Tal como se preveía, la economía colombiana vive hoy un frenazo en su crecimiento, en especial desde abril de este año. Las altas tasas de interés y la inflación de dos dígitos son las responsables de que la industria y el comercio registren indicadores negativos frente al año pasado.

Según el Dane, entre enero y abril, la producción de la industria manufacturera se contrajo 2 por ciento real anual, jalonada por la fabricación de metales preciosos y no ferrosos, que cayó 29 por ciento. De los 39 subsectores que se miden en este indicador, solo ocho registraron un comportamiento positivo. Lo mismo ocurre con el comercio minorista, cuyas ventas cayeron 3,4 por ciento real (descontando la inflación), impulsadas por la menor comercialización de vehículos, motos, electrodomésticos y muebles para el hogar.

Pese a este comportamiento negativo, hay sectores y actividades que se niegan a dejarse llevar por la corriente y que, por el contrario, en 2023 muestran resultados positivos. En el caso de la industria, se destacan la fabricación de productos de vidrio, la refinación de petróleo, así como la producción de jabones, detergentes, perfumes y preparados de tocador. En el comercio, brillan las ventas de bebidas alcohólicas y no alcohólicas, las de libros, papelería, periódicos, revistas y útiles escolares, al igual que las de productos de aseo personal, cosméticos y perfumería.

¿Qué explica que estos sectores vayan a contracorriente? Camilo Herrera, fundador de la consultora Raddar, advierte que todas las categorías de gasto de los hogares caen en volumen, pero no en precios por efecto de la inflación, y eso estaría detrás de los sectores con indicadores positivos. En el caso de la industria, habría también un impulso entre los sectores exportadores, como es el caso del vidrio y las ventanas, cuyas ventas externas pasaron de 149 millones de dólares en enero-abril de 2022 a 257 millones en igual lapso de 2023.

Con respecto a las ventas de bebidas, Luis Carlos Cadena, gerente de OCL, consultora especializada en análisis de mercados, dice que puede ser un efecto pospandemia. “Eso puede significar varias cosas, un consumidor que busca refugio en su propia sensación de bienestar, pero también la búsqueda de indulgencia en el escape que el consumo de bebidas puede representarle”, asegura, pero cree que, por la inflación, muchos consumidores de bebidas optan por tomar en su hogar o cerca de él (la tienda de la esquina), dado que en bares y discotecas los precios son más elevados.

En el caso de jabones y detergentes, son categorías que tuvieron un impulso muy fuerte por la necesidad de limpieza que generó la pandemia, pero que hoy están por encima de los niveles de 2019, “indicando que hay hábitos que se quedaron arraigados dentro de los hogares”, explica Alfonso Sanabria, associate manager de Kantar, división Worldpanel.

En perfumes, también habría un efecto pospandemia que explica Verónica Pachón, gerente de mercadeo de Lili Pink, almacén fuerte en venta de fragancias tipo splash: “Tras las cuarentenas, la gente está en una vida más social y eso hace que quieran oler mejor, no solo para eventos, sino por la mayor presencia en las oficinas y eso ha ayudado a las ventas”.

Con una economía desacelerada, los efectos de la crisis sanitaria se siguen sintiendo para bien y para mal.