Existen diferentes teorías sobre cómo el país llegó a tener un presidente y un equipo de trabajo tan sumamente malo. Cómo hicieron estas personas para llegar al poder y, día tras día, romper récords de mal desempeño y mediocridad. Mejor dicho, cómo llegamos a este mal gobierno.

Lo primero que debo decir es que lo que ocurre hoy en día no significa que antes tuviéramos los mejores gobiernos ni a los mejores gobernantes. Nunca hemos sido un ejemplo, pero lo que ocurre hoy sí es excepcional y está muy por debajo de lo que habíamos visto anteriormente.

Hace unos años, en 1969, Philip Zimbardo realizó un experimento que llamó la ventana rota, en el que abandonó dos autos exactamente iguales en diferentes vecindarios. Uno fue dejado en el Bronx, Nueva York, un barrio con problemas de seguridad, pandillas y bajos recursos; este fue vandalizado rápidamente. El otro fue dejado en Palo Alto, California, un vecindario seguro y de altos ingresos. Este permaneció intacto durante bastante tiempo, hasta que Zimbardo rompió una de sus ventanas. A partir de ese momento también fue vandalizado y quedó en las mismas condiciones que el del Bronx.

Este experimento sirvió de base para la teoría de las ventanas rotas, desarrollada por Wilson y Kelling. Su planteamiento establece que los signos visibles de desorden y deterioro —como una ventana rota en un carro abandonado— generan una reacción social que fomenta el vandalismo y las actividades delictivas.

Aunque esta teoría ha sido aplicada principalmente en el manejo urbano, demostrando que mantener los espacios limpios y ordenados puede modificar los hábitos y las costumbres de las personas, también ha inspirado reflexiones sobre el comportamiento humano en sociedad.

Yo creo que los colombianos rompimos la ventana hace rato. Es más, rompimos muchas ventanas, y por eso estamos en esta situación. Haré un recuento de las que considero las principales ‘ventanas rotas’ de Colombia:

1. Creernos el cuento de que la corrupción debe existir en sus justas proporciones; frase célebre de Julio César Turbay Ayala. Con eso le dimos vía libre a lo que vemos hoy: funcionarios públicos enriqueciéndose y robando sin el menor recato.

2. Pensar que un proceso de paz solo sale adelante con impunidad. Eso fue lo que nos dejó Juan Manuel Santos y su proceso de paz: cero justicia, cero verdad y cero reparación.

3. Aceptar como sociedad que todo vale y la plata fácil. Gran legado de las mafias del narcotráfico que permeó todos los niveles sociales.

4. Creer que todo es comprable y negociable. Hoy en día se compra desde un diploma universitario hasta un ministerio. No se necesita estar preparado para ejercer un cargo: todo se puede comprar.

5. Asumir la malicia indígena como parte de nuestra identidad. Por cuenta de eso se ha causado un daño moral y económico inmenso al país.

6. Creer que la política es dinámica. Por eso estamos llenos de Roys y de Pinturitas que saltan de partido en partido haciendo negocios y compraventas.

Estas son solo algunas. Pensemos en cómo restaurar estas ventanas, porque mientras sigan rotas, seguiremos en lo mismo.