En el corazón de Colombia, entre páramos y volcanes, se gestó un llamado que hoy resuena a escala continental. Desde el departamento del Tolima surgió una voz que unió a los gobiernos subnacionales de los países andinos para proteger uno de los sistemas naturales más importantes del planeta: la Cordillera de los Andes.
Durante tres días, el Encuentro Suramericano por la Cordillera de los Andes reunió a representantes de Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, Perú y Colombia, junto a delegaciones de Marruecos y Turquía, miembros del Parlamento Andino, del Banco Interamericano de Desarrollo, la CAF y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. La cita, convocada por la Gobernación del Tolima, marcó un hito: el nacimiento de una diplomacia subnacional ambiental liderada desde las regiones.
Desde su intervención inaugural, la gobernadora Adriana Matiz dejó claro que el propósito trascendía lo protocolario: “La Cordillera de los Andes no necesita discursos, sino definiciones y acciones. Este encuentro es el punto de partida de una nueva diplomacia ambiental, nacida desde los territorios”, afirmó.
Su liderazgo permitió que Tolima se convirtiera en ejemplo de articulación regional. No en vano, el evento fue impulsado desde Murillo, el municipio en donde nació la idea de realizar una cumbre suramericana en defensa de la cordillera. Matiz explicó que fue allí, en medio de la vía Cambao–Manizales, donde observó el impacto ambiental de la actividad humana y fue clara la urgencia de actuar. “Murillo es el alma de los Andes. Aquí empezó todo”, recordó.
Bajo su gestión, el departamento ha promovido proyectos concretos para recuperar ecosistemas y fortalecer el turismo regenerativo. Uno de ellos, en alianza con Cortolima y la Alcaldía de Murillo, busca eliminar especies invasoras como el retamo espinoso y recuperar cien hectáreas de terreno degradado. También se impulsa la ruta de la leche y programas de turismo sostenible que integran a las comunidades rurales y jóvenes emprendedores, con el fin de equilibrar desarrollo y conservación.
Restaurar, reforestar, educar
El encuentro no solo fue simbólico. Surgieron acuerdos de cooperación que transforman el diálogo en acción. El primero es la creación del Grupo ADOC, un apéndice de la Iniciativa Andina de Montañas (IAM), que articulará a las asociaciones de gobernadores, provincias y regiones de los países andinos para consolidar una red permanente de cooperación ambiental.
A este logro se suma la propuesta de crear un Panel Científico de la Cordillera de los Andes, integrado por más de 150 académicos de distintos países, encargado de elaborar el primer reporte sobre el estado actual de la cordillera. Este documento permitirá orientar políticas públicas, inversiones y medidas conjuntas frente al cambio climático y la pérdida de glaciares.
El Parlamento Andino, acogió formalmente la propuesta de declarar la Cordillera de los Andes como área de conservación y protección especial, un paso histórico que consolida el liderazgo del Tolima y de Colombia en la agenda ambiental continental.
La iniciativa tolimense fue respaldada por entidades internacionales que vieron en este encuentro una oportunidad de transformar la cooperación ambiental. Para Alicia Montalvo, gerente de Acción Climática y Biodiversidad Positiva de la CAF, “lo más importante de esta experiencia es que nace desde el conocimiento local. Tolima demostró que la gente del territorio siente y valora su entorno, y eso es lo que garantiza que la conservación tenga resultados sostenibles”.
María Argüello, directora ejecutiva del Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Región Andina, resaltó el cambio de enfoque que implica este liderazgo: “Hasta ahora, las decisiones sobre la montaña se habían tomado solo a nivel nacional. Que los gobiernos subnacionales se unan en torno a una red de acción andina marca un antes y un después”.
Ambas coincidieron en la importancia de integrar ciencia, política y conocimiento ancestral para la restauración de los ecosistemas andinos. La cooperación, señalaron, debe ir más allá de la diplomacia y traducirse en acciones locales tangibles: restaurar, reforestar y educar.
Murillo, corazón de los Andes
El municipio de Murillo se consolidó como símbolo de esta nueva etapa ambiental. Su alcaldesa, María Camila Sánchez, destacó que la protección de la biodiversidad ha sido parte de la identidad local. “Aquí sembramos frailejones, promovemos el turismo rural y trabajamos con mujeres y jóvenes que se han convertido en guardianes de los páramos. Lo que hacemos desde Murillo demuestra que las acciones pequeñas también transforman el continente”, aseguró.
El evento también sirvió como vitrina internacional para el turismo regenerativo, un modelo que busca que los visitantes contribuyan a la conservación del territorio. En 2025 una delegación de operadores turísticos de Murillo viajará a Mendoza (Argentina) para compartir experiencias y participar en el segundo encuentro suramericano por la Cordillera de los Andes, consolidando una agenda de cooperación de largo plazo.
El impacto del encuentro fue muy significativo. “El mundo vino al Tolima”, aseguró la gobernadora Matiz. Y es que por primera vez, gobiernos, organismos multilaterales y comunidades rurales coincidieron en un mismo propósito: salvar la cordillera que da vida al continente.
La declaratoria del Parlamento Andino, el respaldo de organismos internacionales y la creación de redes científicas son apenas el inicio de una agenda común que redefine el papel de las regiones en la política ambiental global.
Desde ahora, cuando se hable de la Cordillera de los Andes, también habrá que hablar del Tolima: de sus páramos, de Murillo, de sus comunidades y de una gobernadora que entendió que el futuro de la diplomacia climática se escribe desde la montaña, porque cuando la cordillera respira, respira todo un continente.