‘Árboles para mi país’ es un programa sin igual. Liderado por la Fundación Parque Jaime Duque, este proyecto trabaja de la mano de comunidades de 24 municipios de la cuenca alta del río Bogotá para restaurar ecosistemas, proteger los recursos hídricos y fortalecer el arbolado urbano y rural. Sus esfuerzos, además, no solo han rendido frutos en términos de conservación, sino también en impacto social. Esta iniciativa fue reconocida por Xposible Colsubsidio en el desafío de disminución de la pérdida de la biodiversidad.
La fundación cuenta con cuatro reservas naturales: una de ellas es la Reserva Natural Ecoparque Sabana, ubicada en el municipio de Tocancipá, Cundinamarca. Esta reserva de 70 hectáreas es el corazón de la iniciativa de ‘Árboles para mi país’; sin embargo, es solo uno de los grandes ejemplos de las diferentes acciones de conservación de biodiversidad y restauración de ecosistemas que lidera la fundación.
“La Fundación viene liderando un trabajo conjunto con las comunidades y con más de 200 aliados, con quienes llevamos a cabo acciones que contribuyen a la recuperación de las fuentes hídricas que hacen parte de la cuenca alta del río Bogotá”, destacó Darwin Ortega, director del Ecoparque.
Así mismo Ortega subrayó que otro de los objetivos principales ha sido generar hábitats en donde se puedan establecer y desarrollar especies de fauna y flora de la región, que se encuentran en peligro de extinción.
Desde hace casi nueve años, cuando se ideó este proceso de restauración, el objetivo también estaba enfocado en integrar las más de 200 hectáreas del Parque Jaime Duque a la estructura ecológica de la Sabana, fortaleciendo así la conectividad con el río Bogotá y con ecosistemas estratégicos asociados a los páramos de Chingaza y Guerrero. El propósito central: “Recuperar la biodiversidad afectada por la actividad humana y reducir y mitigar los riesgos del cambio climático”, explicó el director.
Actualmente, el programa cuenta con sus propios viveros, en los que se propagan y germinan más de 120 especies de plantas nativas; entre hierbas, arbustos, árboles, lianas o enredaderas, las cuales se donan a los beneficiarios del proyecto. Desde su inicio, el programa ha plantado más de 260.000 plantas con comunidades de la Sabana del Río Bogotá.
“Nos alegra que con este reconocimiento de Colsubsidio de Xposible podamos llegar a más personas de la región para que hagan parte del programa, además de inspirar a otras entidades en que se puede trabajar y desarrollar este tipo de iniciativas junto a las comunidades”, manifestó Ortega.
Las comunidades, actores clave
Gran parte de las acciones desarrolladas en los territorios han sido posibles gracias a las comunidades, quienes comparten la voluntad de la fundación por proteger la naturaleza e “impulsar iniciativas colectivas con un alto impacto en los ecosistemas donde viven y trabajan a diario”, agregó Ortega. Entidades, universidades y empresas también se han vinculado de distintas formas al programa.
Otra de las aristas fundamentales del programa han sido los diagnósticos ejecutados en cada territorio con el fin de comprender las dinámicas locales y construir así una línea base que oriente las intervenciones. A partir de esta información, se diseñan acciones específicas que permiten guiar a las comunidades en la recuperación de los ecosistemas.
Luego viene la etapa de siembra, un proceso liderado completamente por la comunidad. Durante estas jornadas se desarrollan actividades educativas que buscan convocar a más habitantes de la región e involucrarlos en la restauración. Estas poblaciones reciben acompañamiento técnico y educativo durante todas las etapas del proceso.
“Desde el programa brindamos acompañamiento técnico tanto en las labores de restauración del ecosistema, como en la gestión del territorio, en un marco de formación ambiental y también de participación ciudadana”, explicó Ortega, resaltando que, en principio, medían el impacto del programa solo por el componente de biodiversidad, pero ahora han visto grandes resultados en apropiación del territorio y en el bienestar humano.
Finalmente, este proceso ha dejado enseñanzas para la Reserva, pues más allá de los resultados ambientales,se logró construir confianza con las comunidades. “La gente siente mucha confianza hacia nuestra organización y esa cercanía ha fortalecido el trabajo conjunto, pues no llegamos a imponer, sino a construir conjuntamente para lograr acciones que trasciendan en el tiempo y logren un impacto duradero”, concluyó Ortega.