Pero no le fue tan mal: la corte decidió que Lagarde no recibirá castigo penal ni multa por su importante puesto internacional y, ante los rumores de un despido, la junta del FMI la ratificó en su cargo. Frente al agridulce resultado, Lagarde prefirió no apelar la decisión judicial. “No estoy satisfecha, pero hay un momento en el que uno tiene que parar, pasar la página y seguir trabajando”, dijo. La directora del FMI no habrá podido salvar su orgullo, pero al menos rescató su puesto, su libertad y sus finanzas.