Por años, el corredor entre Sabana de Torres (Santander) y Curumaní (Cesar) se convirtió en un símbolo del abandono vial del país. Camioneros y pasajeros mostraban de manera permanente su insatisfacción, en un tramo esencial para conectar el centro con el Caribe, que estaba deteriorado, riesgoso y lento. Hoy, sin embargo, esa imagen ya empieza a desdibujarse. Con el avance del proyecto Troncal del Magdalena 2, a cargo de la concesión Autopista del Río Grande, la vieja carretera está dando paso a una autopista moderna, segura y diseñada bajo estándares de sostenibilidad, lo que representa una innovación en la infraestructura nacional.

“Este proyecto no es solo una vía. Estamos llevando desarrollo sostenible a la región, integrando lo social, lo ambiental y lo técnico de la mano de las comunidades”, precisó Paulo César Marín, gerente general de la concesión. Su afirmación sintetiza el espíritu de una obra catalogada como 5G, financiada con banca multilateral y regida por lineamientos como los Principios de Ecuador, las normas de desempeño y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

“A nivel de intervención estamos por encima del 14 % y el próximo año entregaremos sectores completos en doble calzada”, anunció Marín. La meta, agregó el gerente, es completar en el año 2028 una conexión en dobles calzadas a lo largo de todo el desarrollo del proyecto.

De una vía deteriorada a corredor seguro

El primer desafío fue enfrentar el grave deterioro de la vía que miles de usuarios transitan cada día. El objetivo en los primeros 180 días fue eliminar baches críticos para así reducir riesgos inmediatos. Después, inició la fase de puesta a punto: diagnósticos estructurales, retiro de material dañado, instalación de asfaltos nuevos y reconstrucción de las vías existentes. A ello se sumaron trabajos de demarcación, señalización, mantenimiento de puentes y refuerzo de la seguridad vial en zonas escolares y pobladas.

Para 2026 se entregarán tres unidades funcionales con las cuales se habilitarán 53 kilómetros nuevos de calzada, que comenzarán a integrarse con los tramos rehabilitados. | Foto: IDDEA - API

El giro ha sido visible. “Estimamos que en el primer semestre 2026 tendremos todo el corredor rehabilitado, con más de 300 kilómetros de vía existente en condiciones óptimas”, aseguró Marín. Esa mejora no solo implica calidad técnica, sino que también se refleja en la seguridad.

La concesión lo atribuye a manejos de tráfico estrictos, control de velocidad y un esquema permanente de apoyo en carretera con ambulancias, grúas, carros taller e inspectores viales. “A pesar de tener obra en curso, no se nos han incrementado los índices de accidentalidad”, enfatizó el gerente.

La modernización del corredor también prevé la construcción de nueve variantes, operación y mantenimiento de cinco variantes existentes, 40 puentes peatonales, 43 puentes vehiculares y seis intersecciones viales estratégicas para mejorar la movilidad y optimizar la circulación.

Sostenibilidad: el corazón de la obra

Más allá de la ingeniería, lo que distingue a esta concesión es su apuesta por la sostenibilidad, que no es un componente adicional de la obra, es una manera de construir respetando la vida del territorio y el bienestar de las personas. Más que un requisito, es una filosofía de gestión que orienta la planeación, el diseño y la ejecución de cada fase del proyecto.

La financiación multilateral exige una gestión ambiental rigurosa y una constante articulación con comunidades y autoridades locales y regionales. Por eso el proyecto incorpora iniciativas como el uso de grano de caucho reciclado en el pavimento, la reutilización del fresado para apoyar vías terciarias y la compensación ambiental en ecosistemas priorizados.

Para el primer semestre de 2026, la concesión asegura que tendrá todo el corredor rehabilitado, con más de 300 kilómetros de vía existente en condiciones óptimas. | Foto: IDDEA - API

Además de que avanzan iniciativas menos visibles pero decisivas para reducir la huella de carbono: sistemas de aprovechamiento de aguas lluvias en edificaciones operativas, reutilización de agua industrial para lavado de maquinaria y la instalación de iluminación fotovoltaica en nuevas intersecciones. La región, con alta radiación solar, ofrece ventajas naturales para estas soluciones.

El enfoque social complementa esa visión. La participación de mujeres históricamente marginal en el sector ha crecido de forma sostenida. Hoy, representan el 19 % de la mano de obra total y más del 50 % de los cargos directivos. “Tenemos operadoras, maquinaria manejada por mujeres y una participación que antes era impensable en este tipo de proyectos”, destacó Marín. Paralelamente, la concesión mantiene un diálogo permanente con sus diversos grupos de interés, generando espacios de interacción que fortalecen la confianza y la participación. Estas iniciativas se acompañan de jornadas pedagógicas enfocadas en promover el respeto y la dignidad humana, la protección de los derechos humanos, la equidad de género y la prevención de todo tipo de violencias. .

A ello se suma la creación de áreas comerciales comunitarias, una apuesta para que productores locales ofrezcan sus bienes a los miles de usuarios que transitarán el corredor. Son espacios concebidos para activar la economía regional y fortalecer las cadenas productivas que dependen de esta vía.

Un 2026 decisivo

El avance ya comienza a traducirse en hitos concretos. Para 2026 se entregarán tres unidades funcionales con las cuales se habilitarán 53 kilómetros nuevos de calzada, que comenzarán a integrarse con los tramos rehabilitados.

La etapa de preconstrucción de la Troncal del Magdalena 2 comenzó el 1 de diciembre de 2022 y su construcción en agosto del 2024. | Foto: IDDEA - API

Los próximos dos años marcarán un punto de inflexión. La meta de completar en 2026 los 302 kilómetros rehabilitados consolidará la recuperación de un corredor que fue, por décadas, sinónimo de riesgo y demoras. Y para 2028, se estima que la autopista en doble calzada estará completamente conectada, convirtiéndose en un eje logístico decisivo para el país. “El cambio ya se siente en el territorio y eso es lo que realmente transforma”, concluyó Marín.