“La guerra con drones ha llegado a Colombia. En los últimos meses, las fuerzas de seguridad del país han sido blanco de un ataque con drones por parte de grupos armados, compuestos por aproximadamente media docena de bandas de narcotraficantes y milicias revolucionarias que llevan más de 60 años combatiendo al gobierno. Soldados en patrulla, bases militares, comisarías y buques de guerra han sido alcanzados”.
Así comienza un reportaje de la revista The Economist sobre el conflicto armado en Colombia. El prestigioso semanario narra cómo los grupos armados han incrementado el uso de estas armas que tienen un enorme poder de destrucción.
The Economist describe cómo la política de paz total permitió que los grupos armados tengan un mayor dominio de los territorios, pues los ceses al fuego les dieron un tiempo para rearmarse y fortalecerse.
Y enumera los ataques de esos grupos armados que han tenido drones. The Economist habla específicamente de dos:
“En enero, el ELN lanzó una ofensiva en el Catatumbo, al este del país, donde desde entonces ha llevado a cabo varios ataques con drones. Las imágenes muestran a soldados colombianos dispersándose cuando un proyectil de mortero lanzado desde arriba explota cerca de ellos. Cauca, un departamento occidental donde las pandillas se disputan el acceso al océano Pacífico, es otro foco de violencia”, asegura sobre el primero.
Y sobre el segundo narra que fue en julio, cuando “una facción de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) atacó una lancha patrullera de la Armada con un dron de visión en primera persona (FPV), el tipo de dron pilotado por un operador que observa a través de su cámara. El piloto lo estrelló contra la lancha y el dron explotó, como si fuera un kamikaze. Fue quizás el primer uso mortal de drones FPV en Colombia”.
Un reportaje de la periodista Salud Hernández-Mora había mostrado cómo esos drones les dan una superioridad militar a los grupos delincuenciales frente a las fuerzas del Estado, que no tienen permitido usarlas del mismo modo.
“Ya no es ejército contra ejército, no necesita ir al lugar. Usted, desde un computador, y desde un dron, maneja todo lo que quiera manejar”, le dice a Salud Hernández-Mora el comandante Andrey Avendaño, del frente 33 de las Farc, en entrevista en Norte de Santander.
“Los drones en Colombia tienen unos ocho años de estar en el mercado. Hoy están bombardeando con drones en Cauca, en el Putumayo, pero en el Catatumbo la guerra de los drones se ha desarrollado exponencialmente”, explica. “La inmensidad de daño que hace un dron, los que tiene el ELN y que ha lanzado contra las unidades nuestras, son casi que una bomba lanzada desde un avión. Si a usted le agarra una bomba de esas, lo despedaza”.
“Ya no es una guerra de ejércitos contra ejércitos, sino dos personas a ocho kilómetros, van en una moto, implantan un dron y pueden matar una o dos personas (…), la magnitud de esto es una cosa impresionante”, agrega.
La publicación de The Economist también da detalles sobre drones que son muy fáciles de conseguir y a buenos precios. “Una razón del aumento de los ataques es la disponibilidad de drones comerciales baratos, fabricados principalmente en China, que los grupos armados pueden modificar para transportar bombas. Otra es el uso de drones en la guerra en Ucrania”, señala.
Y narra las dificultades de lo que se viene: “A diferencia de Ucrania, donde la mayor parte de los combates se desarrollan en una línea de frente bastante continua, los grupos armados colombianos luchan por el control de pequeñas áreas de territorio, repartidas por todo el país. Esto dificulta contrarrestar los drones con inhibidores sin interrumpir las comunicaciones civiles”.