En una clase de esas que dicto por qué me encanta enseñar, ante un público exigente, estábamos hablando de la importancia de amar lo que se hace. Convencida de que uno debe dedicar la mayoría de su tiempo a algo que le apasione, uno de los estudiantes me dijo que mi opinión le parecía una posición muy romántica. Reaccioné explicándole que no era por ser soñadora, sino que mi experiencia me ha demostrado que cuando se mete el corazón a lo que haces el trabajo es más eficiente, los entregables mejores y el compromiso irrefutable.

No sé qué tanto lo convencí. Al menos se quedó pensando. El tema es que también me dejó a mí la reflexión desde lo romántico, de la relación del trabajo con la pasión. Yo estoy rodeada de gente que realmente ama lo que hace y trabaja todos los días por un propósito que va más allá de la tan anhelada transferencia de fin de mes. Como dijo mi amiga Luisa: “Aquí venimos a trabajar felices los lunes”, pero quizás eso no es exactamente lo que ocurre en todas partes.

Estuve leyendo que la desmotivación laboral es un problema creciente en Bogotá, afectando a cerca de 965.000 personas, es decir, el 22,9 % de los ocupados en la ciudad. Este fenómeno, conocido como ‘renuncia silenciosa’, se refiere a trabajadores que, aunque mantienen sus empleos, presentan un bajo nivel de compromiso y se sienten emocionalmente desconectados de sus funciones.

La principal causa de esta desmotivación es la precariedad laboral, con casi la mitad de los afectados trabajando en condiciones de informalidad y sin garantías laborales. Además, el 77,8 % de los trabajadores que buscan cambiar de empleo lo hacen para mejorar el uso de sus capacidades y formación profesional, mientras que solo el 20,2 % lo hace por mayores ingresos.

Ante un panorama como este, en un país inequitativo terminé entendiendo por qué muchas veces es romántico pensar que se debe trabajar en lo que se quiere. Mucha gente, muchísima, trabaja donde le dan empleo y le pagan, porque, por supuesto, primero comer y luego el propósito.

Tristemente, este problema no solo afecta a los trabajadores, sino también a la productividad y la economía de un país. La desmotivación laboral puede llevar a una disminución de la eficiencia, un aumento del absentismo y una mayor rotación de personal.

Pero ante una perspectiva algo desoladora que podríamos hacer para cambiar un poco la brújula. Si tienes la oportunidad de hacer un cambio, aunque sea pequeño en la organización donde trabajas, vale la pena que lo pienses. Si tienes un emprendimiento o una pyme, también vale pensar en cómo ayudar a que todos lleguen contentos a trabajar el lunes.

Es muy importante fomentar el diálogo, generar conversaciones, escuchar lo que otros tienen que decir. Cada persona vive una historia diferente que es importante validar y entender. Adicional, el reconocimiento individual se vuelve muy importante, valorar el aporte de cada uno a un logro de equipo es muy valioso para todos los empleados.

Otra idea para las grandes empresas es que permitan que sus nuevos empleados vengan de distintas universidades. Propiciar los procesos de contratación y promoción por méritos y no solo por qué son amigos del director general o de quien sea que contrate. Eso es la historia que no ocurre tanto y que podría hacer la diferencia en un ambiente laboral.

La desmotivación laboral es un tema serio que no nos debe pasar derecho. Cuando trabajas haciendo lo que quieres y perteneces a un equipo que te permite ser tú, las ganas de que llegue el lunes cambian radicalmente. Si eres líder no sigas derecho, hasta dónde estás fomentando un buen ambiente en tu equipo o, más bien, estás más preocupado por tu propio crecimiento y promoción.

Mi lado romántico me sigue invitando a que valore lo que otros quieren. Como líder siempre debes saber que tocas de alguna forma la vida de muchas personas. Tus decisiones ayudan o perjudican a familias enteras muchas veces, así que esfuérzate un poco dentro de tu ecosistema para que la gente viva más feliz.

Y todo esto no lo digo yo, recordemos cuando Steve Jobs dijo que “la única forma de hacer un gran trabajo es amar lo que haces”.