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El Grupo familia es cada vez más internacional
En medio de un año histórico en sus resultados, esta compañía tuvo un hito: su socio, la sueca Essity, aumentó la participación para quedarse con más del 95 por ciento. Ahora quiere convertirse en la compañía de higiene, aseo y salud, de más rápido crecimiento de toda la región.
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A finales de agosto del año pasado, y tras cinco meses luego de su anuncio, se concretó uno de los principales negocios del país en 2021. La génesis de esta operación se remonta a la década de los 80, cuando la compañía sueca Essity formó un joint venture con Familia y adquirió el 50 por ciento de participación en esta tradicional y reconocida empresa colombiana, dueña de marcas como Familia, Nosotras o Pequeñín, entre otras.
El año pasado, aún en medio de la pandemia y cuando Colombia vivía uno de los momentos más tensos en materia social, por la parálisis, los bloqueos y las manifestaciones que se registraron durante el segundo trimestre, se completó la adquisición de Essity del 45,8 por ciento de las acciones de Productos Familia. Así, la empresa sueca de higiene y salud se quedó con el 95,8 por ciento de las acciones de la compañía. El precio de esta transacción se calculó sobre una valoración de 1.540 millones de dólares por el total de la empresa colombiana sobre una base libre de deuda.
¿Por qué Essity aumentó su participación en Familia, precisamente en momentos de incertidumbre global, en medio de una pandemia y cuando apenas las economías se empezaban a recuperar? Para Andrés Gómez, presidente del Grupo Familia la operación es consecuencia de la buena tracción, los resultados, la capacidad de innovación y la agilidad del talento de una organización como Familia, en la que Essity incrementó su participación con el fin de “materializar una visión de futuro que se tiene para Latinoamérica: convertirse en la compañía de higiene, aseo y salud de más rápido crecimiento de toda la región”.
En este sentido, la movida abre una nueva puerta. Grupo Familia tenía, hasta ese momento, un espectro de acción geográfico delimitado. Essity, por su parte, tiene un alcance global y en América Latina atendía directamente los mercados de México, Centroamérica y Brasil, y a través del joint venture con Grupo Familia, la operación en territorios como el Caribe y Suramérica, sin contar a Brasil.
“Cuando se da esta participación mayoritaria de Essity en Grupo Familia, esas barreras geográficas desaparecen y ya es toda Latinoamérica el espectro de acción de Essity y de Grupo Familia. Esta nueva realidad hoy nos permite llegar como una sola compañía”, explica Gómez.
El negocio se da en un año en el que los resultados del Grupo Familia fueron sobresalientes, pero en el que también tuvo que enfrentar retos que lo han obligado a hacer ajustes y buscar eficiencias en la operación.
El año 2021, la compañía reportó ingresos superiores a los 3 billones de pesos, un crecimiento del 9 por ciento. Gómez destaca que, de ese porcentaje, la mitad de las ventas provinieron de Colombia, que el año pasado tuvo un crecimiento que el presidente de la organización calificó como “extraordinario e histórico”, del 14 por ciento frente a 2020. Según Gómez, 2021 tuvo diferentes momentos. Un primer trimestre muy positivo, con buena tracción, con ánimo de recuperación de la economía, tras un 2020 retador y complejo, impactado por la pandemia. “Pero luego nos enfrentamos a un segundo trimestre del año, donde particularmente países como Colombia vivieron fenómenos sociales que retaron la economía y eso, obviamente, impacta las operaciones de una compañía como la nuestra. Pero inmediatamente llegó un segundo semestre con un proceso de recuperación impresionante, un ímpetu, una dinámica, un espíritu de crecimiento, de recuperación y de resiliencia”, dice el presidente de Familia.
El inicio de este año no fue diferente. El primer trimestre de 2022, comparado con el mismo periodo del año anterior, entregó un crecimiento cercano al 22 por ciento, cifras también históricas en la compañía. Además, el plan de inversiones para los años 2021 y 2022 supera los 70 millones de dólares, representado en activos productivos, tecnologías digitales para entendimiento del consumidor y las cadenas de suministro. Sin embargo, estas velocidades de crecimiento no han venido solas. El fenómeno inflacionario que golpea al mundo está afectando los costos, no solo para los consumidores, sino también para el aparato productivo.
“Esto es un inmenso dilema”, dice Gómez. Por un lado, el consumidor colombiano se está enfrentando a una cifra de inflación que afecta naturalmente su poder adquisitivo; y, por el otro, la inflación de costos que impacta a las compañías, generada por efectos exógenos, como las restricciones en China para atender nuevos brotes de covid, la guerra entre Rusia y Ucrania, el aumento de precios de commodities y las dificultades que aún persisten en las cadenas de suministro globales.
“Hay una disparidad inmensa entre el índice de precios al productor, que en nuestro caso es cercano al 30 por ciento, y la inflación al consumidor final, que es de 9 por ciento. Hay todavía una brecha inmensa que debe ser cerrada y ajustada, velando siempre por la sostenibilidad de las organizaciones y de todo el ecosistema que hay alrededor de la empresa privada, pero al mismo tiempo velando y siendo empático, sensible e innovador en un momento en el que el consumidor viene de un proceso de recuperación de los efectos de una pandemia y al mismo tiempo se está enfrentando a una inflación que lo afecta”, explica Gómez.
El Tsunami externo
Agrega que la empresa privada está en un compromiso inmenso de absorber tanto como sea posible, “ese tsunami externo” al que se enfrentan, “buscando transferirle lo mínimo necesario para cerrar la ecuación al consumidor final, porque los que tenemos la inmensa responsabilidad de liderar una empresa privada, también tenemos que velar por la sostenibilidad a largo plazo”, dice. Ese, precisamente, es el dilema: cómo cuidar la sostenibilidad, cómo velar por lo que está enfrentando actualmente el consumidor y cómo ser partícipes de la reactivación, que todavía es muy reciente.
Frente a la dinámica que trae la economía del país, Gómez advierte que el crecimiento del primer trimestre “no es resultado de la suerte sino de un sinnúmero de buenas decisiones, junto con el tejido empresarial, con las ganas y el optimismo del país de salir adelante. Un país como el nuestro tiene una capacidad impresionante de reacomodarse a esos movimientos sísmicos. A diferencia de otros que les cuesta más absorberlos. Colombia, y viendo el espejo retrovisor, ha desarrollado esa capacidad de absorberlo de manera diferente y de reacomodarse a nuevos momentos a unas velocidades increíbles”.
No cree que Colombia sea un oasis dentro de lo que está pasando en el planeta. “Indudablemente, nos impacta tremendamente, ya hoy ningún país se permite decir que está desconectado de fenómenos globales. Lo que está pasando en China creo que es apenas la punta del iceberg y considero que el planeta está reacomodándose a una historia de lo que está sucediendo en una guerra en medio de Europa. El fenómeno y la recesión que se empieza a evidenciar en China va a afectar tremendamente los mercados globales”, explica.
Sin embargo, la buena noticia, para él, es que las cifras de crecimiento de un país como Colombia, vienen acompañadas de cifras positivas de inversión, pero sobre todo de recuperación de los números de empleabilidad. “Creo que las velocidades de creación de empleo han sido muy positivas”. Considera que la incertidumbre es la nueva realidad. “Esas velocidades de cambio, creo que no se van a reducir. El futuro es bastante incierto. Lo único cierto que tenemos es desarrollar capacidades dentro de las organizaciones, de reacomodarnos muy rápidamente, reconfigurar procesos, portafolios, mercados, y de adaptarnos, casi que diariamente. En los procesos de planeación a mí me hablan de 2025 y me parece ciencia ficción. En el corto plazo, tenemos que desarrollar esas capacidades y Colombia creo que es un ejemplo de reconfiguración muy rápida que sobresale entre los otros países”.
Frente a la incertidumbre política, considera que compañías como Familia y Essity ven el mundo como un territorio lleno de oportunidades. “No se toman decisiones dependiendo del péndulo político del momento. Desde que en un país se preserve el estado de derecho, la institucionalidad, una democracia robusta y una visión de futuro, el péndulo político no es lo que lleva a las organizaciones a tomar decisiones. De cierta manera en el cortísimo plazo, como sucede en cualquier país, esa incertidumbre, claro que afecta, afecta un poco los nervios, de cómo ser prudentes en las decisiones de corto plazo, para ver cómo reacciona especialmente el mercado, pero no disuade a la visión de largo plazo, que está ya muy instalada en un país como Colombia. El empresariado, el tejido de la empresa privada de Colombia, es un tejido que, si por algo se caracteriza, es por visión de largo plazo”, concluye.