Unidos ha pasado por tiempos oscuros antes y ha logrado sobreponerse a ellos. Tengo que confesarle que en estos días he estado terriblemente deprimido. SEMANA: No sé si quiera hablar de política, pero, ¿cree que la reelección de George W. Bush le va a ayudar a su país? P.A.: No, no le va a ayudar a nadie; lo que ha sucedido es un desastre para el mundo entero. Toda esta situación me ha hecho sentir muy miserable. Lea una reseña de La noche del oráculo