EPM

Salto con garrocha

16 de mayo de 2015

EPM dio un paso gigante. De compañía local de servicios públicos pasó a grupo empresarial regional, con 52 vinculadas y presente en cinco países.

HACE 30 AÑOS EMPRESAS Públicas de Medellín (EPM) no figuraba en el listado de las 100 empresas más grandes de SEMANA. Era la joya de la Corona de los antioqueños, pero no tenía presencia a nivel nacional y mucho menos internacional. Hoy está en el tercer lugar del ranking de esta revista, con ventas que superan los 11,5 billones de pesos; amplió su radio de acción a otras regiones e hizo algo que pocos se hubieran imaginado: prestar servicios públicos en otros países.

EPM nació en 1955, pero en los años ochenta comenzó realmente su gran desarrollo con la construcción de las centrales eléctricas Guadalupe IV, Playas y el Peñol-Guatapé.

A partir de 1992, la empresa orgullo de los paisas puso a prueba su fortaleza. En ese año, Colombia vivió el más fuerte apagón que se recuerde, que puso contra las cuerdas a las compañías de energía. EPM no solo capoteó la crisis sino que contribuyó con la creación del sistema interconectado nacional.

En 1997 se transformó en una empresa industrial y comercial del Estado, con autonomía administrativa y financiera y patrimonio propio. Su dueña es la ciudad de Medellín a la que cada año le transfiere millonarios recursos. En 2014 le giró cerca de un billón de pesos.

Para llegar allí desarrolló una estrategia en varios frentes. Amplió sus operaciones en servicios básicos como energía, acueducto y alcantarillado y gas e incursionó en sectores con gran potencial como telefonía móvil y telecomunicaciones. Crea Edatel, Orbitel, Emtelco y en 2006 nace UNE EPM telecomunicaciones, que se fusionó el año pasado con Tigo, la marca de la multinacional sueca Millicom.

Además, EPM compró empresas que se ajustaban a su portafolio de negocios, entre ellas la Central Hidroeléctrica de Caldas (Chec), la Empresa de Energía del Quindío, Electrificadora de Santander, Empresas Públicas de Oriente, al tiempo que creó compañías regionales de aguas. El otro paso fue salir al exterior. A partir de 2010 comenzó a invertir en el sector energético de Centroamérica e instaló una planta en México para tratar aguas residuales.

Luego ingresó a Chile donde creó un parque eólico, la energía renovable del futuro. Precisamente en esta nación, EPM cerró hace unas semanas el negocio más grande de su historia al comprar por 965 millones de dólares Aguas de Antofagasta (Adasa), del poderoso Grupo Luksic, negociación con la que atenderá 550.000 clientes en el país austral y manejará la mayor planta desalinizadora de América Latina.

Juan Esteban Calle, presidente de EPM, atribuye el crecimiento en los últimos 30 años al modelo empresarial puesto en marcha, a la autonomía financiera y administrativa, y a que supo entender los retos y oportunidades del mercado. “Nos consideramos un faro de esperanza en la gestión de recursos públicos”, dice.

Hoy EPM es un grupo con 52 empresas vinculadas y presencia en Chile, México, Guatemala, El Salvador y Panamá. Este año inauguró Bonyic, su primera central hidroeléctrica en el extranjero, en Panamá, una planta de 31,8 megavatios. Pero su gran proyecto es Hidroituango, que será la central hidroeléctrica más grande del país, con 2.400 megavatios. EPM tiene energía para rato.