Si no fuera por rumBo, no sabría qué estaría haciendo”. La frase de Luisa Fernanda, una joven de Fusagasugá que estudia gestión hotelera, no es una anécdota aislada, sino el reflejo de miles de historias que nacen en las zonas rurales del país. Impulsada por la Fundación Bancolombia, esta iniciativa de la que hace parte la cundinamarquesa acompaña a jóvenes para impulsar el acceso a educación posmedia.
Paola Avendaño Quintero, gerente de Educación de la Fundación Bancolombia, explicó que el origen de la propuesta está en una pregunta sencilla pero poderosa: ¿qué ocurre con los jóvenes del campo una vez terminan el bachillerato? “Solo la mitad llega a la educación media y menos del 30% accede a estudios postsecundarios”, afirmó Avendaño.
Quienes lo logran, casi siempre deben abandonar su territorio, pues la oferta de programas técnicos o universitarios es escasa o inexistente.
RumBo permite el acceso a programas pertinentes para las economías rurales de los municipios. Este año se priorizaron 155, y para cada uno se hizo un análisis de cadenas productivas, universidades con cobertura, y programas conectados con la oferta en los territorios. “La educación rural en Colombia enfrenta un doble desafío: llegar a todos y tener sentido para cada territorio”, señaló.
Por ejemplo, en Nuquí, donde la vocación económica es el turismo y la pesca, muchos jóvenes aspiran a ser ingenieros de sistemas o contadores, aunque no tengan acceso a internet ni computadoras. Esa desconexión entre la escuela y la realidad productiva local conduce a la frustración o la migración.
Este programa busca romper ese ciclo mediante orientación vocacional, apoyo financiero y acompañamiento educativo que garantizan el acceso y la permanencia de los jóvenes. Además, les ofrece una ruta de empleabilidad, fortalecimiento de habilidades socioemocionales, programas de emprendimiento y liderazgo, y mentorías con empleados de Bancolombia y empresarios.
En más de diez años de trabajo, la Fundación ha identificado brechas comunes: falta de información, abandono temprano por dificultades económicas y precariedad laboral que en el campo supera el 80% “Muchos jóvenes estudian y trabajan al mismo tiempo para sostener su sueño”, señaló Avendaño, quien añadió que la informalidad laboral ronda el 86% y que la mayoría de los jóvenes con formación técnica o universitaria recibe ingresos por debajo del salario mínimo, lo que limita su desarrollo y expande las brechas.
Avendaño insistió en que la educación debe pensarse desde el territorio, con pertinencia y acompañamiento real. “No basta con abrir cupos. Hay que garantizar que lo aprendido se conecte con la vida y con las posibilidades locales”, precisó.
Gracias al compromiso de los beneficiarios y al respaldo de la Fundación Bancolombia, en 2025 el fondo rumBo ha invertido 5.800 millones de pesos en educación para los territorios priorizados. Ha beneficiado a más de 1.903 personas en los 32 departamentos del país y tiene alrededor de 1.300 egresados.