Lionel Messi elevó su mirada al cielo y le agradeció a Diego Maradona ganar la Copa América ante Brasil en el Maracaná, la noche del pasado 10 de julio, cuando se consagró, al fin, heredero del gran capitán albiceleste.

“Seguro nos bancó (apoyó) desde donde esté”, dijo Messi. El nacido en un barrio obrero y de clase media de Rosario (al norte) no quería olvidarse del que surgió de una ‘villa miseria’, en un suburbio sur de Buenos Aires.

Argentina rompió en el coliseo carioca un hechizo de 28 años sin ganar un torneo de primer nivel de mayores. Lo hizo con un conjunto sólido y un gol angélico: un exquisito zurdazo de emboquillada de Ángel Di María.

La ‘Pulga’ pudo ceñirse así la corona vacante del ‘Pelusa’, el icónico líder fallecido en su lecho hace un año.

La sucesión también había tardado. Fueron años de amarguras con la Selección, pese a que le ofrendaba su talento y goles de ensueño.

“Su nombre es Lionel Messi”

Maradona lo sabía desde 2006 cuando declaró. “Ya conozco al jugador que ocupará mi lugar en el fútbol argentino, su nombre es Lionel Messi”.

En otra noche inolvidable, antes del partido con Grecia (2-0) por la fase de grupos del Mundial de Sudáfrica-2010, quien había entrado para siempre en el corazón de millones de hinchas al ganar el Mundial de México-1986, le pasó el mando simbólico.

“Prepárate Leo, vas a salir de capitán”, le dijo Maradona, en aquel entonces DT de Argentina, a un Messi de 22 años. El rosarino lucía aún inmaduro para el liderazgo. Se curtió con el paso del tiempo.

Después vinieron las críticas. Las provocaba la personalidad confrontativa y pasional de Maradona. Diego no dejaba ‘títere con cabeza’, como señala el dicho popular, sea el presidente de Estados Unidos, el papa o el titular de la FIFA.

“No endiosemos más a nadie. Un hombre que va 20 veces al baño antes de un partido no puede ser el caudillo”, dijo cuando Messi y la albiceleste no daban pie con bola.

Messi no le respondió jamás. Al contrario. Eran el día y la noche en asuntos a ventilar en público. Lo alababa sin reparos: “Yo viví su época como técnico de la Selección y la verdad que lo disfrutaba mucho, lo vivía al máximo”.

Maradona lo retornó luego a su olimpo personal. Cuando arreciaban los palos a Messi en el Barça, lo defendió: “Siempre van a querer que estemos peleados. Pero yo me como un asado con Messi, jugamos un fútbol tenis y somos felices”.

Homenajes

¿Quién fue mejor? Los dos DT argentinos campeones del mundo, César Menotti (Argentina-1978) y Carlos Bilardo (México-1986) si en algo coincidieron fue en decir que la comparación “es inútil” por ser “diferentes épocas” y equipos.

Lo notable es la herencia. “No es casualidad tener a Maradona y a Messi, dos número uno en 30 años. Tiene que ver la genética, pero también la cultura que estimula esa facilidad”, dijo Jorge Dotto, médico genetista que trabajó con la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y que asiste al basquetbolista Leandro Bolmaro en los Minnesota Timberwolves de la NBA.

Tras la muerte de Maradona los tributos ‘del otro 10′ histórico se multiplicaron. Festejó goles a su manera: correr hacia la banda, saltar y pegar un puñetazo al aire.

Marcó un gol de penal a Chile en Santiago (1-1) por la clasificatoria al Mundial de Catar-2022 y se lo dedicó: “Fue un partido muy especial por ser el primero sin Diego. Queremos representar a la Selección como siempre lo hizo él, dejando todo”.

El mayor tributo lo rindió al marcar un gol para FC Barcelona a Osasuna. Se quitó la camiseta y debajo tenía la de Newell’s (club de sus amores) que había lucido Maradona en 1993 y que le había regalado.

Y mandó un beso con ambas manos al cielo.

Con información de AFP.